miércoles, 13 de marzo de 2013

NÚMERO 96  MARZO  13 DE  2013 MIERCOLES

Director
Bernardo A. Rendon  Restrepo
bernal.rendon@hotmail.com

Editora y Asesora
Alba Hoyos Botero 
Alhobo2011@hotmail.com 

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El papa es el argentino Jorge Bergoglio

Jorge Mario Bergoglio se llamará Francisco y es el primer papa hispanoamericano y el primer jesuita
"Auguro que este camino que hoy comenzamos será fructífero", proclama el nuevo jefe de la Iglesia católica

Un Papa que sonríe, que da las buenas tardes, que hace una broma apenas unos minutos después de recibir sobre sus hombros el peso entero de una Iglesia lastimada, que pide la bendición antes de darla, que es jesuita como tantos otros que consiguieron hacer caminar de la mano la fe y el conocimiento, que vivía en un apartamento en vez de en un palacio cardenalicio y se montaba en el transporte público para ir a confortar a los enfermos y a los pobres, un Papa que hace ocho años pudo serlo y dijo que pase de mí este cáliz, un Papa que viene del nuevo mundo, que tiene cara de buena persona y que elige el sencillo nombre de Francisco es una oportunidad a la esperanza.
Una agenda apretada

AFP

El nuevo Papa tenía previsto pasar la noche en la Casa Santa Marta, donde residen los cardenales durante el cónclave, y este jueves por la mañana realizar una visita privada la basílica romana de Santa María la Mayor. Por la tarde, a las cinco, celebrará una misa en la capilla Sixtina con los otros 114 electores. El cardenal Dolan ha señalado que este mismo jueves visitará al papa emérito Benedicto XVI en Castel Gandolfo.

El viernes recibirá al colegio cardenalicio en el Vaticano y el sábado se reunirá con la prensa. El papa Francisco rezará el Ángelus el domingo desde la ventanade su apartamento papal. La misa de inauguración del pontificado será el día 19.    

Para los católicos y para quienes, desde la orilla de la duda o del descreimiento absoluto, desean que la Iglesia abra las ventanas y se dedique, de una vez, a remar al lado de los hombres. Solo el tiempo dirá si, efectivamente, el argentino Jorge Mario Bergoglio, de 76 años, es el Papa que estaba esperando el mundo, pero el miércoles por la noche, frente a Roma rezando por él en silencio, logró ganarse su oportunidad.    


Hace solo dos días, cuando los cardenales, con toda la pompa y el boato de que es capaz el Vaticano, fueron entrando en la Capilla Sixtina y jurando sobre los Evangelios, no había mucho que celebrar. Las quinielas decían que para sustituir aBenedicto XVI —el Papa teólogo que no pudo con las intrigas de la Iglesia— habría una pugna muy cerrada entre un cardenal italiano representante del poder y del dinero y un brasileñopreferido por la curia. La única y débil esperanza era que tal vez ese cardenal estadounidense con cara de simpático y sandalias de franciscanoconsiguiera engatusar al Espíritu Santo. Después de Juan Pablo II, el pontífice carismático que encubrió a Marcial Maciel y sus vicios, y del fallido Benedicto XVI, la Iglesia golpeada por los escándalos del poder y del dinero necesitaba un revulsivo, pero esa procesión de hombres ancianos vestidos de púrpura no era una llamada a la ilusión. Sin embargo, este miércoles por la noche, cuando los restos del humo blanco aún vagaban por la orilla del Tíber, todas las campañas de Roma se pusieron a sonar y se abrieron por fin las cortinas del Vaticano, la sorpresa estaba allí.
El Papa —que solo tiene un pulmón, ya que perdió el otro a causa de una infección infantil— sonreía. Parecía tranquilo. Habló tranquilo. Lo primero que hizo fue dar las buenas tardes. Lo segundo, gastar una broma: “Queridos hermanos y hermanas. Sabéis que el Papa es obispo de Roma. Me parece que mis hermanos cardenales han ido a encontrarlo casi al fin del mundo. Pero estamos aquí, y os agradezco la acogida”. Ya en ese momento, Jorge Mario Bergoglio, que será Papa bajo el nombre de Francisco, se había ganado a la parroquia. A la suya y a la ajena. A la suya porque estaba aquí, sobre la plaza de San Pedro, saltando de alegría, y a la ajena porque bastaba un vistazo rápido a Twitter para comprobar que muchos de los que hasta hacía un momento bromeaban sobre la relativa importancia del nombre del nuevo Papa —“será un varón, anciano y tal vez católico”— se quedaban impactados ante las buenas maneras, de párroco de pueblo más que de Sumo Pontífice, del argentino. El primer latinoamericano, el primer jesuita, el primer Francisco.
Todavía desde el balcón, Francisco quiso hacerse cómplice de la infantería de la Iglesia: “Comenzamos este camino, obispo y pueblo juntos”. Hace cuatro años, en octubre de 2009, el cardenal Bergoglio alzó la voz con dureza para criticar al Gobierno argentino y también a la sociedad por no impedir el aumento de la pobreza. Una pobreza que definió como “inmoral, injusta e ilegítima”, impropia de un país tan poderoso. “Los derechos humanos”, dijo, “se violan no solo por el terrorismo, la represión y los asesinatos, sino también por estructuras económicas injustas que originan grandes desigualdades”.



