Director
Bernardo A. Rendon Restrepo
bernal.rendon@hotmail.com
Editora y Asesora
Alba Hoyos Botero
Alhobo2011@hotmail.com
Enlaces
myberose@hotmail.com
Twitter@revistaconstelaEl chef Jamie Oliver gana demanda contra McDonald´S
http://www.chw.net/foro/off-topic/1038541-el-cheff-hamburguesas-jamie-oliver-y-su-lucha-contra-mcdonalds.html
El cheff de hamburguesas Jamie Oliver justo ha ganado una batalla en contra de la cadena más grande de comida chatarra que existe en el mundo. Una vez que Oliver demostró cómo se hacen las hamburguesas, McDonald’s, la franquiciadora anunció que cambiará la receta.
De acuerdo a Oliver, las partes grasosas de la carne se “lavan”
con hidróxido de amoníaco y luego se usan en la confección de la ‘torta’ de
carne para rellenar la hamburguesa. Antes de este proceso, de acuerdo con el
presentador, ya esa carne no era apta para consumo humano.
Oliver, chef activista radical, quién ha asumido una Guerra contra
la industria de alimentos, dice: estamos hablando de carnes que hubieran sido
vendidas como alimento para perros y después de este proceso se les sirve a
seres humanos. Aparte de la calidad de la carne, el hidróxido de amonio es
dañino para la salud. Oliver le dice a esto: “El Proceso de la Porquería Rosa”.
¿Qué ser humano en su sano juicio pondría un trozo de carne
remojada en hidróxido de amonio en la boca de un niño?
En otra de sus iniciativas Oliver demostró como se hacen los nuggets de pollo: Después de seleccionar las ‘mejores partes’, el resto: grasa, pellejos, cartílagos, vísceras, huesos, cabeza, patas, son sometidos a un licuado –separación mecánica- es el eufemismo que usan los ingenieros en alimentos, y después esa pasta rosada por la sangre, es desodorada, decolorada, reodorizada y repintada, capeadas en melcocha farinácea y frita, esto es rehervido en aceites generalmente parcialmente hidrogenados, esto es, tóxicos.
En otra de sus iniciativas Oliver demostró como se hacen los nuggets de pollo: Después de seleccionar las ‘mejores partes’, el resto: grasa, pellejos, cartílagos, vísceras, huesos, cabeza, patas, son sometidos a un licuado –separación mecánica- es el eufemismo que usan los ingenieros en alimentos, y después esa pasta rosada por la sangre, es desodorada, decolorada, reodorizada y repintada, capeadas en melcocha farinácea y frita, esto es rehervido en aceites generalmente parcialmente hidrogenados, esto es, tóxicos.
En USA, Burger King y Taco Bell ya abandonaron el uso de amonio en
sus productos. La industria de alimentos usa el hidróxido amonio como un agente
anti-microbiano, lo que le ha permitido a McDonald’s usar en sus hamburguesas
carne, de entrada no apta para consumo humano.
Pero aún más molesta es la situación que estas sustancias basadas
en hidróxido amonio sean consideradas ‘componentes legítimos en procedimientos
de producción’ en la industria de alimentos con las bendiciones de las
autoridades de salud en todo el mundo. Así los consumidores nunca se podrán
enterar de qué químicos ponen en nuestra comida.
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Murió el Caballero Gaucho
El cantante de música popular Luis Ángel Ramírez Saldarriaga, 'El Caballero Gaucho', quien falleció en la noche de este viernes en una clínica de Pereira, será velado desde las 10 de la mañana de este sábado en el coliseo de La Virginia (Risaralda). (Lea acá la última entrevista con el 'Caballero Gaucho')
"El cuerpo nos lo entregan mañana (sábado) por la mañana y esperamos poder comenzar a velarlo en el coliseo del municipio. Eso ya lo acordamos con Luis Édgar (uno de los 13 hijos del cantante pereirano)", anunció el alcalde de La Virginia, Nelson Palacio Vásquez. (Vea: Recordando el paso de EL TIEMPO... el 'Caballero Gaucho').
Ramírez, de 96 años, permaneció
en una unidad de cuidados intensivos durante las últimas dos semanas, desde el
26 de julio, cuando fue remitido de urgencia desde La Virginia a Pereira debido
a complicaciones de salud. Dos días antes había sido dado de alta del hospital
San Jorge, también de Pereira, donde fue sometido a una cirugía.
El cantante sufría de una enfermedad renal desde
hacía varios años y tenía que someterse a diálisis.
El intérprete de Viejo Farol, Lejos del Tambo, Amor
indio y Viejo Juguete, entre otros éxitos, le concedió a EL TIEMPO, el jueves
25 de julio, la última entrevista que le dio a un medio de comunicación.
En esta reveló que se sentía muy cansado y que
"ya se iba". "Sé que la gente me quiere mucho y yo los quiero a
todos", afirmó desde su lecho de enfermo.
El 'padre' de los cantantes de la música popular no
alcanzó a conocer la escultura que la Alcaldía mandó hacer en su honor y que
será puesta en el parque principal de La Virginia.
