NÚMERO 317 FEBRERO 17 DE 2015 (MARTES)
Director
Bernardo A. Rendon Restrepo
bernal.rendon@hotmail.com
Editora y Asesora
Alba Hoyos Botero
alhobo2011@hotmail.com
Galardonados con la
1ª entrega de los premios
ANTURO
ANTURO
Enlaces
http://revistaconstelacion
8.- La vigente normativa
eclesiástica de la abstinencia de carne durante todos los viernes de cuaresma y
del ayuno y de la abstinencia el miércoles de ceniza y el viernes santo pueden
ayudarnos a recorrer esta segunda vía cuaresmal y penitencial, antes citada.
(2).-
Decálogo de los personajes de la Cuaresma
6.-
NICODEMO: Representa al hombre cabal, religioso y recto que busca la verdad. La
cuaresma es tiempo para no anclarnos en la “verdad” de nuestros pensamientos y
opciones sino de ponernos en camino en la búsqueda de la verdad auténtica y
definitiva. (Jn 3.1-21)
6.- La conversión es cortar
nuestros caminos de pecado, de materialismo, paganismo, consumismo,
sensualismo, secularismo e insolidaridad y emprender el verdadero camino de los
hijos de Dios, ligeros de equipaje.
4.- La ceniza nos interpela
a poner el fundamento de nuestra existencia en Jesucristo, Hoja y Árbol
perennes. Sólo El nos puede liberar de la destrucción, de la corrupción y de la
muerte. Cristo es la verdadera y única medicina de inmortalidad y eternidad.
1.- Que no te gloríes de ti
mismo: Tus talentos los recibiste para servir.
5.- La cuaresma es SALUD,
símbolo manifestado en textos como la curación del paralítico o la sanación del
hijo del centurión.
9.- La cuaresma es TRANSFIGURACIÓN. Es la luz definitiva del camino cuaresmal, preanunciada y pregustada en la escena de la transfiguración de Jesús. “Por la cruz a la luz”.
4.- “Fijémonos los unos en los
otros para estímulo de la caridad y las buenas obras” (Hb 10, 24). (Año
2012). Benedicto XVI.
(7).- Cuaresma y Piedad
Popular
2.- LAS DIMENSIONES Y ÁMBITOS DE LA CUARESMA: La Cuaresma es tiempo de escucha de la Palabra de Dios y de conversión, de preparación y de memoria del Bautismo, de reconciliación con Dios y con los hermanos, de recurso más frecuente a las “armas de la penitencia cristiana”: la oración, el ayuno y la limosna (cfr. Mt 6,1-6.16-18).
7.- CAMINO CUARESMAL,
CAMINO HACIA LA CRUZ: El camino cuaresmal termina con el comienzo del Triduo pascual, es
decir, con la celebración de la Misa in Cena Domini. En el Triduo
pascual, el Viernes Santo, dedicado a celebrar la Pasión del Señor, es el día
por excelencia para la “Adoración de la santa Cruz”.
9.- ILUMINAR EL SENTIDO DE
LA ADORACIÓN DE LA CRUZ DE CRISTO: No obstante, la piedad respecto a la Cruz,
con frecuencia, tiene necesidad de ser iluminada. Se debe mostrar a los fieles
la referencia esencial de la Cruz al acontecimiento de la Resurrección: la Cruz
y el sepulcro vacío, la Muerte y la Resurrección de Cristo, son inseparables en
la narración evangélica y en el designio salvífico de Dios. En la fe cristiana,
la Cruz es expresión del triunfo sobre el poder de las tinieblas, y por esto se
la presenta adornada con gemas y convertida en signo de bendición, tanto cuando
se traza sobre uno mismo, como cuando se traza sobre otras personas y objetos.
10.- LOS OTROS ASPECTOS DE LA PIEDAD POPULAR SOBRE EL MISTERIO DE CRISTO CRUCIFICADO: El texto evangélico, particularmente detallado en la narración de los diversos episodios de la Pasión, y la tendencia a especificar y a diferenciar, propia de la piedad popular, ha hecho que los fieles dirijan su atención, también, a aspectos particulares de la Pasión de Cristo y hayan hecho de ellos objeto de diferentes devociones: el “Ecce homo”, el Cristo vilipendiado, “con la corona de espinas y el manto de púrpura” (Jn 19,5), que Pilato muestra al pueblo; las llagas del Señor, sobre todo la herida del costado y la sangre vivificadora que brota de allí (cfr. Jn 19,34); los instrumentos de la Pasión, como la columna de la flagelación, la escalera del pretorio, la corona de espinas, los clavos, la lanza de la transfixión; la sábana santa o lienza de la deposición. Estas expresiones de piedad, promovidas en ocasiones por personas de santidad eminente, son legítimas. Sin embargo, para evitar una división excesiva en la contemplación del misterio de la Cruz, será conveniente subrayar la consideración de conjunto de todo el acontecimiento de la Pasión, conforme a la tradición bíblica y patrística.
8).- La Cuaresma en los prefacios de la Misa
El itinerario hacia la
Montaña Santa
1.-
CUARESMA, TIEMPO DE PREPARACIÓN A LA PASCUA:
2.- CUARESMA, TIEMPO DE AYUNO Y PENITENCIA:
4.- CUARESMA, EN BÚSQUEDA
DEL AGUA VIVA Y DE LA LUZ
5.- CUARESMA, ANTICIPO DE
LA PASCUA ETERNA:
6.-
CUARESMA, HACIA EL TIEMPO NUEVO DE LA VIDA DEFINITIVA:
4.-
¿Qué nos señala todo esto? Que el tiempo de gracia y de salvación de la
Cuaresma debe ser aprovechado para, en primer lugar, tomar conciencia de las
distintas tentaciones que amenazan nuestra salud cristiana. En segundo lugar,
que el discernimiento y la fuerza para superar las tentaciones la encontramos
en la oración y en la Palabra de Dios. Y, en tercer lugar, que la vocación
cristiana es la misión de cada día para transmitir con nuestra vida que el
Evangelio de Jesucristo es la novedad y la transformación definitiva –de
ahí los símbolos del agua, de la luz y de la resurrección- que todos y cada uno
de nosotros y nuestra entera humanidad tanto necesitamos.
6.-
En el ciclo C, los domingos tercero, cuarto y quinto, el tema central es la
conversión, a la luz del evangelio de San Lucas. Se trata, en el tercer
domingo, de un triple conversión: liberadora a luz de Moisés, conversión
para no perecer y conversión en las actitudes y estilo de vida. En el cuarto
domingo C se proclama el evangelio de la parábola del Hijo Pródigo, que es el
mejor mosaico, la más bella e interpeladora historia para todos (“los hijos
menores” y “los hijos mayores”) sobre la conversión. Por fin, en el quinto
domingo de Cuaresma, de la mano del conocido relato del evangelio de San Juan
del encuentro de Jesús con la mujer adúltera, se nos invita a todos
(a los “intachables” y a los pecadores públicos) a vivir la conversión con
sinceridad, radicalidad, agradecimiento y seguimiento.
