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El Día Internacional de la
Mujer, conmemora la lucha de la mujer por su participación, en pie de igualdad
con el hombre, en la sociedad y en su desarrollo íntegro como persona.
En el año 1909, el Partido Socialista de los
Estados Unidos, hizo una declaración el
28 de febrero para que se celebrara en todos los Estados Unidos el
primer Día Nacional de la Mujer, por las actividades realizadas de los
movimientos obreros a finales del siglo XX en América del Norte y Europa. En
1910, la Internacional Socialista, reunida en Copenhague, proclamó el Día de la
Mujer, de carácter internacional como homenaje al movimiento en favor de los
derechos de la mujer y para ayudar a conseguir el sufragio femenino universal.
La propuesta fue aprobada unánimemente por la
conferencia de más de 100 mujeres procedentes de 17 países, entre ellas las
tres primeras mujeres elegidas para el parlamento finés. No se estableció una
fecha fija para la celebración. En 1911, como consecuencia de la decisión
adoptada en Copenhague el año anterior, el Día Internacional de la Mujer se
celebró por primera vez (el 19 de marzo) en Alemania,Austria, Dinamarca y
Suiza, con mítines a los que asistieron más de un millón de mujeres y hombres.
Además del derecho de voto y
de ocupar cargos públicos, exigieron el derecho al trabajo, a la formación
profesional y a la no discriminación laboral. Menos de una semana después, el
25 de marzo, más de 140 jóvenes trabajadoras, la mayoría inmigrantes italianas
y judías, murieron en el trágico incendio de la fábrica Triangle en la ciudad
de Nueva York. Este suceso tuvo grandes repercusiones en la legislación laboral
de los Estados Unidos,y en las celebraciones posteriores del Día Internacional
de la Mujer se hizo referencia a las condiciones laborales que condujeron al
desastre.
En 1977 la Asamblea General
de la Organización de las Naciones Unidas (ONU) proclamó el 8 de marzo como Día
Internacional por los Derechos de la Mujer y la Paz Internacional. Es fiesta
nacional en algunos países.
En el año 2011 se celebró el
Centenario del Día Internacional de la Mujer. También comenzó a operar la
Entidad de la ONU para la Igualdad de Género y el Empoderamiento de la Mujer,
también conocida como ONU Mujeres.
El Día Internacional de la
Mujer ha adquirido a lo largo del siglo XX una gran importancia para las mujeres a nivel global. El
movimiento internacional en defensa de los derechos de la mujer es creciente y
es reforzado por la Organización de Naciones Unidas que ha celebrado cuatro
conferencias mundiales sobre la mujer y ha contribuido a que la conmemoración
del Día Internacional de la Mujer sea un punto de convergencia de las
actividades coordinadas en favor de los derechos de la mujer y su participación
en la vida política y económica.
Temas del Día Internacional
de la Mujer
En el año 2011 Naciones
Unidas comenzó a poner consignas dedicatorias a las jornadas del Día
Internacional de la Mujer Trabajadora. Estos son los que ha habido:
Mujer hacendosa, ¿quién la
hallará? Su valor supera en mucho al de las joyas. Proverbios 31:10 (La Biblia
de las Américas)
Mujer: ¡Eres valiosa! Porque Dios te ha
hecho entre las más escasa y costosa de todas las joyas; eres el más sublime de
los ideales con que un verdadero hombre sueña y espera. Mantén por encima de tu
belleza física, tus modales gentiles y femeninos: Simplemente sé mujer.
Mujer: ¡Eres valiosa! Porque eres el
corazón del hogar desde que naces y allí eres reina, eres el amor que resucita por
el poder de tus lágrimas y la verdad de tus hechos dentro de tu pequeño reino;
la razón se viste contigo para ser hermosa, y poner belleza en sus justos
juicios; la justicia se tapa los ojos para no ver tu llanto cuando uno de tus
seres queridos te ha fallado. Simplemente sé mujer.
Mujer: ¡Eres valiosa! Porque así como
Dios pudo crear muchas cosas de la nada, a ti te creó del hombre, y
conjuntamente con él, has hecho tu trabajo con amor, y por eso, puedes tomar la
casa más humilde y convertirla en un reino, las ropas más pobres volverlas
bellas, y hacer de la comida más sencilla, un banquete continuo. Nadie como tú
para secar lágrimas con tus lágrimas; no te desanimas al repetir las
actividades de cada día; el amor, el perdón y la oración son tus compañeros de
viaje durante la vida, y por eso, Dios hace milagros contigo. Como Dios, tú
sonreías en medio de los dolores de la maternidad, porque sabías que estabas
dando a luz a un ser que con tus cuidados maternales tenía posibilidades
infinitas de triunfar; en fin, haces un deleite de cada deber en el hogar.
¡Eres una verdadera mujer de Dios y con Él construyes un mundo mejor!
Simplemente sé mujer.
Mujer: ¡Eres valiosa! Por ello, en esta
hora, me uno a los hombres que desde la antigüedad han cantado para ti. Hoy es
tu día: ¡Feliz día de la mujer! Te dedico este poema:
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Espero que hayan disfrutado de su Contenido, hasta pronto…
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Sobre el
autor: Pablo Rodríguez Jiménez. Doctor en Historia, Universidad Nacional
Autónoma de México. Profesor, Departamento de Historia, Universidad Nacional de
Colombia, Sede Bogotá. Catedrático, Departamento de Historia, Universidad
Externado de Colombia, Bogotá.
Tomado de:
Revista
Credencial Historia.
(Bogotá -
Colombia).
Edición 231
Marzo de
2009
Panorámica de Medellín. Fotografía de Escovar.
Medellín el 20 de julio de 1910. Ed. Victor Sperling, Leipzig, 1910
Conocida
como la “ciudad de la eterna primavera”, “capital de la montaña”, o también la
“tacita de plata”, expresiones amables con las que sus habitantes han resaltado
sus bondades, Medellín se consolidó como la segunda ciudad del país en las
últimas décadas del siglo XX. Su notable desarrollo empresarial, urbanístico,
social y cultural motiva hoy elogios de propios y extraños. Pero la historia de
Medellín no ha sido fácil, su propio nacimiento estuvo colmado de dificultades.
Después vivió momentos dramáticos que parecían sumirla en un abismo. En esta
ocasión comentamos algunos de los aspectos más importantes de su devenir.
