NÚMERO 196 FEBRERO 6 DE 2014 (JUEVES)
Director
Bernardo A. Rendon Restrepo
bernal.rendon@hotmail.com
Editora y Asesora
Alba Hoyos Botero
Galardonados con la
1ª entrega de los premios
ANTURO
Enlaces
myberose@hotmail.com
Twitter@revistaconstela
¡Nadie despega en las encuestas!
A
cuatro meses de la primera vuelta, Santos mantiene su ventaja, pero continúa
una atípica tendencia. Los colombianos no sabe por quién votar. Análisis de la
Gran Encueesta de RCN Radio, RCN Televisión, La FM y SEMANA.
Si las elecciones
presi-denciales fueran hoy, junto a la identidad del candidato ganador
figuraría un llamativo fenómeno: uno de cada cuatro votos depositados sería en
blanco. A este resultado se le suma otra tendencia: el 23 por ciento de los
colombianos aún está indeciso sobre a quién apoyar en la
primera vuelta del próximo
25 de mayo. Este es uno de los hallazgos más destacados de la primera
panorámica de la campaña electoral de 2014.
El año arrancó con el típico ajetreo proselitista: correrías regionales, publicidad política en calles y emisoras, dos convenciones partidistas y una nueva invitada al tarjetón por los conservadores, Marta Lucía Ramírez. El presidente Juan Manuel Santos recibió oficialmente el aval del Partido de la U y las cábalas sobre su fórmula vicepresidencial han agitado la discusión política en los últimos días.
No obstante, la fotografía de la carrera hacia la Casa de Nariño tomada hoy es prácticamente la misma de diciembre del año pasado. Todos los candidatos, incluyendo el primer mandatario, mantuvieron sus lugares y en algunos casos con tendencia a la baja. Los datos de la Gran Encuesta confirman que, a pesar de que el país ya empezó a respirar el ambiente de la contienda electoral, ningún aspirante despunta ni marca mayores diferencias. En otras palabras, nadie despega.
Juan Manuel Santos conservó tanto el primer puesto en las preferencias de los electores en la primera vuelta como los mismos niveles de respaldo. Un cuarto de los colombianos apoya la intención del primer mandatario de reelegirse. Mientras que en regiones como la costa Caribe y Santander la ventaja del presidente es amplia, en Bogotá, Antioquia y el Eje Cafetero su apoyo es menor. Sobre los hombros de votantes que se identifican como liberales y del Partido de la U, el jefe del Estado mantiene una holgada diferencia sobre su más cercano competidor, Óscar Iván Zuluaga.
Para el aspirante uribista el piloto automático en que anda la campaña es el peor de los escenarios. Zuluaga no ha podido recortar la distancia que lo separa del presidente Santos y no alcanza los dos dígitos. Con solo el 8 por ciento del electorado detrás del estandarte del Centro Democrático, los tiempos del exministro para amenazar la reelección se agotan. El mantra de un candidato opositor a un presidente en ejercicio es el de crecer su apoyo electoral en cada medición. Según los datos de la encuesta, esa no es la tendencia que registra Zuluaga.
El estancamiento hacia la baja de Óscar Iván contrasta aún más dramáticamente con los índices de favorabilidad del expresidente Álvaro Uribe. Mientras la aspiración presidencial de Zuluaga se paraliza en los sondeos, Uribe registra una favorabilidad del 61 por ciento y ha crecido 7 puntos desde abril del año pasado. Es decir, hoy en la oposición del Centro Democrático hay más cabeza de lista del Senado que candidatura a la Presidencia de la República.
Muy cerca del aspirante uribista se encuentran otros dos opositores con credenciales distintas y el mismo porcentaje de apoyo: el 6 por ciento. Se trata de la candidata del Polo Democrático, Clara López Obregón, y el exalcalde de Bogotá Enrique Peñalosa, quien lucha por el aval de la Alianza Verde. López enfrenta una verdadera paradoja: mientras el descontento generalizado del año pasado constituye una oportunidad dorada para las banderas de izquierda, el Polo no ha sido capaz de canalizar ese ambiente de protesta. Al igual que Santos y que Zuluaga, los niveles de respaldo de la exalcaldesa de Bogotá se mantienen estáticos y dificultan su paso a una eventual segunda vuelta.