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Adiós al Caballero Gaucho
Aunque con su música
recorrió casi todos los paises de America y Europa, irónicamente y pese a su
nombre artístico, El Caballero Gaucho murió sin conocer la pampa argentina.
La Virginia.
El corazón, que le dio vida, gloria y fama, traicionó a los 96 años de edad al Caballero Gaucho, el ídolo de la canción popular que nació en Pereira, pero que hizo del puerto de La Virginia su segundo hogar.
Su cuerpo, ya débil y deteriorado por el paso de los años, no logró contener por más tiempo, al alma, temerosa de dejar huérfanos a cientos de miles de colombianos.
Varias generaciones aprendieron a cantar melodías que se hicieron inmortales en su voz, como Viejo Farol, Lejos del Tambo, Viejo Juguete, Alma de Mujer, Amor Indio, Etapa Final, Arañazo, Flor de Bulevar y La Escuelita de Doña Luisa.
Tras haber cantado desde los 6 años de edad, al lado de sus padres, El Caballero Gaucho fue visto por última vez en público el pasado 29 de junio, en un homenaje que le hizo el Alcalde Nelson Palacio Vásquez con la fundación Pampas Porteñas, en el teatro Municipal Henando López Yepes, donde cantaron en su honor el artista argentino Daniel Alexis, Alberto y Juan Diego Laverde, entre otros.
El cortejo fúnebre
Rosas rojas sobre un féretro blanco a bordo de la máquina del Cuerpo de Bomberos adornaron el último lecho del hombre que le cantó con igual sentimiento al amor y al desamor.
De Jardines Las Orquídeas, el cuerpo fue llevado a las 11 de la mañana al coliseo Municipal de La Virginia, donde es velado en cámara ardiente.
Las exequias se cumplirán en la parroquia de Nuestra Señora del Carmen, con conducción al cementerio municipal.
El corazón, que le dio vida, gloria y fama, traicionó a los 96 años de edad al Caballero Gaucho, el ídolo de la canción popular que nació en Pereira, pero que hizo del puerto de La Virginia su segundo hogar.
Su cuerpo, ya débil y deteriorado por el paso de los años, no logró contener por más tiempo, al alma, temerosa de dejar huérfanos a cientos de miles de colombianos.
Varias generaciones aprendieron a cantar melodías que se hicieron inmortales en su voz, como Viejo Farol, Lejos del Tambo, Viejo Juguete, Alma de Mujer, Amor Indio, Etapa Final, Arañazo, Flor de Bulevar y La Escuelita de Doña Luisa.
Tras haber cantado desde los 6 años de edad, al lado de sus padres, El Caballero Gaucho fue visto por última vez en público el pasado 29 de junio, en un homenaje que le hizo el Alcalde Nelson Palacio Vásquez con la fundación Pampas Porteñas, en el teatro Municipal Henando López Yepes, donde cantaron en su honor el artista argentino Daniel Alexis, Alberto y Juan Diego Laverde, entre otros.
El cortejo fúnebre
Rosas rojas sobre un féretro blanco a bordo de la máquina del Cuerpo de Bomberos adornaron el último lecho del hombre que le cantó con igual sentimiento al amor y al desamor.
De Jardines Las Orquídeas, el cuerpo fue llevado a las 11 de la mañana al coliseo Municipal de La Virginia, donde es velado en cámara ardiente.
Las exequias se cumplirán en la parroquia de Nuestra Señora del Carmen, con conducción al cementerio municipal.
Hoy a las 3 de la tarde, las guitarras dejarán
sonar sus notas musicales para despedir al juglar pereirano con las melodías
que lo llevaron a la inmortalidad.
En el sepelio estarán presentes el gobernador de Risaralda, Carlos Alberto Botero, los alcaldes de Pereira Enrique Vásquez, de La Virginia Nelson Palacio y de Dosquebradas Jorge Diego Ramos, al lado de una multitud anónima que siempre lo recordará en sus noches de bohemia y evocación.
Policías y soldados con sus manos enguantadas le hacen guardia de honor al féretro, mientras paulatinamente se van acercando, una a una, aquellas personas que lo conocieron de trato y amistad, y quienes por múltiples razones no solo le dieron su despedida sino sus agradecimientos, pues con su música y sus canciones El Caballero Gaucho siempre estuvo cerca de sus corazones.
El último pregón
Un pregonero, sobre una bicicleta hace sonar por el altavoz las inolvidables canciones que hicieron grande al juglar porteño.
En el sepelio estarán presentes el gobernador de Risaralda, Carlos Alberto Botero, los alcaldes de Pereira Enrique Vásquez, de La Virginia Nelson Palacio y de Dosquebradas Jorge Diego Ramos, al lado de una multitud anónima que siempre lo recordará en sus noches de bohemia y evocación.
Policías y soldados con sus manos enguantadas le hacen guardia de honor al féretro, mientras paulatinamente se van acercando, una a una, aquellas personas que lo conocieron de trato y amistad, y quienes por múltiples razones no solo le dieron su despedida sino sus agradecimientos, pues con su música y sus canciones El Caballero Gaucho siempre estuvo cerca de sus corazones.