GEOGRAFÍA Y PAISAJE
Mapa del partido de la Estrella, jurisdicción de
Medellín, 1807. Archivo General de la Nación, mapoteca 4, ref. 254A.
El paseo de la Quebrada en Viaje a la
Nueva Granada del doctor Charles Saffray, 1869. Geografía Pintoresca de
Colombia, Litografía Arco, Bogotá, 1980.
Una ciudad
es una construcción humana sobre un espacio geográfico determinado. Las
relaciones con ese medio llegan a ser determinantes para la historia de quienes
pueblan ese lugar. En el caso de Medellín parecería que su ubicación fuera
parte de su identidad. Situada en el Valle de Aburrá, una depresión de una
formación cretácea, tal vez creada por la separación de losas y estructuras
geológicas antiguas. Hubo un tiempo en que por su profundidad se pensaba que su
origen era el de un lago que se había secado. Teoría que no tiene asidero, dada
la escasa formación lacustre del terreno. El valle profundo y alargado, se abre
en su parte sur a un terreno diverso, con algunos cerros, y vuelve a cerrarse
en su parte norte. En las riveras del río Medellín tiene una altura de 1300
metros y en las cimas de sus montañas 1.900 metros . Por esta particularidad
del terreno, Medellín es una ciudad en la que permanentemente se observa su
geografía.
Un aspecto
importante de la geografía del Valle de Aburrá es su abundante fuente hídrica.
De sur a norte el valle es recorrido por el río Medellín. Río que durante mucho
tiempo fue navegable, o al menos utilizado para transportar mercaderías. Pero
también, desde las montañas caen al río innumerables quebradas y riachuelos.
Una, que cruzaba la ciudad era la quebrada Santa Elena, que luego fue
canalizada y cubierta conformando la avenida La Playa. La diversidad y alegría
del paisaje, además de su clima –que oscila entre los 14° y los 26°- hicieron a
Medellín sumamente atractiva para la vida humana. Razones que explican los
tempranos asentamientos establecidos en su territorio.
PRIMEROS POBLADORES
El valle de Medellín en Viaje a la
Nueva Granada del doctor Charles Saffray, 1869. Geografía Pintoresca de
Colombia, Litografía Arco, Bogotá, 1980.
Existen
evidencias arqueológicas del arribo de cazadores al valle que procedían de las
zonas bajas tropicales, seguramente del bajo Cauca y del Magdalena. Las puntas
de flechas talladas en piedra que se han localizado se remontan al año 10.500 a
. de c. Sin embargo, en distintas zonas del valle, como El Poblado, Manrique,
Aranjuez, Envigado y otros, se han localizado vestigios que confirman un poblamiento
sostenido hacia los siglos V y VIII. Se trata de piezas de cerámica y
orfebrería que indican patrones culturales importantes. Tal parece estos
pobladores, a los que se denomina aburraes , preferían asentarse en los
terrenos elevados del valle, desde donde podían divisar el paisaje y defenderse
de posibles ataques. Las características de la orfebrería local las asocian con
la cultura Quimbaya, rica en representaciones masculinas y femeninas con
tocados. Pero en los entierros también se han encontrado piezas sencillas como
vasijas, piedras de moler y husos. Los registros sobre la agricultura
practicada en la época prehispánica son menos reveladores. Aunque los cronistas
españoles encontraron cultivos domésticos de maíz y fríjol. Vivían en pequeños
asentamientos dispersos en el Valle, organizados en cacicazgos locales.
LA FUNDACIÓN Y LA VIDA COLONIAL
Mapa del partido de la Estrella, jurisdicción de
Medellín, 1807. Archivo General de la Nación, mapoteca 4, ref. 254A.
Medellín
fue fundada en 1675, cuando ya había ocurrido una larga historia en la región
antioqueña. Conquistadores procedentes de Ecuador, después de fundar Popayán y
Cali, se habían aventurado a descubrir el norte del cañón del río Cauca. En esa
aventura fundaron Anserma y Santa Fe, que se convertiría en la capital de la
provincia de Antioquia. Pero fue en la década de 1570 cuando iniciaron los
descubrimientos de los maravillosos yacimientos mineros de Buriticá, Cáceres y
Zaragoza cuando esta región se convirtió en una de las de más intensa actividad
económica. Mineros, comerciantes y tratantes de esclavos concurrieron en pos de
las ricas vetas y aluviones. Fueron las remesas de esos metales hacia la
península y hacia la capital las que animaron la economía de nuestra primera
época colonial. Pero la decadencia minera sobrevino hacia 1640, en parte porque
las minas dependían de los abastecimientos de carne, maíz, fríjol y aguardiente
que era llevado desde Cartago, Buga y Tunja. Además de los que se importaban de
Europa.
Fue en ese
contexto cuando distintas personas empezaron a asentarse en el valle,
levantaban sus ranchos, cultivaban y criaban algún ganado. En el curso del
siglo XVII esa población aumentó. No pocos de ellos eran originarios de Santa
Fe de Antioquia que buscaban un clima más benigno y mejores tierras. Cabe
recordar que Santa Fe está situada en las calurosas riveras del río Cauca,
ricas en minerales pero pobres para la agricultura. Desde el comienzo el recelo
de las autoridades y vecinos hacia el poblamiento que crecía en el valle de
Aburrá fue manifiesto. Argumentaban –con razón- que una nueva población en la
provincia los empobrecería y despoblaría. A mediados de siglo los vecinos del
sitio de Aná, lugar donde se establecería finalmente Medellín, iniciaron las
gestiones para obtener aprobación real a su fundación. Aunque pequeños núcleos
se conservaron dispersos en el valle y después, en el siglo XX, se convirtieron
en municipios: como Itaguí, Envigado, La Estrella , Caldas, Bello, Copabana y
Girardota.
Catedral de Medellín en Viaje a la Nueva Granada del
doctor Charles Saffray, 1869. Geografía Pintoresca de Colombia, Litografía
Arco, Bogotá, 1980.
Podríamos
decir que el origen de Medellín marcaría su historia. Nacida del arribo de
migrantes procedentes de distintos lugares, este rasgo nunca se perdería. Como
veremos más adelante, su modernización sería un nuevo atractivo para gentes que
dejaron el campo. Pero también, por particulares razones, sus gentes fueron
dadas a migrar, a colonizar otras tierras, aún desde los tiempos coloniales.