La situación de Peñalosa es más peculiar. La dirigencia de su partido, la Alianza Verde, obedece los lineamientos del alcalde de Bogotá, Gustavo Petro, acérrimo contradictor del exmandatario capitalino. Aunque Peñalosa aspira a participar en la consulta interna de los verdes el próximo 9 de marzo, día de las elecciones parlamentarias, no es seguro que la convoquen ni que lo dejen competir. Lo paradójico es que mientras los petristas quieren bloquear una candidatura presidencial peñalosista, el excalcalde bogotano empate en el tercer lugar de las preferencias electorales. De hecho, en términos de favorabilidad, Peñalosa es el segundo aspirante con mejor imagen después del presidente Santos, con el 34 por ciento.
La lista de los candidatos se cierra con la conservadora Marta Lucía Ramírez con el 4 por ciento y Aída Abella, de la Unión Patriótica, con el 1 por ciento. Para la recién escogida aspirante azul la medición pudo ser más alta, ya que contó con un cubrimiento mediático favorable durante los días posteriores a la convención de su partido (ver siguiente artículo). A primera vista, Ramírez no gozará del empujón posconvención que favoreció a Óscar Iván Zuluaga en los meses finales del año pasado.
¿Indecisos e ‘indignados’?
Más allá de las realidades que enfrenta cada uno de los candidatos en la carrera presidencial, la sumatoria de todos sus apoyos, incluido el de Juan Manuel Santos, equipara a los dos fenómenos más llamativos de la encuesta: el voto en blanco y los indecisos. Mientras un cuarto de los colombianos le apuesta al blanco, un poco menos, el 23 por ciento, aún no sabe por quién votar. Que uno de cada dos colombianos con intención de ir a las urnas no tenga un candidato definido a cuatro meses de la primera vuelta es un hecho sorpresivo que amerita explicación.
A primera vista, los indecisos y el voto en blanco no deberían generar mayor preocupación dentro de las campañas. Conforme se acerca el día de elecciones, los indecisos se decantan por uno de los aspirantes del tarjetón y al final una proporción termina por abstenerse de participar. En el caso del voto en blanco, este ha sido tradicionalmente una opción de protesta para una mínima porción del electorado, cuyo peso en el resultado final es menor. Por ejemplo, en las pasadas elecciones presidenciales, el porcentaje en la primera vuelta alcanzó el 1,53 por ciento de los más de 14,5 millones de votos.
Sin embargo, a estas alturas de la carrera presidencial, registros del 27 y del 23 por ciento para estas alternativas no tienen antecedentes. En enero de 2006, en la campaña de reelección del entonces presidente Álvaro Uribe, la Gran Encuesta midió un apoyo del 13 por ciento para indecisos y del 5 por ciento para el voto en blanco. Hace cuatro años, en abril de 2010, los indecisos marcaron el 11 por ciento y el blanco, el 4 por ciento. En la foto de la campaña presidencial de hoy estas opciones tradicionalmente marginales ocupan los lugares de preferencia y hasta triplican los respaldos de respetables y experimentados personajes de la vida pública.
Una mirada al ambiente nacional podría ser un buen punto de partida para explicar estos fenómenos. El pesimismo sigue marcando la pauta en el electorado: seis de cada diez colombianos piensan que el país va por mal camino. Si bien la imagen favorable del presidente Santos ha ganado 17 puntos porcentuales desde el bajón de septiembre del año pasado, está 1 punto por debajo de la negativa, que es del 47 por ciento.