El Vía Crucis es la Vía Dolorosa jerosolimitana, traspasada y
trasplantada a nuestros templos, a nuestras comunidades, a nuestras calles y a
nuestras plazas. Es recorrer las estaciones del dolor y del amor más grandes:
del Pretorio de la condena nuestra de cada al jardín de la vida y del sepulcro
abierto, vacío y resucitado; del Getsemaní del Cristo y del hombre que
permanecen en agonía hasta el final de los tiempos hasta la tumba florecida en
la Pascua sin ocaso.
[TEXTO COMPLETO] MENSAJE
DEL PAPA FRANCISCO PARA LA CUARESMA 2015
VATICANO, 27 Ene. 15 / 09:31 am (ACI).- Hoy se dio a
conocer el mensaje del Papa Francisco para la Cuaresma 2015
que lleva como título “Fortalezcan sus corazones”. El texto ha sido dado a
conocer por la Sala Stampa de la Santa Sedeen conferencia
de prensa. Los idiomas en los que puede encontrarse son el italiano, español,
inglés, polaco, alemán, francés y árabe.
A continuación el texto completo en español:
«Fortalezcan sus corazones» (St 5,8)
Queridos hermanos y hermanas:
La Cuaresma es un tiempo de renovación para la Iglesia, para las
comunidades y para cada creyente. Pero sobre todo es un «tiempo de gracia» (2
Co 6,2). Dios no nos pide nada que no nos haya dado antes: «Nosotros amemos a
Dios porque él nos amó primero» (1 Jn 4,19). Él no es indiferente a nosotros.
Está interesado en cada uno de nosotros, nos conoce por nuestro nombre, nos
cuida y nos busca cuando lo dejamos.
Cada uno de nosotros le interesa; su amor le impide
ser indiferente a lo que nos sucede. Pero ocurre que cuando estamos bien y nos
sentimos a gusto, nos olvidamos de los demás (algo que Dios Padre no hace
jamás), no nos interesan sus problemas, ni sus sufrimientos, ni las injusticias
que padecen… Entonces nuestro corazón cae en la indiferencia: yo estoy
relativamente bien y a gusto, y me olvido de quienes no están bien. Esta
actitud egoísta, de indiferencia, ha alcanzado hoy una dimensión mundial, hasta
tal punto que podemos hablar de una globalización de la indiferencia. Se trata
de un malestar que tenemos que afrontar como cristianos.
Cuando el pueblo de Dios se convierte a su amor,
encuentra las respuestas a las preguntas que la historia le plantea
continuamente. Uno de los desafíos más urgentes sobre los que quiero detenerme
en este Mensaje es el de la globalización de la indiferencia.
La indiferencia hacia el prójimo y hacia Dios es
una tentación real también para los cristianos. Por eso, necesitamos oír en
cada Cuaresma el grito de los profetas que levantan su voz y nos despiertan.
Dios no es indiferente al mundo, sino que lo ama
hasta el punto de dar a su Hijo por la salvación de cada hombre. En la
encarnación, en la vida terrena,
en la muerte y resurrección del Hijo de Dios, se abre definitivamente la puerta
entre Dios y el hombre, entre el cielo y la tierra.
Y la Iglesia es como la mano que tiene abierta esta
puerta mediante la proclamación de la Palabra, la celebración de los sacramentos, el testimonio
de la fe que actúa por la caridad (cf. Ga 5,6). Sin embargo, el mundo tiende a
cerrarse en sí mismo y a cerrar la puerta a través de la cual Dios entra en el
mundo y el mundo en Él. Así, la mano, que es la Iglesia, nunca debe sorprenderse
si es rechazada, aplastada o herida.
El pueblo de Dios, por tanto, tiene necesidad de
renovación, para no ser indiferente y para no cerrarse en sí mismo. Querría
proponerles tres pasajes para meditar acerca de esta renovación.
1. «Si un miembro sufre, todos sufren con él» (1 Co
12,26) – La Iglesia
La caridad de Dios que rompe esa cerrazón mortal en
sí mismos de la indiferencia, nos la ofrece la Iglesia con sus enseñanzas y,
sobre todo, con su testimonio. Sin embargo, sólo se puede testimoniar lo que
antes se ha experimentado. El cristiano es aquel que permite que Dios lo
revista de su bondad y misericordia, que lo revista de Cristo, para llegar a
ser como Él, siervo de Dios y de los hombres.
Nos lo recuerda la liturgia del Jueves Santo con el
rito del lavatorio de los pies. Pedro no quería que Jesús le lavase los pies,
pero después entendió que Jesús no quería ser sólo un ejemplo de cómo debemos
lavarnos los pies unos a otros. Este servicio sólo lo puede hacer quien antes
se ha dejado lavar los pies por Cristo. Sólo éstos tienen "parte" con
Él (Jn 13,8) y así pueden servir al hombre.
La Cuaresma es un tiempo propicio para dejarnos
servir por Cristo y así llegar a ser como Él. Esto sucede cuando escuchamos la
Palabra de Dios y cuando recibimos los sacramentos, en particular la
Eucaristía. En ella nos convertimos en lo que recibimos: el cuerpo de Cristo.
En él no hay lugar para la indiferencia, que tan a menudo parece tener tanto
poder en nuestros corazones. Quien es de Cristo pertenece a un solo cuerpo y en
Él no se es indiferente hacia los demás. «Si un miembro sufre, todos sufren con
él; y si un miembro es honrado, todos se alegran con él» (1 Co 12,26).
La Iglesia es communio sanctorum porque en ella
participan los santos, pero a su vez porque es comunión de cosas santas: el
amor de Dios que se nos reveló en Cristo y todos sus dones. Entre éstos está
también la respuesta de cuantos se dejan tocar por ese amor. En esta comunión
de los santos y en esta participación en las cosas santas, nadie posee sólo
para sí mismo, sino que lo que tiene es para todos.
Y puesto que estamos unidos en Dios, podemos hacer
algo también por quienes están lejos, por aquellos a quienes nunca podríamos
llegar sólo con nuestras fuerzas, porque con ellos y por ellos rezamos a Dios
para que todos nos abramos a su obra de salvación.