Por lo
pronto, advirtamos que el 2 de noviembre de 1675 se dictó auto de erección de
la Villa de la Candelaria de Medellín. El nombre de Medellín fue puesto en
agradecimiento con Don Pedro Portocarrero –conde de Medellín- quien intercedió
ante el Concejo de Indias para que se aprobara su fundación. El padrón de almas
levantado en aquella ocasión registró 280 familias y 3000 personas dispersas en
el valle. Se trataba de una población conformada por numerosos mestizos y gente
libre, un grupo nada despreciable de blancos nacidos en el propio sitio de Aná
o venidos de Santa Fe, unos cuantos indios que aun permanecían en el sitio de
San Lorenzo (actual Poblado) y un importante número de esclavos que laboraba en
las estancias y las casas de la gente pudiente. En esa ocasión nombraron
autoridades, repartieron las dignidades de Alférez Real, alguaciles y alcaldes.
Pero también se procedió a dictar las primeras normas urbanísticas para el
alineamiento de las calles y el ornato de la villa.
Plano de la obra del Convento, Iglesia y Colegio de
San Francisco de Medellín, 1806. Archivo General de la Nación, mapoteca 4, ref.
252A.
Medellín no
consiguió el titulo de ciudad, en su condición de Villa debía precedencia hacia
Santa Fe, la capital de la provincia de Antioquia. Sin embargo, esto no fue
obstáculo para que en pocas décadas Medellín se convirtiera en el principal
poblado de toda la región. Creció en habitantes, viviendas, barrios y
parroquias, pero todavía más importante fue que en ella se establecieron los
principales troncos familiares que controlaban la minería y el comercio en la
región. Los negocios importantes se llevaban a cabo allí. La fiesta de Nuestra
Señora de la Candelaria , celebrada cada 2 de febrero, era memorable por su
solemnidad, pero también por la disposición que tenían los ricos para financiar
la pólvora, toros y bebidas. Ciertamente los matrimonios más célebres, que
unían a las familias más vistosas eran llevados a cabo con pompa en la iglesia
de La Candelaria.
Pese a esto
Medellín en los tiempos coloniales fue una ciudad discreta, su arquitectura no
poseía la vistosidad de otras ciudades coloniales. La parroquia principal y las
distintas capillas rememoraban la arquitectura popular castellana. Las
viviendas se distinguían por su confort, por sus patios, pero no por la
sofisticación de sus diseños o la utilización de materiales importados. La
sociedad conformada, no fue distinta a las demás de la época colonial,
valoraban sus linajes, su origen, la importancia del honor y la sumisión de sus
mujeres. Esto hacía que el color de la piel y el apellido fueran muy
importantes para cada individuo, hombre o mujer. Pero es cierto que ya desde entonces
también fue muy importante la honra, el cumplimiento de la palabra y los
acuerdos en los negocios. Finalmente, los medellinenses de entonces encontraron
en la fe católica uno de sus pilares espirituales. Profundamente devotos,
tomaron afecto por distintas vírgenes y santos a quienes dirigían sus plegarias
y sus limosnas. Y, con demasiada frecuencia, enviaban uno o varios de sus hijos
e hijas a que tomaran los hábitos.
Tipo clásico del arriero antioqueño. Fotografía de B. de la Calle.
Medellín el 20 de julio de 1910. Ed. Victor Sperling, Leipzig, 1910
No obstante
entender los firmes mecanismos de estratificación social de la época, la
sociedad de Medellín colonial depara sorpresas. Tal vez por descansar en
actividades como la minería y el comercio daba lugar a una cierta apertura
social, como nos lo recuerda la historiadora norteamericana Ann Twinam. Por
ejemplo, que algunas de sus personas más adineradas no fueran blancos puros o
legítimos. Otro aspecto importante fue el aislamiento en que vivía la sociedad
local con relación a la capital del virreinato o de Cartagena. Pero ese
aparente aislamiento y encerramiento era roto por las gentes que se dedicaban
al comercio. Fueron estos los que establecieron los principales nexos con las
instituciones y las sociedades existentes más allá de sus montañas.
SIGLO XIX
Parque Berrío. Fotografía de Melitón Rodríguez, 1912.
Historia de la fotografía en Colombia, Museo Arte Moderno de Bogotá, Mambo.
Medellín
no fue ajeno al dramático inicio de nuestra vida republicana. Sus habitantes se
comprometieron decididamente con la causa independentista. Sacrificaron sus
vidas y bienes con la esperanza de un mejor destino. Cuando la invasión de los
ejércitos españoles en 1816 muchos vecinos se enrolaron en las milicias, otros
fueron desterrados y sus bienes incautados. Pero probablemente más significativo
que esto fue el ánimo partidista que distinguió a los medellinenses una vez
alcanzada la independencia. Al decidir entre santanderismo o bolivarianismo
optaron en forma cerrada al primero. Era la forma como esbozaban un cierto
credo regional frente al centralismo autoritario bolivariano. No pocas veces la
ciudad fue ocupada o convertida en asiento de ejércitos en contienda durante
las distintas guerras civiles del siglo XIX. Especialmente en la guerra de los
Supremos, en el levantamiento contra José Hilario López y en la rebelión de
1776, los medellinenses en particular se movilizaron por razones religiosas y
de defensa de su autonomía. Principios que los fueron distinguiendo como
conservadores, los medellinenses se distinguían de sus vecinos de Rionegro y
Santa Fe de Antioquia por su acusado catolicismo. Sin embargo, Antioquia, y en
particular Medellín, no se fueron desgarrados por las guerras civiles como
otras provincias del país. Las confrontaciones no fueron duraderas y pocas
veces las rivalidades políticas terminaron en hechos sangrientos.
Plaza principal de Medellín, tomada desde la Catedral de la
Candelaria. Desués parque Berrío.Fotografía de Melitón Rodríguez, 1893.
Historia de la fotografía en Colombia, Museo Arte Moderno de Bogotá, Mambo.
La
política en el Medellín del siglo XIX le concernía a un grupo que tenía interés
en ocupar los cargos públicos locales o de representación nacional. Sin
embargo, no parecería ser un aspecto que atrajera particularmente la atención
de la población. Los gobernantes administraban con un sentido práctico, en lo
que parecería ser un acuerdo de los partidos, de buscar el desarrollo de la
región. Esta apatía hacia la política fue comentada por distintos visitantes extranjeros
y nacionales a la ciudad. Y, aunque algunos recelaban de la ausencia de
actividades y centros de recreación, lo que más recriminaban era la acendrada
dedicación a los negocios y el comercio.