El último pregón
Un pregonero, sobre una bicicleta hace sonar por el altavoz las inolvidables canciones que hicieron grande al juglar porteño.
Mientras tanto, una lágrima furtiva rodó por las mejillas de su amado hijo Luis
Edgar Ramírez, porque con la muerte sucede que por mucho que se la esperes,
siempre nos toma por sorpresa.
“Se nos apagó el Viejo Farol, pero se enciende en nuestras almas y en nuestros recuerdos”, exclamó su hijo.
Junto con su hijo Luis Edgar, construyeron tres guitarras; dos se conservan en excelente estado y la tercera se perdió en una casa de empeño.
Sin bigote
Al periodista Herney Ocampo le contó que antes de un concierto en Ansermanuevo mentras se afeitaba, se cortó la mitad del bigote, por lo que decidió rasurárselo completamente antes de salir al escenario, pero el público les gritaba a los organizadores: “ladrones” y ese no era el Caballero Gaucho. Tuvo que arrebatarle el micrófono al presentador y comenzar a cantar. Sólo así apaciguó a la concurrencia. El promotor le dijo, entonces, “No vuelva a venir sin bigote”.
Línea de tiempo
1917.
10 de junio. Nace Luis Ángel Ramírez Saldarriaga, el Caballero Gaucho, en el hogar de Pedro Ramírez y Carmen Saldarriaga, en la vereda San Joaquín de Pereira.
1933.
Al lado de su primo Bernardo Saldarriaga y los guitarristas José Ramírez y Gilberto Mesa es primera voz cel grupo Alma Ecuatoriana.
1946.
El grupo cambia de nombre por Los Trovadores Andinos, hasta que se disuelve en 1946 y es cuando arrancará su carrera de solista.
1946.
Mario Arango Mejía, director de La Voz de Pereira, lo descubre en una audición en vivo en el radio teatro de esa emisora. Esa misma semana lo lanza al estrellato con el nombre de “Caballero Gaucho”, propuesto por el poeta Luis Carlos González.
1953.
Contrae matrimonio con Ana Libia Arbeláez (fallecida en 1966), con quien traen al mundo cinco hijos: Luis Edgar (Secretario de Gobierno de Dosquebradas), Luz María, Darío Augusto, Carlos Julio y Fabio Ramírez.
1953.
Hace una pausa de 10 años en su carrera profesional y se arraiga en La Virginia, municipio donde fija su residencia, convirtiéndose en uno de los mejores ebanistas de la región.
1963.
Conoce al Pibe Campos que trae al país la canción “El Sueño del Pibe”, donde relata un drama de un niño amante del fútbol, al cual le incorpora estrofas de su inspiración, convirtiéndola en el hit del momento.
Con la disquera Lanzur de Ibagué, de propiedad de Luis Suárez graba producciones tan exitosas como Viejo Farol, tema ecuatoriano que fue traido al país por Héctor Haro.
1966.
Muere su primera esposa Ana Libia Arbelaez.
1968.
Se casa con Esperanza Rojas, con quien tiene 7 hijos: Gloria, Orlando, Carmen, José, Esperanza, Jairo y Ruth Elena.
1969.
Viaja por primera vez a los Estados Unidos donde alcanza rotundo éxito con la colonia colombiana en ese país.
1981.
Se presenta en el programa de Jorge Barón “El Show de las Estrellas”, y recibe la patadita de la buena suerte.
2013.
El 29 de junio, el pueblo de La Virginia y el occidente risaraldense le rinde homenaje con motivo de su 96 cumpleaños.
“Se nos apagó el Viejo Farol, pero se enciende en nuestras almas y en nuestros recuerdos”, exclamó su hijo.
Junto con su hijo Luis Edgar, construyeron tres guitarras; dos se conservan en excelente estado y la tercera se perdió en una casa de empeño.
Sin bigote
Al periodista Herney Ocampo le contó que antes de un concierto en Ansermanuevo mentras se afeitaba, se cortó la mitad del bigote, por lo que decidió rasurárselo completamente antes de salir al escenario, pero el público les gritaba a los organizadores: “ladrones” y ese no era el Caballero Gaucho. Tuvo que arrebatarle el micrófono al presentador y comenzar a cantar. Sólo así apaciguó a la concurrencia. El promotor le dijo, entonces, “No vuelva a venir sin bigote”.
Línea de tiempo
1917.
10 de junio. Nace Luis Ángel Ramírez Saldarriaga, el Caballero Gaucho, en el hogar de Pedro Ramírez y Carmen Saldarriaga, en la vereda San Joaquín de Pereira.
1933.
Al lado de su primo Bernardo Saldarriaga y los guitarristas José Ramírez y Gilberto Mesa es primera voz cel grupo Alma Ecuatoriana.
1946.
El grupo cambia de nombre por Los Trovadores Andinos, hasta que se disuelve en 1946 y es cuando arrancará su carrera de solista.
1946.