Cada medición refleja la dificultad del primer mandatario para quebrar el umbral de apoyo electoral del 30 por ciento. En ese bloque de indecisos y voto en blanco reposa el respaldo necesario para que Santos finiquite la campaña y la convierta en un trámite. Así mismo, su alto porcentaje alimenta la ilusión de los candidatos opositores de transformarse en los abanderados de ese descontento y así reducir la distancia que los separa del candidato-presidente.
Frente a la identidad de quienes conforman esa mitad del electorado, se puede decir que son independientes de los partidos, de estratos medios y menores de 34 años. En Bogotá, por ejemplo, la proporción del voto en blanco creció 13 puntos desde diciembre y, en Antioquia, 11 puntos. Sin contar con liderazgos visibles, banderas claras y una molestia definida, estos colombianos son hoy un botín estratégico de las campañas y el centro de atención de los analistas.
No obstante, las motivaciones detrás de ambos bloques de electores no son las mismas. Mientras los indecisos tienden a reflejar falta de conocimiento o comunicación de las propuestas de los candidatos, los votantes en blanco constituyen una expresión de descontento más fuerte con la oferta política existente. Hoy los datos de la Gran Encuesta muestran que, al igual que en la medición de diciembre pasado, ni la Casa de Nariño ni los opositores cuentan con los mensajes de persuasión y confianza necesarios para canalizar hacia ellos este 50 por ciento del electorado. Los altos índices de la encuesta indican corrientes de opinión más complejas que la falta de información o la insatisfacción frente a los protagonistas del tarjetón.
Sin agitar las aguas
Por más que una porción importante de colombianos no encuentre opciones para votar, el estancamiento de la campaña electoral le conviene al presidente Santos. La Casa de Nariño necesita que no se presenten mayores sorpresas ni drásticas irrupciones en su camino hacia la reelección. Al fin de cuentas, en ninguna medición el mandatario pierde su primer lugar ni los opositores amenazan su continuidad. En todos los escenarios de segunda vuelta contemplados por la Gran Encuesta, Santos derrota por más de 20 puntos porcentuales a sus contendores.
El pulso del primer mandatario con el voto en blanco, por ejemplo, es más estratégico que electoral. La campaña santista desplegará acciones para que, cuando este descontento se decante, una mayor proporción opte por el presidente, quien goza de mayor reconocimiento. Los altos niveles de desconocimiento y de impopularidad de los opositores en algunos casos complicarán los esfuerzos para que los inconformes busquen otras alternativas.
En conclusión, entre finales de noviembre y finales de enero la carrera por la Presidencia de la República no sufrió mayores cambios. Las mismas tendencias y niveles de apoyo se mantienen mientras que ni Santos ni sus opositores despiertan emociones que agiten la competencia. Queda ratificado que la combinación de indecisos e indignados, que reflejó los descontentos ciudadanos de 2013, tendrá un papel mayor en la campaña de 2014 que lo inicialmente previsto. Habrá que esperar las siguientes mediciones de la Gran Encuesta para saber si este bloque se disipará, como lo afirman algunos analistas, o si definirá al ganador.
El año arrancó con el típico ajetreo proselitista: correrías regionales, publicidad política en calles y emisoras, dos convenciones partidistas y una nueva invitada al tarjetón por los conservadores, Marta Lucía Ramírez. El presidente Juan Manuel Santos recibió oficialmente el aval del Partido de la U y las cábalas sobre su fórmula vicepresidencial han agitado la discusión política en los últimos días.
No obstante, la fotografía de la carrera hacia la Casa de Nariño tomada hoy es prácticamente la misma de diciembre del año pasado. Todos los candidatos, incluyendo el primer mandatario, mantuvieron sus lugares y en algunos casos con tendencia a la baja. Los datos de la Gran Encuesta confirman que, a pesar de que el país ya empezó a respirar el ambiente de la contienda electoral, ningún aspirante despunta ni marca mayores diferencias. En otras palabras, nadie despega.