El ahora Papa fue provincial de los jesuitas argentinos desde 1973 hasta 1979, durante el inicio de la dictadura militar y de aquellos tiempos llegan todavía sin aclarar rumores de posible connivencia con el Gobierno. Hace unos años, sin embargo, su discurso no dejaba duda de su compromiso con los más desfavorecidos. “Hay aproximadamente 150.000 millones de dólares de argentinos en el exterior, sin contar los que están fuera del sistema financiero, y los medios de comunicación nos dicen que siguen yéndose de Argentina. ¿Qué se puede hacer?”, se preguntó, “¿para que estos recursos sean puestos al servicio del país, en orden a saldar la deuda social y generar las condiciones para un desarrollo integral?”.
Primero, antes de que el obispo bendiga al pueblo, yo quiero que recéis para que el señor me proteja"

El papa Francisco

La elección de Bergoglio ha sido más corta de lo que se esperaba. No hay que olvidar que el cónclave se inició bajo el signo de la división después de 10 reuniones muy intensas del colegio cardenalicio —formado por los 115 electores más los cardenales mayores de 80 años— en las que 161 purpurados alzaron su voz para hablar de la situación de la Iglesia. Aunque, al inicio de los encuentros, los cardenales prestaron juramento de no filtrar a la prensa el contenido de las discusiones, enseguida se supo que los temas más candentes fueron la necesidad de reformar de la curia, la postura de la Iglesia ante la pederastia y la situación del IOR, el banco del Vaticano. 
Algunos cardenales —entre ellos los estadounidenses— solicitaron además tener acceso al informe secreto que sobre el caso Vatileaks —el robo y filtración de la documentación privada de Joseph Ratzinger— elaboraron tres cardenales octogenarios. Antes de su renuncia, Benedicto XVI determinó que el informe solo fuese conocido por su sucesor, pero nada más llegar a Roma muchos de los cardenales insistieron en que, antes de dibujar el perfil del Papa que ahora necesita la Iglesia, sería conveniente saber la situación interna. El primero en expresar la preocupación creciente fue el cardenal Raymundo Damasceno, arzobispo de Aparecida y presidente de la Conferencia Episcopal de Brasil: “¿Por qué los cardenales que somos los consejeros más próximos al Papa no podemos tener acceso a los documentos?”.

Sabéis que el Papa es obispo de Roma. Me parece que mis hermanos cardenales han ido a encontrarlo casi al fin del mundo"

El papa Francisco
Finalmente, los tres cardenales que investigaron —Jozef Tomko, Salvatore de Giorgi y Julián Herranz— informaron privadamente y sin entrar en detalles y nombres a los purpurados que lo solicitaron. También llamó la atención que la décima y última de las congregaciones generales estuviese dedicada a hablar del Instituto para las Obras de Religión (IOR), el banco del Vaticano. El secretario de Estado, Tarcisio Bertone, quien además es el presidente de la comisión cardenalicia que controla la entidad, informó a los cardenales de su situación. 

Según algunas filtraciones periodísticas, el cardenal Bertone recibió numerosas críticas durante las congregaciones generales por su manera de dirigir el Vaticano en los últimos años.