2. «¿Dónde está tu hermano?» (Gn 4,9) – Las
parroquias y las comunidades
Lo que hemos dicho para la Iglesia universal es
necesario traducirlo en la vida de las parroquias y comunidades. En estas
realidades eclesiales ¿se tiene la experiencia de que formamos parte de un solo
cuerpo? ¿Un cuerpo que recibe y comparte lo que Dios quiere donar? ¿Un cuerpo
que conoce a sus miembros más débiles, pobres y pequeños, y se hace cargo de
ellos? ¿O nos refugiamos en un amor universal que se compromete con los que
están lejos en el mundo, pero olvida al Lázaro sentado delante de su propia
puerta cerrada? (cf. Lc 16,19-31).
Para recibir y hacer fructificar plenamente lo que
Dios nos da es preciso superar los confines de la Iglesia visible en dos
direcciones.
En primer lugar, uniéndonos a la Iglesia del cielo
en la oración. Cuando la Iglesia terrenal ora, se instaura una comunión de
servicio y de bien mutuos que llega ante Dios. Junto con los santos, que
encontraron su plenitud en Dios, formamos parte de la comunión en la cual el
amor vence la indiferencia.
La Iglesia del cielo no es triunfante porque ha
dado la espalda a los sufrimientos del mundo y goza en solitario. Los santos ya
contemplan y gozan, gracias a que, con la muerte y la resurrección de Jesús,
vencieron definitivamente la indiferencia, la dureza de corazón y el odio.
Hasta que esta victoria del amor no inunde todo el mundo, los santos caminan
con nosotros, todavía peregrinos. Santa Teresa de Lisieux, doctora de la
Iglesia, escribía convencida de que la alegría en el cielo por la victoria del
amor crucificado no es plena mientras haya un solo hombre en la tierra que
sufra y gima: «Cuento mucho con no permanecer inactiva en el cielo, mi deseo es
seguir trabajando para la Iglesia y para las almas» (Carta 254,14 julio 1897).
También nosotros participamos de los méritos y de
la alegría de los santos, así como ellos participan de nuestra lucha y nuestro
deseo de paz y reconciliación. Su alegría por la victoria de Cristo resucitado
es para nosotros motivo de fuerza para superar tantas formas de indiferencia y
de dureza de corazón.
Por otra parte, toda comunidad cristiana está
llamada a cruzar el umbral que la pone en relación con la sociedad que la
rodea, con los pobres y los alejados. La Iglesia por naturaleza es misionera,
no debe quedarse replegada en sí misma, sino que es enviada a todos los
hombres.
Esta misión es el testimonio paciente de Aquel que
quiere llevar toda la realidad y cada hombre al Padre. La misión es lo que el
amor no puede callar. La Iglesia sigue a Jesucristo por el camino que la lleva
a cada hombre, hasta los confines de la tierra (cf. Hch 1,8). Así podemos ver
en nuestro prójimo al hermano y a la hermana por quienes Cristo murió y
resucitó. Lo que hemos recibido, lo hemos recibido también para ellos. E,
igualmente, lo que estos hermanos poseen es un don para la Iglesia y para toda
la humanidad.
Queridos hermanos y hermanas, cuánto deseo que los
lugares en los que se manifiesta la Iglesia, en particular nuestras parroquias
y nuestras comunidades, lleguen a ser islas de misericordia en medio del mar de
la indiferencia.
3. «Fortalezcan sus corazones» (St 5,8) – La
persona creyente
También como individuos tenemos la tentación de la
indiferencia. Estamos saturados de noticias e imágenes tremendas que nos narran
el sufrimiento humano y, al mismo tiempo, sentimos toda nuestra incapacidad
para intervenir. ¿Qué podemos hacer para no dejarnos absorber por esta espiral
de horror y de impotencia?
En primer lugar, podemos orar en la comunión de la
Iglesia terrenal y celestial. No olvidemos la fuerza de la oración de tantas
personas. La iniciativa 24 horas para el Señor, que deseo que se celebre en
toda la Iglesia —también a nivel diocesano—, en los días 13 y 14 de marzo, es
expresión de esta necesidad de la oración.
En segundo lugar, podemos ayudar con gestos de
caridad, llegando tanto a las personas cercanas como a las lejanas, gracias a
los numerosos organismos de caridad de la Iglesia. La Cuaresma es un tiempo
propicio para mostrar interés por el otro, con un signo concreto, aunque sea
pequeño, de nuestra participación en la misma humanidad.
Y, en tercer lugar, el sufrimiento del otro
constituye un llamado a la conversión, porque la necesidad del hermano me
recuerda la fragilidad de mi vida, mi dependencia de Dios y de los hermanos. Si
pedimos humildemente la gracia de Dios y aceptamos los límites de nuestras
posibilidades, confiaremos en las infinitas posibilidades que nos reserva el
amor de Dios. Y podremos resistir a la tentación diabólica que nos hace creer
que nosotros solos podemos salvar al mundo y a nosotros mismos.
Para superar la indiferencia y nuestras pretensiones
de omnipotencia, quiero pedir a todos que este tiempo de Cuaresma se viva como
un camino de formación del corazón, como dijo Benedicto XVI (Ct.
enc. Deus caritas
est, 31).
Tener un corazón misericordioso no significa tener
un corazón débil. Quien desea ser misericordioso necesita un corazón fuerte,
firme, cerrado al tentador, pero abierto a Dios. Un corazón que se deje
impregnar por el Espíritu y guiar por los caminos del amor que nos llevan a los
hermanos y hermanas. En definitiva, un corazón pobre, que conoce sus propias
pobrezas y lo da todo por el otro.
Por esto, queridos hermanos y hermanas, deseo orar con
ustedes a Cristo en esta Cuaresma: "Fac cor nostrum secundum Cor
tuum": "Haz nuestro corazón semejante al tuyo" (Súplica de las
Letanías al Sagrado Corazón de Jesús). De ese modo tendremos un corazón fuerte
y misericordioso, vigilante y generoso, que no se deje encerrar en sí mismo y
no caiga en el vértigo de la globalización de la indiferencia.
Con este deseo, aseguro mi oración para que todo
creyente y toda comunidad eclesial recorra provechosamente el itinerario
cuaresmal, y les pido que recen por mí. Que el Señor los bendiga y la Virgen
los guarde.
----
DIEZ DECÁLOGOS Y MEDITACIONES DE CUARESMA: TODO ANTE
LA CUARESMA 2015 (18 FEBRERO/2 ABRIL 2015)
Por
Jesús de las Heras Muela
La
Iglesia católica se dispone a recorrer el tiempo litúrgico y espiritual de la
Cuaresma, los cuarenta días de camino hacia la Pascua. La Cuaresma es siempre
tiempo y don de Dios para la conversión, para la renovada y permanente toma de
conciencia de la obra de la salvación en Jesucristo y por Jesucristo. El ayuno, la limosna y la oración son los tres medios tradicionales y bien fecundos para recorrer este tiempo de gracia, este día –cuarenta días- de salvación. Desde estas claves, ofrecemos a continuación y con una clara finalidad pastoral y catequética los siguientes decálogos.