Juan Manuel Santos conservó tanto el primer puesto en las preferencias de los electores en la primera vuelta como los mismos niveles de respaldo. Un cuarto de los colombianos apoya la intención del primer mandatario de reelegirse. Mientras que en regiones como la costa Caribe y Santander la ventaja del presidente es amplia, en Bogotá, Antioquia y el Eje Cafetero su apoyo es menor. Sobre los hombros de votantes que se identifican como liberales y del Partido de la U, el jefe del Estado mantiene una holgada diferencia sobre su más cercano competidor, Óscar Iván Zuluaga.
Para el aspirante uribista el piloto automático en que anda la campaña es el peor de los escenarios. Zuluaga no ha podido recortar la distancia que lo separa del presidente Santos y no alcanza los dos dígitos. Con solo el 8 por ciento del electorado detrás del estandarte del Centro Democrático, los tiempos del exministro para amenazar la reelección se agotan. El mantra de un candidato opositor a un presidente en ejercicio es el de crecer su apoyo electoral en cada medición. Según los datos de la encuesta, esa no es la tendencia que registra Zuluaga.
El estancamiento hacia la baja de Óscar Iván contrasta aún más dramáticamente con los índices de favorabilidad del expresidente Álvaro Uribe. Mientras la aspiración presidencial de Zuluaga se paraliza en los sondeos, Uribe registra una favorabilidad del 61 por ciento y ha crecido 7 puntos desde abril del año pasado. Es decir, hoy en la oposición del Centro Democrático hay más cabeza de lista del Senado que candidatura a la Presidencia de la República.
Muy cerca del aspirante uribista se encuentran otros dos opositores con credenciales distintas y el mismo porcentaje de apoyo: el 6 por ciento. Se trata de la candidata del Polo Democrático, Clara López Obregón, y el exalcalde de Bogotá Enrique Peñalosa, quien lucha por el aval de la Alianza Verde. López enfrenta una verdadera paradoja: mientras el descontento generalizado del año pasado constituye una oportunidad dorada para las banderas de izquierda, el Polo no ha sido capaz de canalizar ese ambiente de protesta. Al igual que Santos y que Zuluaga, los niveles de respaldo de la exalcaldesa de Bogotá se mantienen estáticos y dificultan su paso a una eventual segunda vuelta.
La situación de Peñalosa es más peculiar. La dirigencia de su partido, la Alianza Verde, obedece los lineamientos del alcalde de Bogotá, Gustavo Petro, acérrimo contradictor del exmandatario capitalino. Aunque Peñalosa aspira a participar en la consulta interna de los verdes el próximo 9 de marzo, día de las elecciones parlamentarias, no es seguro que la convoquen ni que lo dejen competir. Lo paradójico es que mientras los petristas quieren bloquear una candidatura presidencial peñalosista, el excalcalde bogotano empate en el tercer lugar de las preferencias electorales. De hecho, en términos de favorabilidad, Peñalosa es el segundo aspirante con mejor imagen después del presidente Santos, con el 34 por ciento.
La lista de los candidatos se cierra con la conservadora Marta Lucía Ramírez con el 4 por ciento y Aída Abella, de la Unión Patriótica, con el 1 por ciento. Para la recién escogida aspirante azul la medición pudo ser más alta, ya que contó con un cubrimiento mediático favorable durante los días posteriores a la convención de su partido (ver siguiente artículo). A primera vista, Ramírez no gozará del empujón posconvención que favoreció a Óscar Iván Zuluaga en los meses finales del año pasado.
¿Indecisos e ‘indignados’?
Más allá de las realidades que enfrenta cada uno de los candidatos en la carrera presidencial, la sumatoria de todos sus apoyos, incluido el de Juan Manuel Santos, equipara a los dos fenómenos más llamativos de la encuesta: el voto en blanco y los indecisos. Mientras un cuarto de los colombianos le apuesta al blanco, un poco menos, el 23 por ciento, aún no sabe por quién votar. Que uno de cada dos colombianos con intención de ir a las urnas no tenga un candidato definido a cuatro meses de la primera vuelta es un hecho sorpresivo que amerita explicación.