Pero, al margen de los asuntos polémicos, la Iglesia que desde este miércoles depende del papa Francisco tiene numerosos retos por delante, y todos ellos fueron abordados en los días previos al cónclave. Antes de encerrarse en la Capilla Sixtina, los cardenales parecían tener claro que la Iglesia necesita ahora un Papa fuerte, un Pontífice capaz de reformar la Curia, organizar los dicasterios (ministerios) del Vaticano para hacerlos más eficaces, limpiar la podredumbre puesta al descubierto por el caso Vatileaks, impulsar el diálogo con el islam, afrontar de una manera valiente el papel de la mujer en la Iglesia y la postura oficial ante la bioética. Un Papa, como dijo el cardenal Angelo Sodano en la misa Pro Eligiendo Pontífice, “un pastor que anuncie el evangelio y la misericordia; un buen pastor capaz de dar la vida por sus ovejas”.
Ahora, tras conocer al nuevo Papa, un jesuita ortodoxo en cuestiones dogmáticas pero flexible en materia de ética sexual, aquellos objetivos parecen pobres. La Iglesia, venían a reconocer sus responsables, necesitaba un fontanero, un bombero, un albañil, alguien que lograra apuntalar las ruinas y esperara a que vinieran mejores tiempos para volver a alzar el vuelo. Dos horas después de que se supiera su nombre y se conocieran su sonrisa serena y su buen humor, su recuerdo a Benedicto XVI y su petición de ayuda por medio de la oración, a las redacciones seguían llegando mensajes de sorpresa y de alegría. De los principales gobernantes y también de quienes, desde dentro de la Iglesia, vuelven a tener esperanza.
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Argentina saluda la mano firme de Bergoglio ante la crisis de la Iglesia


Cuando empezaron las quinielas de papables casi nadie en el mundo, ni siquiera en Argentina, mencionaba el nombre de Jorge Mario Bergoglio. Sin embargo, aquel mismo lunes 11 de febrero el portavoz del Arzobispado de Buenos Aires, Federico Walls, se apresuró a declarar que Jorge Mario Bergoglio era tan “papable como los demás cardenales”. 

Y añadió que su figura era “muy apreciada no sólo a nivel nacional sino internacional”. A buen seguro, el portavoz no  actuaba sin la aquiescencia de Bergoglio. Pero la inmensa mayoría de las quinielas siguieron ignorando sus opciones.

Este miércoles, en cuanto se supo que este jesuita de 76 años sería el primer papa latinoamericano comenzaron a sonar las bocinas de los coches en el centro de Buenos Aires, donde se encuentra la catedral en la que oficia misa. En los canales de televisión recordaban que es un hombre que no se calla nada, que dice lo que tenga que decir, ante los altos cargos del Gobierno o ante quien haga falta. Destacaban que ese signo de carácter le vendrá muy bien a una Iglesia tan necesitada ahora de una mano firme. Pero Eduardo García, obispo de la Catedral de Buenos Aires, declaró que él prefiere hablar de “procesos” distintos, en vez de “cambios”, respecto al papa anterior.

“Más que hacedor de cambios, será sembrador de cambios, no intentará ser él mismo el cambio”, augura el ex gobernador peronista de la provincia de Mendoza José Octavio Bordón, quien lo conoce desde hace 40 años. “No va a ser un Cid campeador de la transformación, sino que hará de puente”.

La presidenta de Argentina, Cristina Fernández, quien ha mantenido durante años una relación distante con Bergoglio difundió en Twitter una carta de felicitación más bien protocolaria: “Es nuestro deseo que tenga, al asumir la conducción y guía de la Iglesia, una fructífera tarea pastoral desempeñando tan grandes responsabilidades en pos de la justicia, la igualdad, la fraternidad y de la paz de la humanidad”.    

Mientras tanto, en la catedral de Buenos Aires comenzaban a concentrarse cientos de feligreses que destacaban su trabajo en las villas, los barrios más pobres de la ciudad. “Era un hombre firme cuando tenía necesidad de serlo y siempre muy sencillo. Es un padre, que es lo que la Iglesia necesita, un padre”, señalaba un creyente.  

“Nos encontramos ahora con un Francisco I que tiene una gran experiencia pastoral”, señaló Guillermo Marcó, exportavoz de Bergoglio, el hombre que lo acompañó a Roma durante su viaje en el último cónclave, en el que Bergoglio, supuestamente, cosechó el segundo puesto entre los papables, después de Joseph Ratzinger. 

 “Es un gran admirador de Borges. Se movía en subte —metro—, en transporte público, en contadísimas ocasiones usó un auto con chofer”, indicaba Marcó. “Todos los días a las cinco y media de la mañana se levanta a rezar. Casi no tiene vida nocturna, no sale a comer con amigos”.    