(1). Lo que la Cuaresma es
1.- La cuaresma nació como desarrollo pedagógico de un aspecto central del misterio cristiano celebrado en el triduo pascual. Destaca la perspectiva de su referencia a Jesucristo.
2.- La cuaresma ha sido siempre el tiempo litúrgico más caracterizado del cristianismo. Es un conjunto de cuarenta días, cuya razón de ser originaria fue la de imitar el ayuno previo del Señor al comienzo de su ministerio apostólico.
3.- La cuaresma es privilegio aptísimo para vivir en y de la Palabra de Dios. Vivir en y de la Palabra significa leerla, rezarla, meditarla, abrirse a ella, confrontarse con ella, poner a su tamiz y a su luz nuestra propia existencia. Llenarse de ella para sea la música y la letra de la pletina de nuestra alma y de la partitura de nuestro corazón.
4.- Toda la liturgia de la
cuaresma, tanto en sus aspectos rituales como en la misma liturgia de la
palabra, está transida de hermosísimos símbolos que ayuden y hagan visible el
camino cristiano de la conversión. Estos símbolos son el desierto, la luz, la
salud, el agua, el perdón, la liberación, la cruz y la resurrección.
5.-
Los personajes bíblicos que iluminan el camino cuaresmal son José hijo de
Jacob, Ester, la casta Susana, Jeremías, el ciego de nacimiento, el hijo
pródigo, el padre del hijo pródigo, la samaritana, la mujer adúltera y
arrepentida, Zaqueo, el buen ladrón… y, sobre todo, Jesús de Nazaret.
6.-
La cuaresma encuentra en la oración la más apropiada de sus atmósferas y de sus
escuelas. La oración cuaresmal debe más frecuente y habitual. Su tonalidad
propia es la humildad, la insistencia, la confianza. Es oración de súplica y de
petición. La oración cristiana de la cuaresma debe intensificar sus dimensiones
bíblica y litúrgica, de gran riqueza, variedad, matices y contenidos durante
los cuarenta días de este tiempo. En este sentido, la oración litúrgica ha de
ser más pausada, sencilla, cordial, humilde, pobre, seria y profunda.
7.-
El ayuno es el segundo camino cuaresmal, según el Papa San León Magno. Se trata
del ayuno del hombre viejo, del ayuno del pecado, de la renuncia a los propios
caminos para abrazar los caminos de Jesucristo. Se trata de privarnos de algo
en favor de alguien necesitado, que podemos nosotros mismos o nuestro prójimo.
El ayuno no es, pues, una ejercitación meramente voluntarista o hasta
masoquista. Es una opción de purificación y de intercesión.
9.-
La limosna, la caridad, la solidaridad es el tercero de los caminos
tradicionales y permanentes de la cuaresma. ¡Tenemos tantas demandas de
justicia para vivir la limosna, la caridad cuaresmal!
10.-
La cuaresma es un tiempo para vivir de ella. Es un tiempo para practicarla,
para ejercitarla no como un fin en sí mismo sino como un medio, un camino hacia
la pascua. Por ello, para recorrer adecuada y cristianamente la cuaresma debemos
buscar y desarrollar nuevos espacios oracionales y devocionales. El rezo, antes
tan habitual del Vía Crucis, durante, al menos, los viernes de cuaresma, es una
praxis que, lejos de haber perdido su vigencia y sentido, debe ser potenciada y
recuperada en nuestra Iglesia en medio de una sociedad donde la realidad y el
misterio de la cruz siguen presentes y desafiantes. Otras maneras espléndidas y
siempre fecundas para recorrer este camino cuaresmal de la oración será
practicar algún día de retiro o de ejercicios espirituales, que nos llenarán de
fuerza, de gracia y de vida, siempre necesarias para todos y participar en
conferencias, charlas y escuelas cuaresmales.
1.-
LA SAMARITANA: Es el ejemplo de la persona alejada, que se encuentra con Jesús,
se abre a su diálogo, se deja interpelar, abre su conciencia y Jesús transforma
su vida. Necesitaba el agua viva para limpiar las adherencias y suciedades de
su vida anterior. El agua de Jesucristo la limpia y purifica y se convierte en
otra persona y en un testigo. (Jn 4, 1-31)
2.-
LA MUJER ADULTERA: Personifica la capacidad de misericordia de Jesucristo.
Habla del misterio del perdón cristiano. Llama a la sinceridad del corazón y de
una vida recta partiendo de uno mismo. Alerta sobre nuestros juicios y
prejuicios. Habla de la necesaria apertura cristiana hacia todas las personas,
que siempre son dignas del amor y del perdón de Dios. Testimonia la
potencialidad salvadora de la mirada compasiva de Jesucristo. (Jn 8, 1-11).
3.-
EL PADRE DE LA PARÁBOLA DEL HIJO PRÓDIGO: Es la imagen del Dios Padre rico en
misericordia. Nos recuerda su amor, su bondad, su espera. Cree en la libertad y
confía en el retorno de su hijo. No inquiere, no lleva cuentas del mal, sino
que siempre está dispuesto al abrazo del perdón, de la reconciliación y de la
vida nueva. Es justo desde el amor, un amor que no tiene medidas ni reglas
puramente humanas. (Lc 15,11-32).
4.-
EL HIJO PRÓDIGO: Es, de nuevo, imagen de los alejados y de aquellos que hacen,
en algún momento, un uso indebido de su libertad y de sus derechos. Es
prototipo, en primera instancia, de quien piensa sólo en sí mismo y busca los
placeres rápidos, inmediatos y efímeros. Es después representación de la obra
de la gracia, que también desde situaciones, circunstancias y conveniencias
humanas, va moviendo el corazón hacia la conversión. Toma conciencia de su
situación de postración, se pone en camino, se deja guiar por la reconciliación
y experimentan el don y la gracia inmensos del perdón y del amor. (Lc
15,11-32).
5.-
EL HERMANO MAYOR DEL HIJO PRÓDIGO: Es reflejo de tantos de los planteamientos
de los “cercanos”, de los que se mantienen en la Iglesia, pero que no acaban de
abrir del todo su alma a la sabiduría de Dios y a la plenitud del Evangelio.
Lleva “cuentas”, el calculador, lo tiene todo apuntado, tiene sus razones y sus
derechos. Pero necesita encontrar las verdades razones y derechos de la
gratuidad, del perdón y del amor.