Efectivamente,
las actividades mercantiles concentraron la atención de las elites de Medellín.
Parte importante de su actividad era la importación de bienes de consumo y
herramientas. Las calles adyacentes al parque de Berrío se convirtieron en vías
comerciales, y en el primer piso de cada casa había un almacén. Al observar las
fotografías de fines del siglo XIX de esas calles vemos multitud de avisos que
identifican los almacenes y sus productos. Las exportaciones continuaron
centradas en las remesas del oro que se explotaba en la región. Ese oro servía
para adquirir a importadores los productos que se ofrecían en las vitrinas.
Luego se sumaron las exportaciones de café, el cultivo que floreció en el
propio valle y se expandió con la colonización antioqueña. Las empresas
comerciales tenían un carácter familiar y eran conocidas por sus propios
apellidos: Restrepos y Cía., Botero Arango e Hijos, Fernando Restrepo e Hijos,
Echeverri Botero y Cía., Alejo Santamaría e Hijos, Marcelino Restrepo e Hijos,
fueron algunas de las más importantes compañías de la ciudad. Cabe advertir que
las inversiones de estas compañías, es decir de estas familias, no se centraban
solamente en el comercio, también lo hacían en agricultura, minería, ganadería.
Estas casas comerciales de Medellín abastecían a toda la región antioqueña e incluso
el Valle del Cauca. Y el secreto de su prosperidad residía en los altos precios
que adquirían las mercancías importadas a un país que carecía de toda industria
manufacturera.
Una
actividad que surgió del crecimiento comercial fue la financiera. La circulación
de capitales que se ofrecían o solicitaban en préstamo habitualmente se
garantizaba con letras. Pero sus montos crecieron y requirieron de una
organización más segura, además que en ocasiones estos capitales se ofrecían en
otras ciudades. Fue así como en Medellín surgió el Banco de Antioquia (1871),
el Banco de Medellín (1881), el Banco Popular (1882) y el Banco del Comercio
(1896).
Calle Boyacá. En el fondo una de las torres de la antigua
catedral. Fotografía de Escovar. Medellín el 20 de julio de 1910. Ed. Victor
Sperling, Leipzig, 1910
Si bien
Medellín conservaba mucho de su aspecto rural, una novedad de la ciudad fue el
crecimiento y diversificación de la actividad artesanal. Los artesanos
tradicionales empezaron a calificarse y a enterarse de las técnicas europeas de
confección de vestido y mobiliario. Además fue la época en que arribó un
importante grupo extranjeros que introdujeron novedosas técnicas de
ebanistería, herrería, zapatería, sastrería, cerrajería, relojería y
construcción. A Joseph Harris se debe, por ejemplo, el inicio de la fabricación
de pianos. La influencia de estos artesanos extranjeros fue notable en la
introducción de nuevas modas, como también porque formaron alumnos que
extendieron su trabajo. O algunos, como Heinrich Hauesler que fue decisivo en
la creación de la Escuela de Artes y Oficios. En 1880 había en la ciudad 22
gremios y 181 talleres artesanales. Esta fue la base social con la que la
ciudad daría el paso hacia las manufacturas. Aunque la tradición era que el
taller fuera el mismo lugar de residencia del artesano, muchos ya no lo eran y
contaban con un cierto número de ayudantes y auxiliares.
Edificio Tobón. Fotografía de Melitón Rodríguez, 1910.
Historia de la fotografía en Colombia, Museo Arte Moderno de Bogotá, Mambo.
Un aspecto
en el que Medellín dio un salto trascendental en el siglo XIX fue el educativo.
Durante la época colonial y aún en los inicios de la República la ciudad
contaba con muy pocas escuelas y colegios. Hubo logros como la creación de la
primera escuela lancasteriana en 1823, a cargo del distinguido educador Víctor
Gómez. Pero lo cierto es que sólo fue hasta la mitad del siglo cuando se
abrieron escuelas y colegios públicos privados para la educación de niños y
niñas. Las hubo en el centro de la ciudad como en los barrios Belén,
Aguacatala, San Cristóbal, Bello, Girardota y Piedras Blancas. Y el momento más
notable del impulso a la educación ocurrió bajo la presidencia de Pedro Justo
Berrío. En los años de 1869-1873 la población escolar de Medellín ascendía a
4108 niños y niñas. Fue la época en que se fundaron instituciones públicas como
el Colegio del Estado (que se convertiría en la Universidad de Antioquia), y
muchas privadas como el San Ignacio, San José y La Presentación. Además se dio
inicio a la formación de educadores en la Escuela Normal del Estado, con la
vinculación de pedagogos alemanes. Una institución que ya nombramos fue la
Escuela de Artes y Oficios, decisiva en la formación de trabajadores
calificados. Aunque también fue el lugar de la formación de los primeros pintores
y dibujantes. Junto a la Universidad de Antioquia que a la tradicional
formación de abogados sumó la apertura de facultades en Medicina, odontología y
distintas áreas técnicas, surgió la Facultad de Minas. Ésta se orientó a la
preparación de jóvenes en los campos de la física, química, mineralogía,
mecánica, agrimensura, construcción y arquitectura. Estas dos instituciones
formaron generaciones en nuevos preceptos, especialmente en conocimientos
prácticos aplicados a la industria, la minería y el desarrollo vial.
Ermita de la Veracruz. Fotografía de Escovar. Medellín el 20
de julio de 1910. Ed. Victor Sperling, Leipzig, 1910.
No
obstante, en el siglo XIX Medellín empezó a distinguirse por su catolicismo y
devoción cristiana. En 1868 se decretó el traslado de la sede de la diócesis de
Santa Fe de Antioquia a Medellín, lo cual supuso un fortalecimiento de cada una
de las instituciones religiosas que existían entonces. Fue construida la
Catedral Metropolitana , y la iglesia de la Candelaria y las parroquias fueron
mejoradas. Nuevas órdenes se asentaron en la ciudad y el número de religiosos
aumentó. Pero lo más importante, la presencia cercana del obispo ante una
feligresía que bullía de emoción, permitió ejercer una pastoral rigurosa. A
través de las misas dominicales, visitas pastorales (incluso a las casas) y
prédica en las festividades, la iglesia tuvo mayor influjo en la población. Una
extensión más precisa de ese cambio se dio en la constitución de distintas
asociaciones religiosas. De la época colonial existían las cofradías de culto,
pero ahora fueron las confraternidades marianas, del Sagrado Corazón de Jesús y
de la Enseñanza de la Doctrina Cristiana las que alcanzaron un fuerte arraigo
entre la población. Aunque, religiosidad y devoción, especialmente influyentes
en la moral y los comportamientos cotidianos, no fueron contrarias a la
modernización de la ciudad.