Mario Arango Mejía, director de La Voz de Pereira, lo descubre en una audición en vivo en el radio teatro de esa emisora. Esa misma semana lo lanza al estrellato con el nombre de “Caballero Gaucho”, propuesto por el poeta Luis Carlos González.
1953.
Contrae matrimonio con Ana Libia Arbeláez (fallecida en 1966), con quien traen al mundo cinco hijos: Luis Edgar (Secretario de Gobierno de Dosquebradas), Luz María, Darío Augusto, Carlos Julio y Fabio Ramírez.
1953.
Hace una pausa de 10 años en su carrera profesional y se arraiga en La Virginia, municipio donde fija su residencia, convirtiéndose en uno de los mejores ebanistas de la región.
1963.
Conoce al Pibe Campos que trae al país la canción “El Sueño del Pibe”, donde relata un drama de un niño amante del fútbol, al cual le incorpora estrofas de su inspiración, convirtiéndola en el hit del momento.
Con la disquera Lanzur de Ibagué, de propiedad de Luis Suárez graba producciones tan exitosas como Viejo Farol, tema ecuatoriano que fue traido al país por Héctor Haro.
1966.
Muere su primera esposa Ana Libia Arbelaez.
1968.
Se casa con Esperanza Rojas, con quien tiene 7 hijos: Gloria, Orlando, Carmen, José, Esperanza, Jairo y Ruth Elena.
1969.
Viaja por primera vez a los Estados Unidos donde alcanza rotundo éxito con la colonia colombiana en ese país.
1981.
Se presenta en el programa de Jorge Barón “El Show de las Estrellas”, y recibe la patadita de la buena suerte.
2013.
El 29 de junio, el pueblo de La Virginia y el occidente risaraldense le rinde homenaje con motivo de su 96 cumpleaños.
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Antioquia, labores cotidianas de antes y de hoy
http://www.elcolombiano.com/BancoConocimiento/A/antioquia_labores_cotidianas_de_antes_y_de_hoy/antioquia_labores_cotidianas_de_antes_y_de_hoy.asp
¿Qué
tan diferentes somos a los habitantes de Antioquia de principios del siglo
XX? ¿Cómo han cambiado las costumbres familiares y las tareas cotidianas
durante los últimos 100 años?
Con la
ayuda de la historiadora Claudia Avendaño Vásquez, docente de la UPB,
intentamos reconstruir la Antioquia de 1900 a 1930. Un retrato del hogar de
nuestros abuelos, quienes construyeron nuestras tradiciones desde la cocina, la
familia, los oficios y las artes.
La cocina, el lugar
para el encuentro
La
Iglesia jugó un papel fundamental en la construcción de las viviendas de
comienzos del siglo XX. Con sus disposiciones y reglamentos, los trabajadores
de las primeras industrias ahorraron el dinero suficiente para edificar su
vivienda, con la asesoría y aprobación del clero.
Una de las
principales normas para las construcciones de la época era la ubicación de la
cocina.Siempre apartada de la casa, por
el riesgo de un incendio. Generalmente se usaban en este espacios
materiales de segunda mano o más económicos como el bahareque. Nada parecido a
las cocinas de la actualidad que, prácticamente, se integran con el resto de la
casa.¿Recuerdan el sabor característico que le daba a la comida el fogón de leña? Esos mismos fueron construidos principalmente de ladrillo vitrificado, hecho en su mayoría en las ladrilleras de Guayabal. Su brasa permanecía encendida durante la noche con el fin de no perder el calor y dejar en cocción, por ejemplo, la aguapanela.
El antepasado de las estufas eléctricas y a gas, que hoy nos facilitan la vida, requería una familia activa, dispuesta a recolectar leña, cocinar, limpiar las cenizas y aprovechar estratégicamente el calor de la brasa para otros usos como alejar los animales de la comida.
“Los hombres en la cocina huelen a rila de gallina”
Cocinar se ha convertido en un sex appeal en los hombres, conquistar por el paladar en el siglo XXI es una táctica que a muchos varones les ha funcionado. Pero, lo que hoy encanta a las mujeres, antes estaba totalmente prohibido. Las mujeres a la cocina, los hombres a la caza o el trabajo.
Ellos solo entraban a este caluroso lugar siendo niños, para aprender a rezar con sus madres. De resto, nunca más. El famoso dicho de los hombres en la cocina, obedece a estas prácticas del siglo pasado.
La cocina, desde entonces, ha sido también un lugar de reunión. Mujeres y niños la aprovechaban para enterarse de las noticias, rezar el rosario o contar historias mientras se realizan las tareas de la casa. Cocinar era una prioridad en la educación de las niñas, quienes no veían nada malo en ser las amas de casa. El feminismo aún no había generado un ambiente de protesta frente al papel de la mujer al servicio de las necesidades del hogar.
Hace 20 años jamás se hubieran imaginado que ser una mujer afuera de la cocina, dedicada a trabajar y ganar dinero, estuviera en los ideales de vida y liberación.
