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¡Sin velas en este entierro!
Por: DALITA
NAVARRO | 6:05 p.m. | 16 de Enero del 2013 EL TIEMPO
http://www.eltiempo.com/opinion/columnistas/dalitanavarro/ARTICULO-WEB-NEW_NOTA_INTERIOR-12522371.html
Dalita
Navarro
Los que menos velas en el
entierro tienen son los que más están incidiendo en la situación a que hemos
llegado en Venezuela. Pescar en río revuelto se ha vuelto consigna de muchos de
esos pNo lo podía creer. Quedé atónita al leer las declaraciones de Marco
Aurelio García, el principal asesor en asuntos internacionales de la presidenta
brasileña, Dilma Rousseff.
"No es el caso que un nuevo
presidente en Venezuela haya sido electo (...), por tanto, con una prórroga, se
extendería el mandato del anterior y ya está. Es el mismo presidente que se
está sucediendo a sí mismo", le respondía campante a un importante periódico
el altísimo asesor de política internacional de Brasil.
La de Itamaraty ha sido considerada históricamente una de las cancillerías más ponderadas y profesionales del continente. Eso, hasta cuando el señor García decidió interpretar la Constitución de un país que no es el suyo.
La de Itamaraty ha sido considerada históricamente una de las cancillerías más ponderadas y profesionales del continente. Eso, hasta cuando el señor García decidió interpretar la Constitución de un país que no es el suyo.
En realidad no debí haberme
sorprendido. El asesor de la presidenta brasileña visitó el 31 de diciembre y
el primero de enero La Habana , donde se reunió con las autoridades cubanas y
el vicepresidente venezolano, Nicolás Maduro. Tal vez todo se cocinó allí de la
misma manera que el futuro íntegro de 'la República Bolivariana' se está
esculpiendo desde afuera. Si algo nos ha demostrado esta crisis institucional
es que en Venezuela ya no mandamos los venezolanos.
Pero Brasil y, claro, la
dictadura de Cuba no son los únicos intrusos que pretenden resolvernos la vida
a los 30 millones de venezolanos. El día que será recordado por la historia
como el que se pisoteó la institucionalidad de nuestro país aparecieron dos
fulanos más en las calles de Caracas: el Presidente de Bolivia y el de Uruguay;
y enviaron sus representantes, para hacer parte del show, los gobiernos de
Ecuador y Argentina.
Hace unos días fue publicada una
columna en este diario de la respetada analista Laura Gil, en la cual señalaba
por qué a América Latina le convenía funcionalmente la continuidad del régimen
chavista. ¡Cómodo opinar desde la 'funcionalidad' oportunista!
Me pregunto qué hubiera ocurrido
si fuera Capriles quien hubiera ganado las elecciones y estuviera en coma y sin
la posibilidad de asumir su mandato. ¿Habrían reaccionado de igual forma los
'gobiernos del mundo'? ¿Serían tan cómplices los distinguidos opinadores que
ahora defienden esta exótica
En Venezuela no solo el respeto
institucional se ha transgredido. También, el concepto de soberanía, que ha
quedado por el suelo como consecuencia de un puñado de intromisiones que nos
cuesta entender.
No se trata de respaldar a la
oposición en nuestro país de manera obtusa. Se trata de dejarnos a los
venezolanos decidir lo que pase con Venezuela. Chile y la Unión Europea han
actuado como si todavía creyeran en aquel viejo y sagrado concepto de la no
intervención en asuntos extranjeros. Se han abstenido de opinar cuando se les
preguntó por el asunto, muy al contrario del gobierno de la señora Rousseff,
quien debiera estar mejor ocupada en los escandalosos casos de corrupción de su
país.
Aquí los que menos velas en el
entierro tienen son los que más están incidiendo en la penosa situación a la
que hemos llegado en Venezuela. Pescar en río revuelto se ha vuelto la consigna
de muchos de esos países.
¡Pobres nuestros nietos, que
verán consignados con vergüenza en sus apuntes de historia lo que esta
generación de gobernantes latinoamericanos les entregó como legado! ¡Pobres de
ellos!
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VENEZUELA, SIN CHÁVEZ
El problema verdadero en Venezuela se llama Hugo Chávez. Durante 13 años ha controlado casi todo en el país. Y
ahora que está enfermo en Cuba y falta, nadie sabe qué hacer.
En una democracia representativa el poder se divide entre muchas personas –un sistema que permite al gobierno seguir funcionando independientemente de lo que suceda a sus líderes. Pero en las dictaduras y en los sistemas autoritarios, como Venezuela, el poder se concentra en un solo hombre. Y cuando ese hombre no está, la nación se paraliza. Nadie se atreve a tomar decisiones que Chávez, si regresara, podría retractar con un dedazo. Y ante la incertidumbre lo único que sube es el dólar en el mercado negro y la inflación.
Chávez, por supuesto, no llegó a Caracas para su toma de posesión el 10 de enero. Está muy enfermo tras una cuarta operación por un cáncer en la zona pélvica. La interpretación oficial es que la toma de posesión es un simple "formulismo". (Sin embargo, es la primera vez que este "formulismo" no se cumple desde que el general José Antonio Páez lo hizo en 1831).