7.-
EL ENFERMO DE LA PISCINA DE BETESDA: Es el prototipo del enfermo que aguarda la
salud y de quien necesita ayuda de los demás. Llevaba enfermo 38 años y nadie
le había empujado a la piscina de las aguas sanadoras. El cristiano debe estar
alerta para descubrir a quien necesite de nosotros. El enfermo de la piscina de
Betesda, una vez sanado, es también modelo de agradecimiento y de testimonio.
8.-
EL CIEGO DE NACIMIENTO: Representa la oscuridad y la ceguera como enfermedad
del cuerpo y como enfermedad del alma. Cuaresma es descubrir las oscuridades de
nuestra vida cristiana y buscar la mano sanadora de Jesús, que, a través de su
Iglesia, unta el barro y el ungüento de la luz en los ojos de nuestra alma. La
fe es la luz; Jesús es la luz. Vivir sin la fe, vivir sin Jesús es oscuridad y
ceguera. Y el cristiano, como el ciego de nacimiento, una vez recobrada la
vista, debe ser testigo de la Luz. (Jn 9, 1-41) 9.-
LÁZARO: Es el amigo de Jesús. Es el resucitado, signo y primicia de la gran
Resurrección de Jesucristo, prenda de nuestra futura resurrección. También
nosotros, si creemos, si mantenemos y cultivamos la amistad con Jesús, podremos
ver la gloria de Dios y dar testimonio de ella con nuestras obras. Lázaro,
junto a sus hermanas Marta y María, habla de la necesidad de mantener un trato
de intimidad con Jesús y de hacer de nuestra cuaresma tiempo y espacio para
nuestra Betania cotidiana. (Jn 11, 1-44).
10.-
MARÍA DE NAZARET: Es la madre, es la solidaria, la asociada a la pasión, muerte
y resurrección de su Hijo Jesucristo. Mira la pasión y la pascua con ojos y
corazón compasivos, como Jesús. Está. Testimonia así la fuerza decisiva de la
presencia, de la compañía, de saber estar en el lugar donde debemos estar.
María de Nazaret nos ha de ayudar a permanecer al pie de la cruz de nuestros
hermanos y a saber acompañarlos con nuestra presencia y amor en sus Vías
Dolorosas. (Jn 19, 25-27).
(3).-
Decálogo de la conversión cuaresmal
1.-
La conversión es recordar que el Señor nos hizo para sí y que todos los
anhelos, expectativas, búsquedas y hasta frenesíes de nuestra vida, sólo
descansarán, sólo se plenificarán, cuando volvamos a El.
2.-
La conversión es la llamada insistente a asumamos, reconozcamos y purifiquemos
nuestras debilidades.
3.-
La conversión es ponernos en el camino, con la ternura, la humildad y la
sinceridad del hijo pródigo, de rectificar los pequeños o grandes errores y
defectos de nuestra vida.
4.-
La conversión es entrar en uno mismo y tamizar la propia existencia a la luz
del Señor, de su Palabra y de su Iglesia y descubrir todo lo que hay en
nosotros de vana ambición, de presunción innecesaria, de limitación y egoísmo…
5.-
La conversión es cambiar nuestra mentalidad, llena de eslóganes mundanos,
lejana al evangelio, y transformarla por una visión cristiana y sobrenatural de
la vida.
7.-
La conversión es examinarnos de amor y encontrar nuestro corazón y nuestras
manos más o menos vacías.
8.-
La conversión es renunciar a nuestro viejo y acendrado egoísmo, que cierra las
puertas a Dios y al prójimo.
9.-
La conversión es mirar a Jesucristo -como hizo Teresa de Jesús a su Cristo muy
llagado- y contemplar su cuerpo desnudo, sus manos rotas, sus pies atados, su
corazón traspasado sentir la necesidad de responder con amor al Amor que no es
amado.
10.-
Y así, de este modo, la conversión, siempre obra de la misericordia y de la
gracia de Dios y del esfuerzo del hombre, será encuentro gozoso, sanante y
transformador con Jesucristo.
(4).- Decálogo del signo
cuaresmal de la ceniza
1.-
Este signo quiere expresar el reconocimiento de nuestra condición humana, tan
limitada y corruptible. Así lo expresa una de las fórmulas con las que el
sacerdote puede imponer la ceniza a los fieles: “Recuerda que polvo eres y en
polvo te convertirás”. La ceniza habla de caducidad, de lo perecedero. La
ceniza es también signo de la posibilidad de resurgir. En el fuego quedan
siempre en el rescoldo las cenizas.
2.-
La ceniza simboliza el árbol quemado y calcinado. Fue precisamente en un árbol
-el árbol de la cruz- donde Jesucristo fue crucificado. Evoca la cruz y
anticipa también la Pascua. El árbol de la cruz es el árbol de la vida.
3.-
La ceniza nos llama asimismo a la humildad, a la austeridad. Nos alerta sobre
el orgullo y la autosuficiencia. ¡Qué más pobre e insignificante que la ceniza!
5.-
La ceniza es símbolo de conversión. Por eso, al imponer la ceniza, la fórmula
más usada es la que dice: “Arrepiéntete y cree en el Evangelio”.
De
este modo, al hilo de un texto reciente de las publicaciones diocesanas
semanales de las Iglesias en Aragón, podemos afirmar que la ceniza que Dios
quiere, que la ceniza cristiana es:
2.-
Que no te consideres dueño de nada: eres sólo un humilde administrador.
3.-
Que aprecies el valor de las cosas sencillas y humildes, de los pequeños gestos
cotidianos.
4.-
Que vivas el momento presente en compromiso y esperanza, vislumbrando en el
quehacer de cada día el rostro de la eternidad.
5.-
Que no temas desesperadamente al sufrimiento, al dolor, a la destrucción, a la
muerte: La ceniza surge de un árbol y para los cristianos ese árbol no es otro
que el árbol de la cruz de Jesucristo, el árbol de la Vida para siempre.
(5).-
Decálogo de los símbolos de Cuaresma
1.-
La cuaresma es DESIERTO. Es sequedad, soledad, ayuno austeridad, rigor,
esfuerzo, penitencia, peligro, tentación.
2.-
La cuaresma es PERDÓN. Las historias bíblicas de Jonás y de Nínive y la
parábola del hijo pródigo, son ejemplos de ello.
3.-
La cuaresma es ENCUENTRO, es abrazo de reconciliación como en la parábola del
hijo pródigo o en la conversión de Zaqueo o en el diálogo de Jesucristo con la
mujer adúltera.
4.-
La cuaresma es LUZ, como se pone de evidencia, por ejemplo, en el evangelio del
ciego de nacimiento. Es el tránsito de las tinieblas a la luz. Jesucristo es la
luz del mundo.