'La letra con sangre entra' y otras concepciones sobre la educación
La
rigidez de los padres, la disciplina religiosa y los castigos físicos fueron
parte fundamental de la educación de hace 100 años. Era tarea de la madre la
educación en casa: los valores, los modales, los rituales religiosos y la
obediencia se impartían siempre en la cocina. El lugar de encuentro de las
mujeres.
No es gratuito que
nuestros abuelos recuerden las historias de todo el rejo o “juete” que les
dieron por no cumplir con sus tareas, deshonrar a sus padres o hacer caso omiso
a sus órdenes. Estos castigos, tan normales para su época, tal vez hoy les
darían una larga condena a los padres por violencia intrafamiliar. 100 años
después aprendimos a educar con palabras y cariño. Incluso, como afirman
algunos abuelos, "los volvieron malcriados y caprichosos".Recurrir a un psicólogo era absolutamente innecesario ante dificultades de aprendizaje, un severo golpe dejaba la lección aprendida de por vida. Allí, en los años 20, se aprendían las buenas costumbres, a las buenas o a las malas.
En aquella época cuando el honor de las familias era un valor fundamental, sin importar la clase social, tener hijos dedicados a la vida religiosa era una bendición y motivo de orgullo. El estado laico, en cambio, nos trajo con la constitución del 91, la concepción de que esta es una opción de vida tan válida como las demás, ni menor ni superior.
Niños y niñas se querían y respetaban como hermanos. Pero no aprendían por igual. Las niñas, a los saberes de hogar; los niños, a las reparaciones y los asuntos masculinos entre los que se permitían, incluso, los vicios como el juego, el tabaco y el licor.
Mientras tanto, en las cocinas de la época se implementaban elaboradas técnicas para lavar y almidonar la ropa, pulir los cueros, y tejer.
Hoy, las funciones
del hogar terminan siendo un dolor de cabeza para hombres y mujeres que
prefieren centrar sus saberes en asuntos profesionales aplicados afuera de sus
casas. ¿Quién cambia un bombillo? ¿Quién arregla un daño eléctrico, una
tubería? A comienzos de siglo, eso estaba solucionado. Hoy, necesitamos
pagarles a muchas personas para que nos faciliten la vida.
Entretenimiento familiar, pero nada de ocio
Las abuelas son hiperactivas por naturaleza, esa necesidad
de hacer mil cosas al mismo tiempo nos sorprende y a la vez nos inquieta. ¿De
dónde salió eso de estar siempre ocupados?
Las familias que
antiguamente poblaron Antioquia tenían la respuesta. Las mujeres no pueden
tener tiempo para el ocio porque eso trae malos pensamientos a un cuerpo débil.
Cuando no había nada qué hacer, las soluciones saltaban a la vista: madres que
mezclaban un bulto de fríjoles con uno de maíz para que fueran separados y otra
serie de tareas cuñadas con la frase: "Si no tiene nada para hacer, le
buscamos oficio".
Tal vez sea de esa necesidad de estar ocupados que nació la costumbre del palillo o rama en la boca, para nunca estar desocupados.
Incluso
en el tiempo en familia, ese que se aprovechaba para conversar, para escuchar
la radio o para jugar, las mujeres cosían o cocinaban, manteniéndose siempre
ocupadas.
Los hombres, en
cambio sí podían acceder al ocio. Encontrarse con otras personas para las
actividades grupales como los juegos de cartas, dominó, parqués, tute, baraja
española o damas.El tiempo libre casi siempre se resumía en encuentro con la familia, nada de rumbas lejos de casa que permitieran espacios en privado con otras personas.
Al son de tiples y guitarras, las familias se reunían a compartir y celebrar. Pero no en cualquier horario, todo se hacía a plena luz del día. Después de las 7 de la noche salir implicaba sacrificar la honra familiar.
Obviamente no faltaban quienes saltaban la norma y disfrutaban de la noche. En Medellín, Lovaina se convirtió en el lugar preferido para compartir al son de la milonga y el juego. En los pueblos, siempre había lugares clandestinos a donde escapar.
En el siglo XXI, en cambio, el movimiento feminista y la promulgación de las libertades individuales, propició espacios para la integración con amigos y conocidos, fuera del núcleo familiar. Todo un experimento social jamás pensado en los años 30, en donde cualquier tipo de diversión por fuera del hogar podría ser motivo de destierro. El hijo de la vergüenza del que nunca más se volvía a hablar.
De pueblo en pueblo llevando razones
Ubicar
a familiares, amigos, compañeros y conocidos en todo momento, gracias a los
teléfonos celulares, es una práctica bastante recurrente que nos permite tener
el control sobre casi todas las personas que tienen que ver con el desarrollo
de nuestras actividades.
En los años 70 y 80
este maravilloso invento móvil aún no estaba al alcance de los colombianos
pero, el teléfono hacía muy bien su trabajo uniendo familias, regiones y hasta
otros países. Escuchar una voz al otro lado del auricular nos acercó a un punto
de desarrollo tecnológico remoto para el comienzo del siglo XX.