Los periodistas argentinos desplazados a Roma destacaban ayer, que a diferencia de otros cardenales que llegaron al cónclave en coches importados, Bergoglio lo hizo caminando. Recordaban también que en la Catedral manejaba él mismo su agenda, sin ayuda de secretarios. “Con su nombramiento, la Iglesia ha escogido al hombre humilde que puede llevar las sandalias del pescador”, añade José Octavio Bordón. “Es demasiado humilde para ser argentino”, bromeaba.   

“Él siempre fue un gran admirador de San Francisco de Asís. Y San Francisco también vivió una época de crisis en la Iglesia”, añadió Guillermo Marcó. “Necesitamos a un hombre como el papa Francisco”. “Conoce muy bien la curia romana y no le va a temblar la mano a la hora de hacer reformas. Pero hay que dar tiempo. La Iglesia no tiene nunca esa actitud de cambiar todo en 24 horas”.  

“San Francisco renovó la vida de la Iglesia desde la unidad y la pobreza. También fue un hombre de diálogo”, señaló Gustavo Boquín, también antiguo portavoz de Bergoglio. “En pleno apogeo de la cristiandad, San Francisco fue a dialogar con el islam, con un sultán. Y ha sido el santo más popular de la Iglesia. San Francisco también escuchó de labios de San Damián: restaurad mi Iglesia”, indicó.  

Bergoglio será el máximo representante de una Iglesia latinoamericana en la que también se ha resentido en los últimos lustros por elcrecimiento imparable de las iglesias evangélicas.
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El papa que se hace la comida



Jorge Mario Bergoglio es, ante todo, un sacerdote que cree en el poder de la oración y lo transmite tanto en el trato con los demás como en las decisiones que toma. Hasta que comenzó el cónclave, vivía solo en una habitación de la segunda planta de un anexo a la catedral metropolitana de Buenos Aires, un lugar cuyo funcionamiento es una buena muestra del carácter de quien hasta anoche era su titular: una iglesia abierta durante todo el día en cuyas dependencias se realizan actividades de ayuda social y al mismo tiempo se cuida extremadamente la liturgia, desde las misas, a la exposición permanente de la forma consagrada o la presencia ininterrumpida de sacerdotes confesando.   

Cuando fue creado cardenal en 2001, el flamante pontífice no encargó vestimentas nuevas, sino que pidió que se arreglara todo lo que se pudiera aprovechar de su antecesor. Fiel a esta sencillez, en su primera aparición pública como papa, Francisco ha utilizado solamente la sotana blanca, sin otros revestimientos propios de su nueva dignidad. Es más, el maestro de ceremonias, monseñor Marini, le tuvo que alcanzar a toda la velocidad la estola para que impartiera su primera bendición.  

Pero la sencillez del nuevo papa no debe ser interpretada como candidez o debilidad. Todo lo contrario. El Papa Francisco se inclina humildemente ante el pueblo de Roma y pide su bendición, pero el cardenal Bergoglio se ha mantenido firme ante los Gobiernos de Néstor Kirchner (2003-2006) primero y de su mujer Cristina Fernández, después, hasta tal punto que Kirchner decidió cambiar el lugar al que acudía como presidente al tradicional Te Deum con motivo de la fiesta nacional para no escuchar los reproches del cardenal. Con la oposición argentina desarbolada, Bergoglio se convirtió en la única persona de Argentina ante la cual el presidente tenía que escuchar en público y sin réplica una crítica feroz a la pobreza y creciente desigualdad social que atravesaba el país. Una versión muy diferente del triunfalista discurso peronista oficial.   

El nuevo papa da mucha importancia a los símbolos y ha rescatado algunos de la antigua tradición cristiana caídos en desuso en los últimos años, como el que los sacerdotes impongan las manos sobre la cabeza de los fieles al final de algunas misas. En esa misma línea de defender la ortodoxia se ha mostrado tajante ante las autoridades civiles en materia de aborto y uniones homosexuales.   

De carácter reservado, sabe convertir en una ceremonia íntima desde una misa en la catedral a un bautizo familiar. No es descartable que sorprenda alguna vez a sus asistentes personales --la conocida como familia pontificia--, cocinando. Entre otras cosas el Colegio Cardenalicio ha elegido a un papa que se hace la comida. Más difícil lo tendrá ahora para caminar esquivando viandantes, como solía hacer hasta hace diez días por las calles de Buenos Aires. Y presenciar en directo los partidos de su equipo: el San Lorenzo de Almagro.  