A primera vista, los indecisos y el voto en blanco no deberían generar mayor preocupación dentro de las campañas. Conforme se acerca el día de elecciones, los indecisos se decantan por uno de los aspirantes del tarjetón y al final una proporción termina por abstenerse de participar. En el caso del voto en blanco, este ha sido tradicionalmente una opción de protesta para una mínima porción del electorado, cuyo peso en el resultado final es menor. Por ejemplo, en las pasadas elecciones presidenciales, el porcentaje en la primera vuelta alcanzó el 1,53 por ciento de los más de 14,5 millones de votos.
Sin embargo, a estas alturas de la carrera presidencial, registros del 27 y del 23 por ciento para estas alternativas no tienen antecedentes. En enero de 2006, en la campaña de reelección del entonces presidente Álvaro Uribe, la Gran Encuesta midió un apoyo del 13 por ciento para indecisos y del 5 por ciento para el voto en blanco. Hace cuatro años, en abril de 2010, los indecisos marcaron el 11 por ciento y el blanco, el 4 por ciento. En la foto de la campaña presidencial de hoy estas opciones tradicionalmente marginales ocupan los lugares de preferencia y hasta triplican los respaldos de respetables y experimentados personajes de la vida pública.
Una mirada al ambiente nacional podría ser un buen punto de partida para explicar estos fenómenos. El pesimismo sigue marcando la pauta en el electorado: seis de cada diez colombianos piensan que el país va por mal camino. Si bien la imagen favorable del presidente Santos ha ganado 17 puntos porcentuales desde el bajón de septiembre del año pasado, está 1 punto por debajo de la negativa, que es del 47 por ciento.
Cada medición refleja la dificultad del primer mandatario para quebrar el umbral de apoyo electoral del 30 por ciento. En ese bloque de indecisos y voto en blanco reposa el respaldo necesario para que Santos finiquite la campaña y la convierta en un trámite. Así mismo, su alto porcentaje alimenta la ilusión de los candidatos opositores de transformarse en los abanderados de ese descontento y así reducir la distancia que los separa del candidato-presidente.
Frente a la identidad de quienes conforman esa mitad del electorado, se puede decir que son independientes de los partidos, de estratos medios y menores de 34 años. En Bogotá, por ejemplo, la proporción del voto en blanco creció 13 puntos desde diciembre y, en Antioquia, 11 puntos. Sin contar con liderazgos visibles, banderas claras y una molestia definida, estos colombianos son hoy un botín estratégico de las campañas y el centro de atención de los analistas.
No obstante, las motivaciones detrás de ambos bloques de electores no son las mismas. Mientras los indecisos tienden a reflejar falta de conocimiento o comunicación de las propuestas de los candidatos, los votantes en blanco constituyen una expresión de descontento más fuerte con la oferta política existente. Hoy los datos de la Gran Encuesta muestran que, al igual que en la medición de diciembre pasado, ni la Casa de Nariño ni los opositores cuentan con los mensajes de persuasión y confianza necesarios para canalizar hacia ellos este 50 por ciento del electorado. Los altos índices de la encuesta indican corrientes de opinión más complejas que la falta de información o la insatisfacción frente a los protagonistas del tarjetón.
Sin agitar las aguas
Por más que una porción importante de colombianos no encuentre opciones para votar, el estancamiento de la campaña electoral le conviene al presidente Santos. La Casa de Nariño necesita que no se presenten mayores sorpresas ni drásticas irrupciones en su camino hacia la reelección. Al fin de cuentas, en ninguna medición el mandatario pierde su primer lugar ni los opositores amenazan su continuidad. En todos los escenarios de segunda vuelta contemplados por la Gran Encuesta, Santos derrota por más de 20 puntos porcentuales a sus contendores.
El pulso del primer mandatario con el voto en blanco, por ejemplo, es más estratégico que electoral. La campaña santista desplegará acciones para que, cuando este descontento se decante, una mayor proporción opte por el presidente, quien goza de mayor reconocimiento. Los altos niveles de desconocimiento y de impopularidad de los opositores en algunos casos complicarán los esfuerzos para que los inconformes busquen otras alternativas.