Atrio del Parque Berrío. Fotografía de Escovar. Medellín el 20 de julio de 1910. Ed. Victor Sperling, Leipzig, 1910.
Compañia Colombiana de Tejidos. Fotografía de B. de la Calle.
Medellín el 20 de julio de 1910. Ed. Victor Sperling, Leipzig, 1910
Medellín
se proyecta en el siglo XX en un importante proceso de industrialización. Las
razones que explican este cambio son la previa formación de capitales en manos
de mineros, comerciantes y cafeteros establecidos en la ciudad; el crecimiento
comercial de de las últimas décadas; la iniciativa de los ingenieros y
empresarios; la demanda creciente de bienes de consumo en Antioquia y en
regiones de reciente formación como Caldas y Quindío; la disponibilidad de
fuerza de trabajo calificada; la realización de obras de comunicación
(carreteras y ferrocarril) que rompieron con el inveterado aislamiento de
Antioquia. Las primeras industrias creadas producían bienes de consumo. Una de
extrema significación para la ciudad fue la textil. Aunque desde el final del siglo
anterior existían telares en Envigado y Medellín que producían camisetas,
toallas, mantas y alfombras, con la importación de maquinaria inglesa se dio un
salto sustancial en su producción. En 1904 se creó la Fábrica de Hilados y
Tejidos de Bello, que pocos años después contaba con 200 telares, 5000 husos
para algodón y empleaba 500 operarios. En 1907 se fundó la Compañía Colombiana
de Tejidos, Coltejer, que introdujo sustanciales cambios técnicos y en poco
tiempo se convirtió en la empresa emblemática del sector. Tanto que en 1968 el
edificio de sus oficinas construido en el centro se volvió un símbolo
distintivo de la ciudad. Pero el crecimiento del sector continuó con la
apertura de fábricas de hilos, tejidos y prendas. Y cambios significativos
fueron la introducción de fibras sintéticas en que rendían el algodón y la
fabricación de telas estampadas. Empresas como la Compañía de Tejidos Rosellón,
Tejidos Unión, Fabricato, Fatelares, Pepalfa, Calcetería Alfa, Paños Vicuña,
Pantex, Tejicóndor, Caribú y Everfit, fueron algunas de las más importantes,
creadas todas en la primera mitad del siglo XX. Medellín se convirtió en la
ciudad textilera de Colombia, con figuración en toda Latinoamérica. El
significado de esta industria para la ciudad es comprensible, tanto por la
potencia de sus capitales como por la numerosa población que empleaba. Pero su
incidencia en la formación del gusto y moda colombiana no ha sido menor. No sin
razón desde hace mucho Medellín se convirtió en la ciudad de la moda.
Carrera Junín, conocida como "Calle de Villanueva".
Al fondo el parque de Bolivar. Fotografía de Escovar. Medellín el 20 de julio
de 1910. Ed. Victor Sperling, Leipzig, 1910.
Paseo La Playa. Fotografía de Escovar. Medellín el 20 de julio de 1910. Ed. Victor Sperling, Leipzig, 1910.
Otro
sector industrial de especial crecimiento en el siglo XX fue el de comestibles.
Las cervecerías, fábricas de gaseosas, tabacos, café tostado, chocolates,
lácteos, harinas, galletas y confites, fueron la base de lo que llegaron a ser
grandes conglomerados. También surgieron fábricas de jabón, loza y vidrio,
velas, fósforos, entre otras. Pero un sector de bienes duraderos también surgió
con fuerza, como la metalurgia que consolidó la Empresa Siderúrgica de Medellín
(Simesa), la Industrias Metalúrgicas Unidas (Imusa) y la empresa Haceb. Todas
especializadas en la producción de piezas de acero, hierro y aluminio. Y
empresas como Cementos Argos, Cementos El Cairo y Pintuco tuvieron su origen en
los requerimientos de la creciente demanda de una ciudad en expansión. Además empresas
como editorial Bedout y periódicos como El Espectador y El Colombiano tuvieron
plena proyección nacional.
Plano de Medellín de 1932 con el desarrollo urbano desde
1770. Litografía J. L. Arango. Archivo General de la Nación, mapoteca 6, ref.
247.
Evidentemente
un sector que registró importantes transformaciones fue el financiero. Se
consolidaron grupos financieros y bancos como el Comercial Antioqueño. También
en esos bancos se introdujo el uso de cheques corrientes y cruzados. Y un
sistema de respaldo financiero, comercial e industrial que nació fue el de las
aseguradoras. En 1944 fue creada la Compañía Suramericana de Seguros, verdadera
pionera en el ramo e ícono de la ciudad. En ese mismo año se conformó la
Asociación Nacional de Industriales (ANDI), con el propósito de fomentar la
producción de materias primas en el país. La actividad de la Andi para revertir
la dependencia de las importaciones de maquinaria y herramientas en sectores
como el metalmecánico, electrónico, químico y de plásticos resultó
trascendental.
Puente de San Juan . Fotografía de Escovar. Medellín el 20 de
julio de 1910. Ed. Victor Sperling, Leipzig, 1910.
Esta
expansión industrial ocurrió en el contexto de un aumento de población
excepcional, provocado por un crecimiento natural y por una sostenida
inmigración a la ciudad. Hay fuertes evidencias de que las mujeres de Medellín
procreaban abundantemente, pero también que hubo una reducción de la
mortalidad. Así mismo, Medellín desde los inicios del siglo registró el arribo
de pobladores que inicialmente procedían de su entorno, posteriormente del
suroeste y el magdalena, pero después los hechos de la violencia política
atrajeron gente de regiones tan distantes como Urabá y el noroeste. En 1905
Medellín tenía 60.000 habitantes y hoy su población alcanza los 2.500.000
habitantes. Hubo momentos, como a mediados de siglo, en que su población creció
a un ritmo de 6%. Algo excepcional, aun en el contexto de América Latina.