Y de nuevo su carácter reservado no debe llevar a engaño. Francisco conoce perfectamente la importancia de los medios de comunicación. Durante su etapa al frente del arzobispado de Buenos Aires, levantó una eficaz oficina de información al frente de la cual puso consecutivamente a sacerdotes expertos en la materia. Horas antes de la fumata blanca, su oficina de prensa convocaba a una misa ayer para iluminar a los cardenales a elegir papa.
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Obama dice que la elección de Francisco I prueba la  fuerza y la vitalidad de la región
http://internacional.elpais.com/internacional/2013/03/13/actualidad/1363210374_344613.html


El presidente de Estados Unidos, Barack Obama, ha felicitado a través de un comunicado al nuevo Papa y ha dicho alegrarse de que fuera “el primero de las Américas”. “Su selección también habla de la fuerza y la vitalidad de una región que de forma creciente está dando forma a nuestro mundo”. El día anterior a la elección de Francisco I, Obama fue preguntado por la posibilidad de un papa norteamericano, a lo que respondió que “un Papa de EEUU presidirá la Iglesia tan eficientemente como un Papa polaco o un Papa italiano o uno guatemalteco”.  
Finalmente fue argentino, latinoamericano de Argentina, 76 años. “En Estados Unidos compartimos con millones de hispanoamericanos este histórico día de júbilo”, ha escrito el presidente en su nota de la Casa Blanca. Sin haber sido un Papa nacido el EEUU, la elección del cardenal argentino Jorge Mario Bergoglio es una noticia de gran impacto para norteamerica y la numerosa comunidad latinoamericana que reside en el país, que asciende a cerca del 16% de la población (con un total de más de 310 millones de habitantes). Cerca de un 25% de los residentes en EEU son católicos, pero ese número se ve continuamente aumentado debido al flujo continuo de emigrantes hispanos.   
Según un estudio del centro Pew, los católicos no practicantes se han convertido en la segunda clasificación religiosa más numerosa de la nación, después de los católicos, representando a un 10% de los habitantes de EEUU.    
El Papa Francisco I enfrentará una Iglesia dividida en Estados Unidos frente a temas como la contracepción, el matrimonio homosexual y el matrimonio para los curas. A través de un comunicado, el presidente de la Conferencia de Obispos Católicos de EEUU, el cardenal Timothy Dolan, ha dicho  que “un intenso rezo proveniente de todo el mundo” había planeado sobre la elección de Francisco I. “Los obispos de EEUU damos gracias a Dios por la guía dada por el Espíritu Santo que ha inspirado la elección del Colegio cardenalicio”. Dolan estaba en el Cónclave romano y se especuló con su ascenso a la silla de San Pedro.  
El vicepresidente de EEUU, Joe Biden, el católico de mayor rango en la Administración de Obama, será quien represente al país en la ceremonia de inauguración del nuevo papado.   
“Como abogado de los pobres y más vulnerables entre nosotros, el Papa lleva el mensaje de amor y compasión que ha inspirado al mundo durante más de dos mil años”, dice Obama. El presidente resalta la buena cooperación que EEUU vivió con Benedicto XVI y asegura que espera “el momento de trabajar con su Santidad a favor de la paz, seguridad y dignidad para nuestros iguales sea cual sea su fe”. El vicepresidente de EEUU, Joe Biden, el católico de mayor rango en la Administración de Obama, será quien represente al país en la ceremonia de inauguración del nuevo papado, que será el próximo día 19 en Roma, Día de San José.   
El presidente de la Cámara de Representantes en el Congreso de EEUU, John Boehner, católico y también jesuita como el nuevo Papa –Benedicto XVI le felicitó personalmente cuando fue nombrado presidente de la Cámara-, ha declarado sentirse “muy contento” por la elección del nuevo Pontífice y ha considerado que se había dado un paso en “la dirección correcta”.     
Otro político católico en el Capitolio de EEUU, el senador por Florida Marco Rubio –de origen cubano-, anunció a sus más de 353.500 seguidores en Twitter la elección del nuevo líder de la Iglesia de Roma con el mensaje en latín: “Habemus Papam”. 
El secretario general de Naciones Unidas, Ban Kim moon, también ha felicitado desde Nueva York a Francisco I. “Compartimos objetivos comunes –desde la promoción de la paz, la justicia social y los derechos humanos hasta la erradicación de la pobreza y el hambre- todos elementos fundamentales para un desarrollo sostenido”. En palabras del secretario general, solo es posible resolver los desafíos del mundo interconectado de hoy a través del “diálogo”.
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Espero que hayan disfrutado de su Contenido, hasta pronto… 


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