En conclusión, entre finales de noviembre y finales de enero la carrera por la Presidencia de la República no sufrió mayores cambios. Las mismas tendencias y niveles de apoyo se mantienen mientras que ni Santos ni sus opositores despiertan emociones que agiten la competencia. Queda ratificado que la combinación de indecisos e indignados, que reflejó los descontentos ciudadanos de 2013, tendrá un papel mayor en la campaña de 2014 que lo inicialmente previsto. Habrá que esperar las siguientes mediciones de la Gran Encuesta para saber si este bloque se disipará, como lo afirman algunos analistas, o si definirá al ganador.
Persona natural o jurídica que la realizó: Ipsos Napoleón Franco,
inscrito ante el Consejo Nacional Electoral. Encomendada y financiada por: Alianza de Medios, RCN
Radio, RCN Televisión, La FM y revista SEMANA. Grupo objetivo:Población general, hombre y
mujeres, mayores de 18, de estratos sociales 1 al 6, residentes habituales de
las áreas urbanas de 13 municipios en Colombia, seleccionadas aleatoriamente
entre las 28 poblaciones con más de 200.000 habitantes del país, de modo que se
trata de una muestra representativa del 67 por ciento de la población urbana
adulta.Tamaño de la muestra: 1.008 encuestas reales,
1.008 encuestas ponderadas por nivel socioeconómico, género y rangos de edad,
con base en información del Censo DANE 2005 con proyecciones de población 2013. Margen de error observado: Para el total de la muestra, 3,1
por ciento; para la submuestra con intención de votar en la primera vuelta, el
error es de 3,8 por ciento y para la submuestra con intención de votar en la
segunda vuelta es del 3,9 por ciento. En todos los casos, con el 95 por ciento
de confianza para fenómenos de ocurrencia del 50 por ciento. Técnica de recolección de datos: Mezcla de entrevista
personal y telefónica en hogares. Se realizaron entrevistas telefónicas
únicamente en estratos 4, 5 y 6 de algunas de las ciudades, mientras que las
entrevistas presenciales fueron en estratos 1, 2 y 3 de todas las ciudades, y
para estratos 4 al 6 en algunas de ellas (según penetración telefónica y cantidad
de hogares en estos estratos). Área/cubrimiento: Bogotá; Atlántica:
Barranquilla, Cartagena y Soledad. Central: Cúcuta, Medellín, Pereira y
Manizales. Oriental: Bucaramanga. Pacífica: Cali, Buenaventura y Pasto.
Suroriental: Ibagué. Tipo de la
muestra: Muestreo
estratificado, multietápico, primera etapa selección de municipios, segunda
etapa selección de secciones cartográficas, tercera etapa selección de manzanas
a visitar (en cada conglomerado se seleccionan los hogares a entrevistar). Para
las entrevistas telefónicas, muestreo aleatorio a partir de bases de datos
propiedad de Ipsos-Napoleón Franco. El método de selección del entrevistado en
el hogar, es la persona presente en el hogar y residente habitual del mismo,
mayor de 18 años, próxima a cumplir años. Preguntas concretas que se formularon: Ver cuestionario anexo. Tema o temas a los que se refiere: Seguimiento a la intención
de voto en las próximas elecciones presidenciales de 2014. Fecha de realización del trabajo de campo: Del 28 al 29 de enero de
2014. Personajes por los que se indagó: Aída Abella, Clara López,
Enrique Peñalosa, Juan Manuel Santos, Marta Lucía Ramírez y Óscar Iván Zuluaga.
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CARTA
DE UN HIJO DE UN EXMILITAR
----
¡INACEPTABLE!
http://www.elcolombiano.com/BancoConocimiento/I/inaceptable/inaceptable.asp
Bogotá,
octubre 10 de 2013
Doctor
JUAN MANUEL SANTOS CALDERON
PRESIDENTE DE LA REPÚBLICA DE
COLOMBIA
Bogotá, D.C.