6.-
La cuaresma es AGUA. Es el tránsito de la sed de nuestra insatisfacción al agua
viva, el agua de Moisés al pueblo de Israel en el desierto o de Jesús a la
mujer samaritana.
7.-
La cuaresma es superación victoriosa de las pruebas y dificultades. Es
LIBERACIÓN, TRIUNFO. Algunas figuras bíblicas, que sufren graves peligros y
vencen en la prueba, son José hijo de Jacob, la casta Susana, Ester, el profeta
Jeremías y, sobre todo, Jesús, tentado y transfigurado.
8.-
La cuaresma es CRUZ. Signo y presencia permanente durante toda la cuaresma.
Prefigurada en el Antiguo Testamento y patentizada con el ejemplo de Jesucristo
y como su llamada cargar con ella como condición para el seguimiento.
9.- La cuaresma es TRANSFIGURACIÓN. Es la luz definitiva del camino cuaresmal, preanunciada y pregustada en la escena de la transfiguración de Jesús. “Por la cruz a la luz”.
10.-
La cuaresma es el esfuerzo por retirar el fermento viejo e incorporar la
LEVADURA NUEVA DE LA PASCUA RESUCITADA Y RESUCITADORA, ahora y para siempre.
(6).- Los lemas papales para las Cuaresmas de los
diez últimos años
1.- “Fortaleced vuestros
corazones” (Sant 5, 8). (2015). Francisco.
2.- “Se hizo pobre para
enriquecernos con su pobreza (cfr. 2 Cor 8, 9)”. (2014). Francisco.
3.- Creer en la caridad,
suscita caridad. “Hemos conocido el amor que Dios nos tiene y hemos creído en
él” (1 Jn 4,16). (Año 2013). Benedicto XVI.
5.- “Con Cristo sois
sepultados en el Bautismo, con él también habéis resucitado» (Col 2, 12) (Año
2011). Benedicto XVI.
6.- “La justicia de Dios se ha
manifestado por medio de la fe en Jesucristo” (Rom. 3, 21-22) (Año 2010).
Benedicto XVI.
7.- “Jesús, después de haber
ayunado cuarenta días y cuarenta noches, al final sintió hambre” (Mt 4,
1-2) (Año 2009). Benedicto XVI.
8.- “Nuestro Señor Jesucristo,
siendo rico, por vosotros se hizo pobre” (2 Cor. 8,9) (Año 2008). Benedicto
XVI.
9.- “Mirarán al que
traspasaron” (Jn. 19,37) (Año 2007). Benedicto XVI.
10.- “Al ver Jesús a las
gentes se compadecía de ellas” (Mt 9, 36) (Año 2006). Benedicto XVI.
La
Cuaresma en el “Directorio sobre la Piedad Popular y la Liturgia” (Congregación
para el Culto Divino y la Disciplina de los Sacramentos, 2002)
1.- PREPARACIÓN A LA
PASCUA: La
Cuaresma es el tiempo que precede y dispone a la celebración de la
Pascua.
2.- LAS DIMENSIONES Y ÁMBITOS DE LA CUARESMA: La Cuaresma es tiempo de escucha de la Palabra de Dios y de conversión, de preparación y de memoria del Bautismo, de reconciliación con Dios y con los hermanos, de recurso más frecuente a las “armas de la penitencia cristiana”: la oración, el ayuno y la limosna (cfr. Mt 6,1-6.16-18).
3.-
LA CENIZA, SU SÍMBOLO POR EXCELENCIA: El comienzo de los cuarenta días de
penitencia, en el Rito romano, se caracteriza por el austero símbolo de las
Cenizas, que distingue la liturgia del Miércoles de Ceniza.
Propio
de los antiguos ritos con los que los pecadores convertidos se sometían a la
penitencia canónica, el gesto de cubrirse con ceniza tiene el sentido de reconocer
la propia fragilidad y mortalidad, que necesita ser redimida por la
misericordia de Dios. Lejos de ser un gesto puramente exterior, la
Iglesia lo ha conservado como signo de la actitud del corazón penitente
que cada bautizado está llamado a asumir en el itinerario cuaresmal. Se
debe ayudar a los fieles, que acuden en gran número a recibir la Ceniza, a que
capten el significado interior que tiene este gesto, que abre a la conversión y
al esfuerzo de la renovación pascual.
4.-
TIEMPO PARA DEJAR LO SUPERFLUO E IR A LO FUNDAMENTAL: A pesar de la
secularización de la sociedad contemporánea, el pueblo cristiano advierte
claramente que durante la Cuaresma hay que dirigir el espíritu hacia las
realidades que son verdaderamente importantes; que hace falta un esfuerzo
evangélico y una coherencia de vida, traducida en buenas obras, en forma de
renuncia a lo superfluo y suntuoso, en expresiones de solidaridad con los que
sufren y con los necesitados.
5.-
TIEMPO PARA LA CONFESIÓN Y LA COMUNIÓN: También los fieles que frecuentan poco los
sacramentos de la Penitencia y de la Eucaristía saben, por una larga tradición
eclesial, que el tiempo de Cuaresma-Pascua está en relación con el precepto de
la Iglesia de confesar lo propios pecados graves, al menos una vez al año,
preferentemente en el tiempo pascual.
6.-
EL SENTIDO DEL AYUNO CUARESMAL: La práctica del ayuno, tan característica
desde la antigüedad en este tiempo litúrgico, es un “ejercicio” que libera
voluntariamente de las necesidades de la vida terrena para redescubrir la
necesidad de la vida que viene del cielo: “No sólo de pan vive el
hombre, sino de toda palabra que sale de la boca de Dios” (Mt 4,4;
cfr. Dt 8,3; Lc 4,4; antífona de comunión del I Domingo de Cuaresma).
Sin
embargo, la piedad popular desea anticipar la veneración cultual de la Cruz. De
hecho, a lo largo de todo el tiempo cuaresmal, el viernes, que por una
antiquísima tradición cristiana es el día conmemorativo de la Pasión de Cristo,
los fieles dirigen con gusto su piedad hacia el misterio de la Cruz.
8.-
LO QUE ES Y DICE LA CRUZ DE CRISTO: Contemplando al Salvador crucificado captan
más fácilmente el significado del dolor inmenso e injusto que Jesús, el Santo,
el Inocente, padeció por la salvación del hombre, y comprenden también el valor
de su amor solidario y la eficacia de su sacrificio redentor.
En
las manifestaciones de devoción a Cristo crucificado, los elementos
acostumbrados de la piedad popular como cantos y oraciones, gestos como la
ostensión y el beso de la cruz, la procesión y la bendición con la cruz, se
combinan de diversas maneras, dando lugar a ejercicios de piedad que a veces
resultan preciosos por su contenido y por su forma.