En ese momento, nuestra topografía era un aliado importante de la comunicación. Ante la ausencia de obstáculos para las ondas sonoras, el grito era el medio más eficaz para hacer correr las noticias. En los municipios, incluso, había expertos del grito, mensajeros profesionales en hacer llegar las noticias más allá de las veredas.
No cabe duda que la oralidad era el aliado del "chisme", pero también de los asuntos importantes. Estos últimos no se gritaban a viva voz, pero sí se enviaban con un pregonero de buena memoria, que pudiera llevar intacto el recado de un pueblo a otro.
Los arrieros, cocheros y hasta caminantes sin rumbo cobraban un céntimo por llevar sus mensajes. Claro está, que había que confiar en el mensajero pues no siempre se esperaba respuesta.
El principal comunicador de todo municipio era tradicionalmente el cura, quien aprovechaba la homilía para actualizar a sus fieles en noticias, contar los últimos acontecimientos e, incluso, para hacer acusaciones en plena celebración. Ir a misa, además de un ejercicio de fe y tradición era tan importante como lo es hoy leer la prensa, navegar en internet o ver los noticieros de televisión.
Para los letrados, mensajes escritos
El papel también jugó un rol fundamental para la comunicación de aquella época. Lo importante era analizar las condiciones de alfabetización del destinatario. Quienes sabían leer y escribir, especialmente, las familias más dineradas, acostumbraban enviar cartas y mensajes a sus amigos, socios y familiares. Una práctica que hoy persiste pero ya no en papel sino por correo electrónico.
Existían, incluso, papeles especiales y colores dependiendo de la ocasión. Por ejemplo, recibir una carta con marco negro, no era muy esperanzador para quien la recibía.
Por supuesto no podríamos dejar por fuera de la comunicación al invento que revolucionó la forma de enviar recados: el telégrafo, mejor identificado como Marconi. Avanzado sistema que requería también de un nivel aceptable de alfabetización y un cobro más significativo.
Se usaba para casos de emergencia y desesperación en los que las estaciones de telégrafos conectaban familias o gobiernos.
En ese momento, nuestra topografía era un aliado importante de la comunicación. Ante la ausencia de obstáculos para las ondas sonoras, el grito era el medio más eficaz para hacer correr las noticias. En los municipios, incluso, había expertos del grito, mensajeros profesionales en hacer llegar las noticias más allá de las veredas.
No cabe duda que la oralidad era el aliado del "chisme", pero también de los asuntos importantes. Estos últimos no se gritaban a viva voz, pero sí se enviaban con un pregonero de buena memoria, que pudiera llevar intacto el recado de un pueblo a otro.
Los arrieros, cocheros y hasta caminantes sin rumbo cobraban un céntimo por llevar sus mensajes. Claro está, que había que confiar en el mensajero pues no siempre se esperaba respuesta.
El principal comunicador de todo municipio era tradicionalmente el cura, quien aprovechaba la homilía para actualizar a sus fieles en noticias, contar los últimos acontecimientos e, incluso, para hacer acusaciones en plena celebración. Ir a misa, además de un ejercicio de fe y tradición era tan importante como lo es hoy leer la prensa, navegar en internet o ver los noticieros de televisión.
Para los letrados, mensajes escritos
El papel también jugó un rol fundamental para la comunicación de aquella época. Lo importante era analizar las condiciones de alfabetización del destinatario. Quienes sabían leer y escribir, especialmente, las familias más dineradas, acostumbraban enviar cartas y mensajes a sus amigos, socios y familiares. Una práctica que hoy persiste pero ya no en papel sino por correo electrónico.
Existían, incluso, papeles especiales y colores dependiendo de la ocasión. Por ejemplo, recibir una carta con marco negro, no era muy esperanzador para quien la recibía.
Por supuesto no podríamos dejar por fuera de la comunicación al invento que revolucionó la forma de enviar recados: el telégrafo, mejor identificado como Marconi. Avanzado sistema que requería también de un nivel aceptable de alfabetización y un cobro más significativo.
Se usaba para casos de emergencia y desesperación en los que las estaciones de telégrafos conectaban familias o gobiernos.
Hoy, 100 años
después, los inventos posteriores al Marconi nos han llenado de tanta y tan
variada tecnología de envío y recepción de mensajes que la conversación cara a
cara entre las personas resulta muchas veces innecesaria.
Un cortejo lleno de protocolo, pero sin contacto físico
En
la actualidad la conquista de la pareja es un momento lleno de intimidad, de
intercambio de información y de besos. Los que poetas y escritores han descrito
con mariposas en el estómago, mareo y un encanto interminable.
¿Besos? ¡Habrase
visto semejante actitud pecaminosa e inmoral! Conquistar una mujer (jamás una
mujer a un hombre) era todo un ritual que requería la aprobación familiar, pero
eso sí, jamás incluía contacto físico.Cabe anotar que estas buenas costumbres, enseñadas por la iglesia y transmitidas de generación en generación, aplicaban para todas las clases sociales. Lo que cambiaba, claro, eran los detalles, los regalos y la suntuosidad del compromiso.
Eso sí, la regla fundamental del cortejo para 1930 era inviolable: “Comienza el público y se mantiene en público”. Todo lo que comparte la pareja debe hacerse en voz alta, delante de toda la familia. Sin secretos ni intimidades.