Distinguido señor Presidente:
Soy Hernán Alberto Mejía Rojas, nací hace quince años y mi padre no
pudo llegar a mi nacimiento porque se encontraba en las selvas del Putumayo y
del Caquetá al mando de un Batallón del Ejército enfrentando a los terroristas
con los cuales hoy usted negocia en La Habana, lo cual no critico si finalmente
encontramos la Paz de la Patria.
De mi existencia le puedo contar, que los primeros ocho años viví sin
padre porque estaba en la guerra salvando a los colombianos y los últimos siete
sin padre porque está preso por salvar a los colombianos.
¿Quién entiende esa desgracia? Usted señor Presidente asesinó a
mi padre y arrasó con mi vida y la mis hermanitos mellizos en una brutal rueda
de prensa el 26 de enero de 2007 precisamente donde yo también estaba ese día,
el Club Militar de las Mercedes en Tolemaida. Se a mi corta edad que usted
maneja a su antojo los medios de comunicación de Colombia y ellos le hacen eco
sin medir las terribles consecuencias de destruir el honor y la vida de
inocentes y sus familias en su afán por el poder y por pasar a la historia como
un hombre de paz.
Tal vez usted no preste atención a mis palabras, tal vez lleguen a la
basura en la oficina de algún asesor, pero quería decirle que un día ante
sus ojos o ante los de un hijo suyo le preguntare porqué cometió semejante
atrocidad contra el mejor Soldado de la Patria en mi concepto, mi padre.
Sí, señor Presidente, orgullosamente soy el hijo del Coronel Hernán
Mejía Gutiérrez, y tristemente huérfano por un crimen suyo contra él, que no
tiene perdón de Dios. Usted ni supo a quién calumnio y aniquiló ese día.
Usted acogió por consejo de Sergio Jaramillo las versiones de un
terrorista al que mi padre combatió y capturó para mostrar la cabeza del mejor
Soldado como un trofeo en su falsa lucha con la bandera por los Derechos
Humanos. Esto me lo contaron periodistas que estaban allí, no lo hizo mi padre.
Hace pocos días cuando iba camino al colegio, sus mismos periodistas me
notificaron antes que a mi padre, que lo habían condenado por lo que nunca hizo
pero por disposición Presidencial.
Pido a Dios porque mi padre soporte la infamia y la humillación que lo
corroe en cuerpo y alma, también le pido que a usted lo bendiga aunque yo no lo
puedo perdonar.
La verdad debe brillar y su abominable crimen saldrá a la luz, dígale
al país porque mató en vida a mi padre y acabó con nuestra familia.
HERNÁN
ALBERTO MEJÍA ROJAS
El
Hijo de un héroe, no de un Villano----
¡INACEPTABLE!
http://www.elcolombiano.com/BancoConocimiento/I/inaceptable/inaceptable.asp
Vergonzoso
ver cómo el presidente Juan Manuel Santos sale al exterior a pavonearse
hablando del “proceso de paz”, a venderle al mundo falsas expectativas, a hacer
alarde de lo mucho que ha conseguido, de la importancia de lo acordado y del
paraíso que nos espera a la vuelta de unos meses, mientras aquí sabemos que lo
único que han hecho en La Habana, fuera de pasear y rellenar cuartillas y
cuartillas, es rendirse a las absurdas exigencias de los narcoterroristas de
las FARC, que a punta de amenazas, extorsiones y bombas, nuevamente se están
tomando el país.
El
Presidente se promociona ocultando la verdad, diciendo frases atractivas, como
por ejemplo, aquella de que va a hacer que los terroristas “cambien los fusiles
por votos”, pero no cuenta que los votos para acceder al Congreso van a ser
regalados, que no irán a la cárcel y conservarán sus fusiles.
¡Con
razón consigue adeptos en todas partes y ya hasta lo postulan para el Nobel de
Paz!