Librería Bedout-Gran Papelería, fundad en 1887 como
Tipografía del Comercio por Don Félix de Bedout Moreno. A su lado la Papelería
y Librería de Antonio J. Cano. Fotografía de Melitón Rodríguez.
La ciudad
expandió su perímetro en el afán de dar albergue a su creciente población. Las
élites ocuparon inicialmente espacios atractivos del propio espacio urbano. Uno
fue el de las maravillosas construcciones en las riberas de la quebrada Santa
Elena (hoy Av. La Playa ), o las vistosas casas quintas del barrio El Prado y
las del entorno de la Catedral Villanueva. Aunque también levantaron notables
casas de recreo en el río y El Poblado. Además se poblaron los entornos de las
plazas de mercado Flórez y Guayaquil. El asentamiento de la clase trabajadora
estuvo determinado por factores empresariales. En los comienzos de siglo no
fueron pocas las empresas que construyeron u ofrecieron viviendas a sus
trabajadores en terrenos adyacentes a las fábricas. El caso más conocido es el
de Fabricato, especialmente en lo concerniente a su vinculación de fuerza de
trabajo femenina. Orden y disciplina laboral comprendían también una pedagogía
moral. De alguna manera estas empresas buscaban así estabilizar su fuerza
laboral. Aunque en la década del veinte el Concejo Municipal impulsó proyectos
de vivienda obrera en barrios como Aranjuez, Manrique y La Floresta , no fueron
solución a la alta demanda de vivienda. Pronto surgió la comercialización de
terrenos con fines rentables. Distintos empresarios adquirían terrenos que
vendían a crédito a empleados y trabajadores. Tal fue el caso de barrios como
Aranjuez, Berlín, Manrique, Pérez Triana, Majalc, Campo Valdés y Castilla.
Todos ubicados en la franja occidental de la ciudad y algunos surgieron como
extensión de la vía del tranvía. Cabe agregar que desde los años treinta el
Banco Central Hipotecario, BCH, y el Instituto de Crédito Territorial, ICT,
acometieron distintos proyectos de vivienda destinados a familias de
trabajadores y empleados. Algunos de ellos fueron el barrio Lleras en El Poblado,
San Joaquín y Santa Gema en Laureles.
Una
auténtica transformación significó la extensión de la ciudad hacia la otra
banda del río, tradicionalmente ocupada por estancias y plantíos. El trazado de
la Av. Colombia para comunicar a Robledo y San Cristóbal, la Av. 33 hacia la
Av. Bolivariana , la Av. San Juan, y las calles 70 y 80 que aproximaron nuevos
asentamientos. Barrios como La Floresta , La América , Calasanz, Belén, etc.,
fueron proyectos que recibieron una clase media y trabajadora. Con la construcción
del puente San Juan, en esa extensa zona también alcanzó especial protagonismo
la creación de barrios como Laureles y Conquistadores, “las zonas verdes”, que
albergaron una burguesía exitosa y una clase media en ascenso. Pero es
comprensible que la banda occidental se estructuraría y consolidaría con la
construcción del aeropuerto Olaya Herrera, el Estadio Atanasio Girardot, la
Universidad Bolivariana , la Universidad Nacional de Medellín, la Facultad de
Minas, la universidad de Medellín, el Colegio San Ignacio y el Instituto
Técnico Pascual Bravo.
Carlos E. Restrepo.
Presidentes
de la República oriundos de Medellín Periodo
Juan de
Dios Aranzazu 1841-1842
Carlos E.
Restrepo 1910-1914
Mariano
Ospina Pérez 1946-1950
Álvaro
Uribe Vélez
2002- 2006
2006-2008
Tranvía, fotografía Melitón Rodríguez, 1896.
Un fenómeno
adicional fue el rápido crecimiento de sitios que adquirieron la calidad de
municipios como Itaguí, Envigado, Caldas, Bello, Copacabana y Girardota. Lo que
era una constelación de asentamientos dispersos en el valle, hacia la década de
los años setenta empezó a mostrar una densa unidad poblacional. Desde entonces
los límites entre Medellín y estas poblaciones se hicieron indistinguibles.
Itaguí fue el distrito industrial por excelencia, aunque fábricas hubo en
distintos barrios y municipios. Un caso especial lo constituye El Poblado,
conservado como barrio de Medellín. La pavimentación de la vía hacia este
barrio campestre animó a muchos vecinos a trasladarse a este atractivo lugar.
Desde la década de los años setenta El Poblado introdujo la que sería una nueva
arquitectura en la ciudad: edificios y torres cada vez más elevadas. Si la
Medellín tradicional era una ciudad extendida, la del siglo XXI es casi una
ciudad gótica por su altura.
Metrocable de Occidente. Fotografía Julio Garrido.
Desde
comienzos de siglo instituciones como la Sociedad de Mejoras Públicas e
individuos como Ricardo Olano reclamaban la necesidad de un plano ordenador del
crecimiento de la ciudad. El concurso de 1913 denominado Plano de Medellín
Futuro buscaba hacerse a las herramientas urbanísticas que ayudaran al Concejo
Municipal para orientar el desarrollo de la ciudad. Las distintas conclusiones
de este plano chocaron contra los intereses individuales de financistas y
urbanizadores. En 1934 el célebre urbanista austriaco Karl Brunner visitó la
ciudad y en una conferencia ofreció una serie de recomendaciones al Concejo
local. Especialmente insistía en la necesidad de un Código de construcción de
viviendas y urbanizaciones, una zonificación de la ciudad, un trazado
discriminado de vías y arterias que comunicaran los distintos sectores y la
necesidad de que la ciudad contara con plano que se actualizara cada cinco
años. Y en 1950 los urbanistas Wiener y Sert acometieron un Plan Piloto para
Medellín. En éste se recogían distintas de las recomendaciones hechas por
Brunner, pero además añadían la urgencia de concentrar las distintas industrias
que asfixiaban con sus chimeneas el valle, y también la canalización del río
Medellín.
Panorámica de Medellín, 2006. Fotografía Julio Garrido.