El cabello de las mujeres hacía el guiño para aquellos hombres que buscaban pareja: Si llevaba el cabello suelto, por lo general largo, ella estaba soltera. Si por el contrario, era corto o iba recogido, era la mujer del prójimo. Cabe aclarar que las mujeres no se casaban necesariamente por amor o decisión propia, como tampoco se hacía alarde de la liberadora decisión postmoderna de permanecer soltera que hoy no es nada extraña.
En aquel momento la edad era la alarma para saber que era hora de casarse, de lo contrario se estaría condenada a ser la hija que cuidaría la vejez de los padres. Una figura muy común en las familias antioqueñas del siglo XX: la hija solterona.
Quienes pertenecían a la clase media/baja aprovechaban espacios públicos como el Bosque de la Independencia en Medellín, o los parques de los pueblos. Allí, al son de la banda podían bailar pasillos o cumbias. Sin tocarse, claro está. Solo haciendo figuras y mostrando siempre las manos. Las heladerías también marcaron el comienzo de las relaciones de algunos de los abuelos. Hombres a un lado, mujeres a otro. Solo un par de palabras eran suficientes para quedar enamorados.
En las familias mucho más adineradas se impuso la moda de la “ventana arrodillada”. El pretendiente en la calle asomado en la ventana, de rodillas, conversaba con la dama, quien atendía la visita delante de toda la familia. Si la cosa iba muy en serio les permitían visitas, pero nunca solos. La figura del chapetón, casi siempre el hermano menor, o la tía solterona, se mantuvo casi hasta los años 80.
Tal vez por esa dificultad para la conquista de la época, muchas abuelas viven escandalizadas con las “prácticas modernas” que implican besos, caricias y sexo a temprana edad.
Largas distancias,
muchas maneras de llegar
Los
trancones de las horas pico, las calles colapsadas por los vehículos y los
aeropuertos llenos de aviones esperando la señal para despegar, nos resultan
una imagen muy familar pero también necesaria para cumplir nuestros compromisos
diarios. Afortunadamente, la Antioquia de 1900 no requería de tantos vehículos
y el aire no daba señales de una saturación por smog.
Al contrario, usar los pies para llegar al lugar de destino, además de una práctica común, resultaba ser una aventura para respirar aire puro y superar pruebas como las crecientes de los ríos o los animales salvajes.
Las montañas, con sus peligrosos abismos, no eran un inconveniente para los campesinos que caminaban a su lugar de trabajo, ni para los niños que jugaban entre árboles.
Aunque caminar no era la única opción. A lomo de mula era más fácil transportar la mercancía para los comerciantes, la cosecha para los campesinos y una que otra encomienda. Una ayudita de la naturaleza, entrenada para esquivar los más complejos obstáculos topográficos.
¿Y el tranvía?
Este moderno y querido sistema de transporte era una opción más rápida y eficiente para los pasajeros. Desde Medellín hasta Guarne, en una conexión por la que hoy se denomina la "vía vieja", era el símbolo del progreso que facilitaba la vida de los antioqueños.
Y como la creatividad es un valor que siempre ha caracterizado a los que viven en esta tierra, quienes vivían lejos del tranvía y no necesitaba sus servicios, crearon un medio de transporte que llevaba su nombre. Los "tranvía de sangre", que consistían en carretas que eran tiradas por bueyes, preparadas para llevar cargas pesadas y recorrer largas distancias.
2013: Se conservan las tradiciones de los arrieros en algunos municipios. En los más urbanizados el carro es la solución a todas las necesidades. Caminar, en cambio, se ha convertido en una actividad recreativa de las ciudades más que en un medio de transporte. Para llegar al trabajo, basta con tomar el metro, el cable, el transporte público o un vehículo particular.
Lo que sí conservamos de aquellos inicios del trasporte en Antioquia, que llegaron a un punto de desarrollo en 1929 con la inauguración del Ferrocarril, es la bicicleta.
En aquel momento se le llamaba 'velocípedo' y, a diferencia de los primeros carros que rodaron por este valle, no necesitaban el escaso combustible de motores.
El auge de la bicicleta para hacer "mandados", transportar carga y hasta divertirse, la consolidó como un medio ideal para aquellas personas sin los recursos necesarios para adquirir los costosos carros importados.
Sencillos
pero siempre limpios. Consideraciones sobre el vestuario de hace 100 años
En
este aspecto debemos comenzar por decir que en la primera mitad del siglo XX
todos los elementos de la casa tenían un uso, es decir, nada de accesorios
inútiles. Esta premisa incluye la vestimenta. Es decir que no existía esa
necesidad imperiosa de algunas mujeres de la actualidad, de comprar cientos de
pares de zapatos y prendas de cada color, aún cuando no vayan a usarse.
En aquel momento no
había mucha ropa, solo la necesaria. De acuerdo a las costumbres existían
convenciones para los colores. Una viuda, por ejemplo, debía estar toda su vida
de luto o medio luto, mientras que las demás personas usaban colores pasteles.