Lo
anterior es una vergüenza, pero que además diga que lo único que lo preocupa es
que los narcoterroristas cometan “un acto de irracionalidad, algo que realmente
haga explotar en mil pedazos el proceso (de paz), un atentado a una
personalidad o algo por el estilo…”, es una afrenta imperdonable.
¿Acaso
no es un “acto de irracionalidad” la motocicleta bomba que detonaron hace pocos
días, en Pradera (Valle), que mató a un humilde trabajador y dejó, además, 61
personas heridas y destrozos materiales cuantiosos?
¿Y
dejar sin agua a 25.000 personas de Puerto Asís (Putumayo), por vertido de
crudo y sustancias contaminantes en las fuentes que abastecen el acueducto del
municipio, no es un “acto de irracionalidad”?
¿Y
qué tal el carro bomba que detonaron el siete de diciembre pasado, en el parque
principal de Inzá (Cauca), a la hora en que se congregaban los indígenas y
campesinos en el mercado, donde murieron cinco militares, un policía y tres
civiles?
Esto
por mencionar solo algunos de los atentados más recientes, porque “actos
irracionales” cometen diariamente los criminales de las FARC, y lo único que
vemos “explotar en mil pedazos”, es gente inocente o militares y policías que
están cumpliendo con el deber de salvaguardar la vida de los colombianos.
Pero,
para el señor Presidente, esos hechos de barbarie no alcanzan el grado de “irracionalidad”
suficiente como para acabar con la farsa de La Habana. Porque para él no es lo
mismo que asesinen a Jorge Eliécer Mora, el mensajero de Pradera, a que maten
“una personalidad”.
Ahora
bien, uno quisiera pensar que el presidente Santos, que no es una persona que
se comunica con fluidez, cometió una ligereza al expresarse, sin embargo, con
hechos él demuestra lo contrario.
Por
ejemplo, haber salido corriendo a visitar a Falcao García, en su lecho de
enfermo en Oporto (Portugal), con un gran despliegue mediático, sin antes haber
reparado en los heridos que aún permanecen en el hospital de Pradera, demuestra
que es verdad que para él, las “personalidades” están por encima del resto de
los colombianos.
Además,
el presidente Santos está en campaña y sabe que el capital electoral que lo
eligió no es propio, aprovecha, entonces, la exposición mediática nacional e
internacional para capitalizar los votos que le representa aparecer en fotos
tomando de la mano a Falcao, en cambio visitar los heridos de Pradera no le
aporta ¡nada! ¡Inaceptable!
P.S.
¿A qué fue el Presidente a Cuba? ¿A agradecerle a esa despreciable dictadura el
patrocinio que por años les ha dado a los narcoterroristas? ¿A acabar de humillar
nuestra democracia? También ¡Inaceptable!
---
La información e imágenes publicadas en esta
revista están extractadas de la Internet, principalmente de Google,
EL COLOMBIANO, El Barquero de EJE 21, EL TIEMPO, EL ESPECTADOR, EL CAMPANARIO, LA BARCA DE CALDERÓN, EL OBSERVATORE ROMANO, de la página no censurada de JUAN
GUERRA, CLARIN desde Argentina, EL UNIVERSO desde Ecuador, EL INFORMADOR desde Santa Marta, PORTAFOLIO, Juan Gossaín, DINERO, DIARIO
DE AMÉRICA, PERIODISMO SIN FRONTERAS y demás prensa lo mismo que los
correos que llegan vía email. Si hay algún error o queja, se pueden
contactar con nosotros en: avizor2012@gamil.com. Además,
los artículos y opiniones que se publican en cada edición, es de responsabilidad exclusiva de cada
articulista y en ninguna forma comprometen el pensamiento editorial del Director de OJO AVIZOR. QUEREMOS
PRECISAR QUE, NOSOTROS NO PLAGIAMOS Y LO ÚNICO QUE HACEMOS CON TODO RESPETO, ES
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