Efectivamente,
podemos considerar que la rectificación, canalización y recuperación de las
aguas del río Medellín han sido algunas de las obras más significativas en la
historia de la ciudad. El río serpenteaba en su recorrido por la ciudad, con
frecuencia sufría crecientes y mantenía anegados terrenos próximos a zonas
urbanas. Este trabajo que se inició hacia 1921 y que se llevó a cabo con
interrupciones le aportó a la ciudad uno de sus más bellos atractivos. Pero
impedir que las fábricas y talleres vertieran sus aguas al río fue un esfuerzo
aun mayor. Este proyecto estuvo asociado a la construcción de dos grandes
avenidas en los costados del río. Sin embargo el proyecto inicial era el de
construir un gran parque en la vega del río, iniciativa que fue desechada por
el presidente Alfonso López Pumarejo en favor de las avenidas. Finalmente, una
obra complementaria en el diseño de la ciudad moderna fue la recuperación de
los cerros Nutibara y El Volador. Parque cultural el primero y parque ecológico
el segundo.
Acuarela
de Débora Arango.
Buena
parte de la modernización de la ciudad tuvo como artífice a las Empresas
Públicas de Medellín (EPM) que ya en 1918 se constituyó en entidad municipal
con carácter autónomo, independiente y descentralizada. Fue la entidad
planificadora y promotora de los sistemas de alumbrado público, acueducto,
alcantarillado, teléfonos y transporte. El éxito de las EPM ha sido explicado
por su independencia de la alcaldía, la continuidad en sus gerentes y en el
concepto técnico con que se la ha administrado. Tal vez los proyectos más
ambiciosos que llevó a cabo en el Departamento fueron los de la centrales
hidroeléctricas de Guatapé, El Peñol y La Tasajera.
León de Greiff, 1896. Fotografía de Melitón Rodríguez.
LUGARES HISTÓRICOS Y DE INTERÉS
Diez
lugares de interés para una persona que visite Medellín son los siguientes:
Ciudad
Botero- Museo de Antioquia
Museo de
Arte Moderno
Escultura
“Monumento a la Vida ” de Rodrigo Arenas Betancurt
“El
Paraninfo”, Universidad de Antioquia
Pueblito
Paisa
Jardín
Botánico
Cerro
Nutibara
Biblioteca
Temática EPM
Centro
Administrativo La Alpujarra
Museo El
Castillo.
Luis Lopész de Mesa, 1912. Fotografía de Melitón Rodríguez.
Los
medellinenses iniciaron el siglo movilizándose en carretas y a caballo. Luego,
entre los años veintes y cincuentas lo hicieron en un novedoso sistema de
tranvías que se desplazaba sobre rieles. Después éste fue reemplazado por
compañías de buses y busetas que recorrían los distintos puntos de la ciudad.
Pero un proyecto de transporte masivo moderno empezó a gestarse en 1975, cuando
una misión belga recomendó la creación de un sistema metro de trenes
subterráneos y a superficie. En 1983 la Empresa de Transporte Masivo
Metropolitano abrió la licitación para la construcción del metro, obra que
sufrió distintos retrasos y complicaciones técnicas y administrativas.
Finalmente, el metro de Medellín empezó a funcionar en 1995, constituyendo un
hito en las obras públicas colombianas. Más allá de la discusión, que en su
momento provocó sobre su costo y trazado, el metro ha tenido un impacto enorme
en la economía y autoestima de los paisas del Valle de Aburrá. Recientemente se
han construido dos sistemas de Metrocable, integrados al metro, que permiten la
movilización rápida de la gente de las comunas más apartadas. Observar estas
especies de canastas moviéndose sobre las colinas pobladas provoca asombro y
constata la existencia de una comunidad con capacidad acumulada para resolver
problemas prácticos de su existencia.
Finalmente,
este breve repaso a la formación y desarrollo de Medellín no nos puede hacer
olvidar sus grandes limitaciones. Los logros y conquistas de sus gobernantes y
pobladores han tenido su más grave talón de Aquiles en la condición social de
quienes viven en las Comunas. Además, quienes arribaron a la ciudad en las
últimas décadas llegaron en las peores condiciones y terminaron ubicándose en
los terrenos más accidentados y peligrosos. En nuestra memoria han quedado las
tragedias de Santo Domingo Savio (1974:100 muertos) y Villatina (1987: 600
muertos). Pero cada año en las épocas de lluvia reaparece la orfandad de los
desplazados, de los más necesitados. Es como si la maravillosa naturaleza del
Valle de Aburrá quisiera recordarnos el costo de alterar un orden.
AÑOS INCIERTOS.
Ricardón Redón, 1932. Fotografía de Melitón Rodríguez.
¿Qué
significado tuvieron para Medellín Pablo Escobar y la zaga de grupos mafiosos?
No es fácil responder esta pregunta. Demasiada literatura se ha escrito al
respecto, pero no por eso esta breve semblanza sobre la ciudad debe esquivar el
asunto. Un esplendor de capitales y fortunas inundaron la ciudad, impulsaron la
construcción de lujo, avivaron el comercio y el confort de todos. Pero tras la fiesta
vino la sangre, las bombas y las balas sin dirección impactaron. En la soleada
tarde del 2 de diciembre de 1993 finalmente Pablo Escobar cayó muerto. Ni la
sociología ni el sicoanálisis son suficientes para explicar al sicario, pero
las dos son imprescindibles si queremos intentar acercarnos a este ser brutal.
Niños sin padre, o con uno demasiado fuerte, se nos ha dicho. La verdad, las
razones de este trauma parecen más complejas. El problema fue la cristalización
de una cultura que exaltaba la riqueza aun a costa de la vida. Ante la gravedad
del problema la Presidencia de la República creó en 1990 una Consejería
Presidencial para Medellín. Sus recomendaciones recordaron la importancia de la
educación en la historia de Antioquia y la necesidad de restaurar vínculos y
los valores primarios. Las últimas alcaldías de la ciudad parecerían no haber
olvidado esos consejos y su decisión de abrir colegios y bibliotecas en las
zonas más deprimidas nos llenan de esperanza.
CIUDAD DE ARTISTAS.
Tomás
Carrasquilla.
Fernando Botero.