10.- LOS OTROS ASPECTOS DE LA PIEDAD POPULAR SOBRE EL MISTERIO DE CRISTO CRUCIFICADO: El texto evangélico, particularmente detallado en la narración de los diversos episodios de la Pasión, y la tendencia a especificar y a diferenciar, propia de la piedad popular, ha hecho que los fieles dirijan su atención, también, a aspectos particulares de la Pasión de Cristo y hayan hecho de ellos objeto de diferentes devociones: el “Ecce homo”, el Cristo vilipendiado, “con la corona de espinas y el manto de púrpura” (Jn 19,5), que Pilato muestra al pueblo; las llagas del Señor, sobre todo la herida del costado y la sangre vivificadora que brota de allí (cfr. Jn 19,34); los instrumentos de la Pasión, como la columna de la flagelación, la escalera del pretorio, la corona de espinas, los clavos, la lanza de la transfixión; la sábana santa o lienza de la deposición. Estas expresiones de piedad, promovidas en ocasiones por personas de santidad eminente, son legítimas. Sin embargo, para evitar una división excesiva en la contemplación del misterio de la Cruz, será conveniente subrayar la consideración de conjunto de todo el acontecimiento de la Pasión, conforme a la tradición bíblica y patrística.
8).- La Cuaresma en los prefacios de la Misa
El
itinerario hacia la Montaña Santa
El
Prefacio es la parte de la plegaria eucarística de la Santa Misa, previa a la
consagración, en la que el sacerdote, en nombre todo el pueblo santo, glorifica
a Dios Padre y le da las gracias por toda la obra de la salvación o por algunos
de sus aspectos particulares, según las variantes del día, fiesta o tiempo
litúrgico.
En
el actual Misal Romano hay cinco Prefacios generales de Cuaresma, dos para los
tres días primeros de la Semana Santa y otros seis para los seis domingos de
este tiempo litúrgico. Su lectura y meditación nos muestra espléndida y
hermosamente la identidad de la Cuaresma, de sus signos, símbolos y praxis, y
siempre en unidad íntima con la Pascua. En seis bloques temáticas agrupamos
ahora estos Prefacios, algunos de los cuales repetimos en su emplazamiento en
razón de la riqueza y hondura de su contenido:
El
Prefacio es la parte de la plegaria eucarística de la Santa Misa, previa a la
consagración, en la que el sacerdote, en nombre todo el pueblo santo, glorifica
a Dios Padre y le da las gracias por toda la obra de la salvación o por algunos
de sus aspectos particulares, según las variantes del día, fiesta o tiempo
litúrgico.
En
el actual Misal Romano hay cinco Prefacios generales de Cuaresma, dos para los
tres días primeros de la Semana Santa y otros seis para los seis domingos de
este tiempo litúrgico. Su lectura y meditación nos muestra espléndida y
hermosamente la identidad de la Cuaresma, de sus signos, símbolos y praxis, y
siempre en unidad íntima con la Pascua. En seis bloques temáticas agrupamos
ahora estos Prefacios, algunos de los cuales repetimos en su emplazamiento en
razón de la riqueza y hondura de su contenido:
“Por
El concedes a tus hijo anhelar año tras año con el gozo de habernos purificado
la solemnidad de la Pascua, para que dedicados con mayor entrega a la alabanza
divina y al amor fraterno, por la celebración de los misterios que nos dieron
nueva vida, lleguemos a ser en plenitud hijos de Dios”.
“Tu
abres a la Iglesia el camino de un nuevo éxodo a través del desierto cuaresmal,
para que llegados, a la montaña santa, con el corazón contrito y humillado,
reavivemos nuestra vocación de pueblo de la alianza, convocado para bendecir tu
nombre, escuchar tu Palabra y experimentar con gozo tus maravillas”.
2.- CUARESMA, TIEMPO DE AYUNO Y PENITENCIA:
“Porque
con nuestras privaciones voluntarias nos enseñas a reconocer y agradecer tus
dones, a dominar nuestro afán de suficiencia y a repartir nuestros bienes con
los necesitados, imitando así tu generosidad”.
“Porque
con el ayuno corporal refrenas nuestras pasiones, elevas nuestro espíritu, nos
das fuerza y recompensa por Cristo Señor nuestro”.
“El
cual, al abstenerse durante cuarenta días de tomar alimento, inauguró la
práctica de nuestra penitencia cuaresmal, y al rechazar las tentaciones del
enemigo, nos enseñó a sofocar la fuerza del pecado: de este modo, celebrando
con sinceridad el misterio de esta Pascua, podremos pasar un día a la Pascua que
no se acaba”
3.- CUARESMA, EL
CAMINO DE LA CRUZ SALVADORA:
“En la pasión
salvadora de tu Hijo el universo aprende a proclamar tu grandeza y por la
fuerza de la cruz el mundo es juzgado como reo y el Crucificado exaltado como
juez poderoso”.
“Porque se acercan
ya los días santos de su pasión salvadora y de su resurrección gloriosa: en
ellos celebramos su triunfo sobre el poder de nuestro enemigo y renovamos el
misterio de nuestra redención”.
“Quien, después de
anunciar su muerte a los discípulos, les mostró en el monte santo el esplendor
de su gloria, para testimoniar, de acuerdo con la ley y los profetas, que la
pasión es el camino de la resurrección”.
“Quien,
al pedir agua a la Samaritana, ya había infundido en ella la gracia de la fe,
si quiso estar sediento de la fe de aquella mujer fue para encender en ella el
fuego del amor divino”.
“Quien
se hizo hombre para conducir al género humano, peregrino en tinieblas, al
esplendor de la fe; y a los que nacieron esclavos del pecado, los hizo renacer
por el bautismo, transformándolos en tus hijos adoptivos”.
“Porque
has establecido generosamente este tiempo de gracia para renovar en santidad a
tus hijos, de modo, que, libres de toda afecto desordenado, vivamos las
realidades temporales como primicias de las realidades eternas”.
“El
cual, al abstenerse durante cuarenta días de tomar alimento, inauguró la
práctica de nuestra penitencia cuaresmal, y al rechazar las tentaciones del
enemigo, nos enseñó a sofocar la fuerza del pecado: de este modo, celebrando
con sinceridad el misterio de esta Pascua, podremos pasar un día a la Pascua
que no se acaba”.
“El
cual, hombre mortal, como nosotros, que lloró a su amigo Lázaro, y Dios y Señor
de la vida que lo levantó del sepulcro, hoy extiende su compasión a todos los
hombres y por medio de sus sacramentos los restaura a una vida nueva”.
“El
cual, siendo inocente, se entregó a la muerte por los pecadores, y aceptó la
injusticia de ser contado entre los criminales. De esta forma, al morir,
destruyó nuestra culpa, y, al resucitar, fuimos justificados”.