Aquellos tonos más vivos estaban reservados para las prostitutas y era toda una deshonra atreverse a llevar, por ejemplo, un vestido rojo.
Los colores diferentes a los pasteles también servían para identificar a las personas de clase alta, cuya ropa importada traía detalles que los diferenciaban de los demás.
Hay normas esenciales del lavado para las telas de la época. Nada de restregar rápidamente, cada prenda era sometida a un cuidadoso ritual de lavado y almidonado por parte de las mujeres. Si alguna camisa se manchaba por su exposición al sol, no había más remedio que repetir el lavado una y otra vez.
Incluso, para aquellas personas que trabajaban en el campo o actividades que implicaran ensuciar mucho la ropa, tenían preparadas en casa sus prendas limpias y suaves para ir a misa o a encuentros sociales.
No podemos descuidar la orden incuestionable de no mostrar piel. Los escotes actuales, las llamadas ombligueras o los jeans descaderados hubieran sido la mayor vergüenza para cualquier familia. Ni siquiera los pantalones anchos estaban permitidos para las damas.
En este orden de ideas: los guantes eran imprescindibles, así como un manto o sombrero para cubrir la cabeza y las enaguas para evitar que se subiera la falta. El empeine del pie podría ser una parte del cuerpo potencialmente sensual e incitadora para los hombres, por lo que era necesario taparlo a como diera lugar.
En el campo, generalmente no había forma de cubrir los pies. Los zapatos no eran precisamente un bien de consumo masivo o primera necesidad. Aun así, cubrirlos con alpargatas de lino, solucionaba el problema de la seducción con los pies.
Aquellos tonos más vivos estaban reservados para las prostitutas y era toda una deshonra atreverse a llevar, por ejemplo, un vestido rojo.
Los colores diferentes a los pasteles también servían para identificar a las personas de clase alta, cuya ropa importada traía detalles que los diferenciaban de los demás.
Hay normas esenciales del lavado para las telas de la época. Nada de restregar rápidamente, cada prenda era sometida a un cuidadoso ritual de lavado y almidonado por parte de las mujeres. Si alguna camisa se manchaba por su exposición al sol, no había más remedio que repetir el lavado una y otra vez.
Incluso, para aquellas personas que trabajaban en el campo o actividades que implicaran ensuciar mucho la ropa, tenían preparadas en casa sus prendas limpias y suaves para ir a misa o a encuentros sociales.
No podemos descuidar la orden incuestionable de no mostrar piel. Los escotes actuales, las llamadas ombligueras o los jeans descaderados hubieran sido la mayor vergüenza para cualquier familia. Ni siquiera los pantalones anchos estaban permitidos para las damas.
En este orden de ideas: los guantes eran imprescindibles, así como un manto o sombrero para cubrir la cabeza y las enaguas para evitar que se subiera la falta. El empeine del pie podría ser una parte del cuerpo potencialmente sensual e incitadora para los hombres, por lo que era necesario taparlo a como diera lugar.
En el campo, generalmente no había forma de cubrir los pies. Los zapatos no eran precisamente un bien de consumo masivo o primera necesidad. Aun así, cubrirlos con alpargatas de lino, solucionaba el problema de la seducción con los pies.
Negociantes,
profesionales y rebuscadores, así eran nuestros antepasados
En la Antioquia de nuestros abuelos había muchas
maneras de ganarse la vida. El trabajo en esta tierra no era deshonra así se
tratara de cargar bultos, llevar razones o hacer mandados.
Los negociantes de la antioquia de 1920 se dedicaba a la venta y compra de alimentos, oro y café, productos abundantes en la región, muy atractivos también para los viajeros e importadores. Quienes iban a la universidad, hacían los oficios profesionales requeridos para el funcionamiento del sistema. En aquel entonces se contaba con médicos, abogados y contadores. Los ingenieros eran casi todos foráneos, maestros europeos que luego enseñaron a sus alumnos a realizar grandes obras.
Había quienes dominaban un oficio y lo transmitían de generación en generación como parte del negocio de la familia: los zapateros, los carpinteros, ebanistas, barberos, las modistas, sombreras, guanteras, sastres, entre muchos otros servicios requeridos en la época.
Los trabajos más domésticos eran realizados por hombres humildes pero fuertes, apetecidos para la carga de bultos y otros elementos. Cargadores de mercado, obreros, ayudantes de construcción que representaban los sectores populares de la sociedad.
La palabra sagrada
El reducido acceso a la imprenta, hizo que la palabra primara como forma de contratación. Era sagrado cumplir con el trabajo y el pago concertado. De ahí la importancia para los adultos mayores del compromiso verbal. Empeñar la palabra es empeñar el orgullo la dignidad y el buen nombre.
Aún hoy hay quienes añoran las épocas en que la palabra no se traicionaba. Esa en la que no era necesario estar firmando letras, comprobantes, contratos, compromisos ni se debía desconfiar de las promesas. Hoy esos compromisos de palabras, que se las lleva el viento, fueron remplazados por la formalidad de la ley.
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