En
contraste con la difundida idea de que Medellín era tierra infértil para las
actividades del espíritu, y que el origen judío o vasco de su población la
conducía inexorablemente hacia los trabajos rentables, en la ciudad florecieron
importantes expresiones y figuras en las distintas artes. En Medellín surgieron
dos importantes movimientos poéticos: Los Pánidas y los Nadaístas. Liderados
por León de Greiff y Gonzalo Arango, los dos pretendieron renovar con sus
versos el espíritu de la época. Junto a ellos nombres como los de Efe Gómez,
Carlos Castro Saavedra, Mario Rivero, Jaime Jaramillo Escobar, José Manuel
Arango, Eduardo Escobar, Darío Jaramillo, Elkin Restrepo y Juan Manuel Roca,
entre otros, componen una larga zaga de gente que optó por la poesía como forma
de expresión. La mayoría de ellos con un reconocimiento nacional. En Medellín
hay un gusto por la lectura de la poesía, en libros o revistas, y en privado o
en público, como en las jornadas multitudinarias que han hecho tradición. En el
campo de la narrativa la ciudad ha contado con nombres reconocidos como Tomás
Carrasquilla, Fernando González, Manuel Mejía Vallejo, Fernando Vallejo, Darío
Ruiz, Mario Escobar, Tomás González, Juan José Hoyos y Óscar Castro. En muchos
casos la propia ciudad ha sido el escenario de novelas y cuentos que pasaron
del costumbrismo al relato social y a la ficción.
Conviene
no olvidar que Medellín fue cuna de importantes figuras de la institución
eclesiástica colombiana. Pero más que eso, una inclinación hacia la filosofía y
las disquisiciones intelectuales fueron notables en las generaciones de los
años sesentas y setentas. Como una reacción contra el tradicionalismo allí
surgieron los movimientos poéticos que ya hemos nombrado. Pero también algunas
de las mentes más lúcidas y crítica de nuestra cultura. Estanislao Zuleta y
Luis Antonio Restrepo encarnaron una voluntad de conocimiento y una capacidad
analítica extraordinarias. Los libros que recopilan las conferencias que dieron
a lo largo de muchos años tratan temas de la filosofía, de la historia, de la
literatura y de la estética.
Igualmente,
en el campo de las artes plásticas Medellín ha descollado. Si en los siglos
XVIII y XIX la ciudad no fue pródiga en pintores, en el siglo XX llegaron en
abundancia y calidad. Francisco Antonio Cano, Pedro Nel Gómez, Débora Arango,
Ignacio Gómez Jaramillo, Carlos Correa, Eladio Vélez, Fernando Botero, Óscar
Jaramillo y Martha Elena Vélez, fueron algunos de los de más proyección.
Abocaron distintas técnicas, incluso el muralismo, y sus temas difícilmente
podrían identificarse por el costumbrismo. En el caso de la escultura Marco
Tobón Mejía, Rodrigo Arenas Betancurt, Fernando Botero, John Castles, Rony
Vayda y Hugo Zapata han producido una obra duradera. En distintos materiales y
tamaños, estos artistas de la forma, han representado de muy diversa manera la
sensualidad y la modernidad. No podríamos dejar de nombrar la importancia que
en el campo de la fotografía colombiana tuvo la obra de Melitón Rodríguez,
Benjamín de la Calle , Rafael Mesa y Gabriel Carvajal. Bien como fotografía de
estudio o reportería callejera, sus imágenes son el mejor registro de la
ciudad, sus gentes, sus fiestas y sus dramas.
Plaza de las Esculturas, donación del maestro Fernando Botero
Plaza de las Esculturas, donación del maestro Fernando Botero. Fotografía Julio
Garrido.
Desde
1957, en los primeros días de agosto en Medellín se lleva a cabo la Feria de
las Flores. El principal certamen de esta feria es el Desfile de los
Silleteros, evento de un profundo sentido ancestral. Campesinos de la vereda
Santa Elena recorren calles de la ciudad con sus silletas a cuestas. Cada
silleta es adornada con orquídeas, rosas, heliconias, girasoles, lirios,
claveles, pompones, agapantos y muchas flores más, representando figuras
alegóricas de la historia de Medellín y su región. Silleteros y flores se han
convertido en símbolos de la ciudad. Ellos han dado identidad a sus pobladores
y con su presencia recuerdan el pasado de arrieros, mulas y fondas. Toda la
festividad de agosto es una exaltación de la tradición. Los arrieros, los
copleros, los jinetes, el sentido familiar y el apego a sus comidas campesinas,
nos revelan la forma asombrosa como el alma de los medellinenses convive entre
la modernidad y la más arraigada tradición.
Bosque de la Independencia (hoy Jardín Botánico) Circa 1920 Fotografía "iluminada" para publicidad Fotografía del Patrimonio de Imágenes de la Biblioteca Pública Piloto de Medellín para América Latina
Hace 100 años la revista Progreso hablaba de la necesidad de
rectificar el río para hacer “para hacer el paseo más hermoso y elegante de la
ciudad”. La Avenida Los Libertadores. Según el primer decreto serían “dos
calzadas principales y otras secundarias para cabalgaduras y bicicletas”.
Jorge Obando. 1940
-La Quinta de
Pastor Restrepo tiene raíces envidiables, tan fuertes como el enorme caucho que
se levanta hoy al frente a sus puertas y ventas cerradas. Es la única casona
que sobrevive en el Parque Bolívar. Y en lo que fue su solar, está La Estancia,
para beber barato donde vivían los ricos.
Pastor Restrepo.
1875
Esta fotografía de
Manual A. Lalinde, tomada en 1910, nos muestra el interior de las galerías de
la Plaza de Cisneros, corazón comercial de Medellín y edificio emblemático de
la arquitectura decimonónica hasta 1973, cuando fue definitivamente abandonado
para terninar convertido en esa cosa conocida como plaza de los palitos. Por la
soledad en los amplios pabellones, se ve que en esos tiempos tampoco se comía
carne.
Manuel A. Lalinde.
1910
Boyacá entre junin
y palace 1876. Medellín.
Boyacá entre junin y palace 1900. Medellín.
Bosque de la
Independencia en 1940. Medellin
Bosque
de la Independencia en 1935. Hoy Jardin Botanico. Medellin.
Calle
Ayacucho decada del 40. Medellín.
Calle Ayacucho 1909. Medellín.
Damas en el lago.
Medellin.
Repartidor de
leche. Medellín.
Coche funebre
1914. Medellin.
Parque Bolivar.
Avenida Bolivia
NIÑO HACE DE DOCTOR EN EL PARTO DE UN CORDERO
Espero que hayan disfrutado de su Contenido, hasta pronto…
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