9).-
La Cuaresma en la liturgia de la Palabra
1.-
La Cuaresma, que llega a nosotros ya desde el Miércoles de Ceniza como tiempo
por excelencia para la gracia y salvación y para la autenticidad, encuentra
siempre en el primer domingo los llamados relatos sinópticos
–los de los evangelios de Mateo, Marcos y Lucas- sobre las tentaciones de Jesús
en el desierto. Ello nos indica que la Cuaresma es un tiempo de desierto, de
prueba y de superación de las distintas tentaciones: del poder, del tener, del
aparentar.
2.- La
transfiguración del Señor centra siempre el segundo domingo cuaresmal. Ello
nos habla que la Cuaresma es tiempo para dejar y alternar el valle de la vida
con la subida a la montaña de la contemplación. Esto es, que la Cuaresma debe
ser aprovechada con tiempos fuertes de oración, retiro, oración y
encuentro personal y transformador con el Señor. Ello nos habla también que
estos tiempos fuertes de oración se han de iluminar y nutrir de la Palabra de
Dios, que nos mostrará el destino transfigurado de la existencia humana. Y ello
nos habla finalmente que después de subir y permanecer en la montaña es preciso
regresar al valle de la vida para continuar la misión, conscientes, eso sí, de
que la transfiguración –la Pascua, en suma- es nuestro futuro.
3.-
En el ciclo A, en los domingos tercero, cuarto y quinto se
proclaman los pasajes evangélicos de la Samaritana, la curación del ciego de
nacimiento y la resurrección de Lázaro. Son símbolos de la iniciación
cristiana, de la fuerza del encuentro transformador con Jesucristo, del destino
que aguarda a los cristianos. La importancia de estos mensajes es tal que
siempre se pueden leer estos relatos evangélicos, aunque el año en cuestión no
sea del ciclo A.
5.-
La Cuaresma –recordamos- es el tiempo para tomar conciencia y superar las
tentaciones de cada día; para llenarnos de la luz transfigurada de Jesucristo y
salir al valle de la vida a transmitir con nuestra vida que El, solo El, es el
agua, la luz y la vida que tanto anhelamos y necesitamos.
En
este último sentido, los domingos tercero, cuarto y quinto del ciclo B nos
presentan la novedad y singularidad de la salvación cristiana. Es Jesucristo
quien nos salva. Solo El. Con la promesa y certeza de su resurrección
–“destruid este templo y en tres días lo levantaré”-. Con su cruz, que se eleva
sobre la tierra para que todo el que crea en el Crucificado tenga vida eterna.
Como el grano de trigo que solo florece en la espiga de oro siendo enterrado en
la tierra.
7.-
Por su parte, las lecturas del Antiguo Testamento se refieren a los principales
acontecimientos de la historia de la salvación, que es uno de los temas básicos
de la primera y fundamental catequesis cristiana. Estos textos parten desde el
principio de la historia de la salvación hasta la promesa de la nueva alianza.
Dios es fiel a su promesa y a su alianza, idea central que se retoma en la
selección de las epístolas paulinas, que buscan esta gran convergencia y
llamada a la conversión, es decir, a aprovechar la gracia inmensa de la
Cuaresma.
(10).-
Cuaresma y Vía Crucis: caminos de misericordia
“El
Vía Crucis –afirmaba Benedicto XVI al término del rezo del Vía Crucis en el
Coliseo Romano, en al anochecer del Viernes Santo- es el camino de la
misericordia. Es el camino de la bondad, de la verdad, de la valentía, del
amor. No es simplemente una lista de lo oscuro y triste del mundo, no es
tampoco un moralismo ineficiente, y no es un grito de protesta que no cambia
nada; por el contrario, es el camino de la misericordia, la misericordia que
pone un límite al mal. Es el camino de la misericordia y así es el camino de la
salvación. Y nos invita emprender el camino de la misericordia y a poner
con Jesús un límite al mal”.
El
Vía Crucis es, en efecto, amigos, memoria viva de la historia más
sagrada, escuela de fe y de virtudes e interpelación para el compromiso y el
testimonio de la vida cristiana. Es contemplar y mirar al que atravesaron. Es
reproducción vivida, escenificada y sentida de los misterios de la pasión y
muerte de Jesucristo. Es compartir y completar en nosotros lo que le falta a la
Pasión de Cristo. Es inmersión en la historia de fe y de devoción del pueblo
cristiano. Es apurar la compañía de Jesús y pregustar y presentir los mismos
sentimientos de Cristo, Quien a pesar de su condición divina no hizo alarde de
su categoría de Dios, despojándose de su rango, actuando con un hombre
cualquier y sometiéndose a una muerte y muerte de cruz.
El
Vía Crucis es celebrar y anticipar la Pascua. Es hogar de contemplación y
unción. Es escuela de perdón, de arrepentimiento y de conversión. Es horno de
caridad. Es hontanar de vida y de compromiso. Es fuente de transformación y de
apostolado. Es una de las más bellas plegarias que ha brotado del alma del
pueblo fiel y una de las más extraordinarias, oportunas y fecundas praxis de
Cuaresma.
-----
La
información e imágenes publicadas en esta revista están extractadas de la
Internet, principalmente de Google, EL COLOMBIANO, El Barquero de
EJE 21, EL TIEMPO, EL ESPECTADOR, EL
CAMPANARIO, LA BARCA DE CALDERÓN, EL OBSERVATORE ROMANO, de la página no
censurada de JUAN GUERRA, CLARIN desde Argentina, EL UNIVERSO desde
Ecuador, EL INFORMADOR desde Santa Marta, PORTAFOLIO, Juan Gossaín,
DINERO, DIARIO DE AMÉRICA, PERIODISMO SIN FRONTERAS y demás prensa
lo mismo que los correos que llegan vía email. Si hay algún error o
queja, se pueden contactar con nosotros en:
avizor2012@gamil.com. Además, los artículos y opiniones que se publican en
cada edición, es de responsabilidad exclusiva de cada
articulista y en ninguna forma comprometen el pensamiento editorial del Director de OJO AVIZOR. QUEREMOS
PRECISAR QUE, NOSOTROS NO PLAGIAMOS Y LO ÚNICO QUE HACEMOS CON TODO RESPETO,
ES REPRODUCIR LOS COMENTARIOS U ARTÍCULOS QUE POR SU INTERÉS
AMERITE QUE SEAN RESALTADOS EN NUESTRA REVISTA, RECONOCIENDO QUIEN ES EL AUTOR
DEL MISMO.
Espero
que hayan disfrutado de su Contenido, hasta pronto…
No hay comentarios:
Publicar un comentario