La Constitución Bolivariana, redactada originalmente en 1999 para beneficiar a Hugo Chávez, es inequívoca. En su artículo 231 dice que "el candidato elegido tomará posesión del cargo de Presidente el diez de enero del primer año de su período constitucional". Luego aclara que si el juramento no se puede hacer en la Asamblea Nacional, podría hacerse ante el Tribunal Superior de Justicia. Pero en ningún momento autoriza al ganador de las elecciones a no tomar el juramento o a pasarlo a otra fecha.
Lo obvio, lo patente, es que Chávez no está en Venezuela. Por lo tanto, había que aplicar el artículo 233 y declararlo en "falta absoluta" o, en su caso, el artículo 234 y reconocer que hay al menos una "falta temporal". Pero los chavistas le tienen tanto miedo a Chávez –el temor es una de las formas clásicas de gobernar de los caudillos– que ni siquiera se atrevieron a establecer lo obvio: que Chávez está ausente.
Los miembros atemorizados del Tribunal Superior de Justicia concluyeron que Chávez podría tomar posesión en otra fecha, no especificada, y declararon olímpicamente que hay "continuidad administrativa" para su gobierno. Nada de eso dice la Constitución. Se lo sacaron de la manga y del miedo. Bueno, ni siquiera se atrevieron a formar una junta médica para determinar si Chávez puede seguir gobernando.
El resultado de esta violación constitucional es una confusión enorme. ¿Tiene Venezuela un presidente legítimo? ¿Quién gobierna? ¿Son válidos los contratos y las decisiones que tomen los ministros en funciones? ¿Por cuánto tiempo se sigue así: meses, años?
Ante la falta del caudillo, la lucha por el poder está a todo lo que da. Los chavistas apuestan a que puede haber chavismo sin Chávez. Los equipos están bien formados. El vicepresidente, Nicolás Maduro –con el apoyo de los hermanos Castro en Cuba y la bendición de Chávez– se quedó, por ahora, al frente del país gracias a la decisión controversial y arbitraria del Tribunal Superior de Justicia. Pero si la enfermedad de Chávez se extiende o se agrava, el presidente de la Asamblea Nacional, Diosdado Cabello, podría tomar el liderazgo del gobierno y hasta quitarle el puesto de vicepresidente a Maduro. No hay sonrisas más falsas en la televisión estatal venezolana que la de los abrazos de estos dos líderes, con Maduro sobándole la cabeza a Cabello.
La oposición se puede quejar todo lo que quiera. Pero está claro que sus opiniones no son tomadas en cuenta. Venezuela sigue siendo un país que controlan los chavistas y, a menos que Chávez salga totalmente del panorama político, las cosas no van a cambiar a corto plazo. Frustrante, sí. Pero es la realidad. Por lo tanto, quizás lo más sabio y prudente sea ver cómo los chavistas salen del enredo legal y constitucional en que se han metido.
Cualquier democracia requiere una clara división de poderes, y ese no es el caso de Venezuela, donde Chávez controla la Asamblea, la Corte Suprema, el Ejército, el organismo electoral y los principales medios de comunicación. Eso no es democracia; eso es caudillismo.
Menos Chávez habría hecho de Venezuela un país más democrático. Pero no es el caso. Chávez, tras el intento de golpe de Estado en el 2002, dejó a un lado cualquier pretensión democrática y empezó a acumular el poder por la fuerza.
El principal problema en Venezuela no es la ausencia de Chávez sino la desenfrenada concentración de la autoridad y de los recursos en una sola persona. Nuestra historia está plagada de hombres fuertes con egos incontrolables en países que se dejan. Si de verdad Chávez hubiera pensado primero en Venezuela, no habría establecido un sistema de gobierno tan vertical y basado en el culto a su personalidad. Pero hoy ya es demasiado tarde. Nadie sabe qué hacer sin él.
En una democracia representativa el poder se divide entre muchas personas –un sistema que permite al gobierno seguir funcionando independientemente de lo que suceda a sus líderes. Pero en las dictaduras y en los sistemas autoritarios, como Venezuela, el poder se concentra en un solo hombre. Y cuando ese hombre no está, la nación se paraliza. Nadie se atreve a tomar decisiones que Chávez, si regresara, podría retractar con un dedazo. Y ante la incertidumbre lo único que sube es el dólar en el mercado negro y la inflación.
Chávez, por supuesto, no llegó a Caracas para su toma de posesión el 10 de enero. Está muy enfermo tras una cuarta operación por un cáncer en la zona pélvica. La interpretación oficial es que la toma de posesión es un simple "formulismo". (Sin embargo, es la primera vez que este "formulismo" no se cumple desde que el general José Antonio Páez lo hizo en 1831).
La Constitución Bolivariana, redactada originalmente en 1999 para beneficiar a Hugo Chávez, es inequívoca. En su artículo 231 dice que "el candidato elegido tomará posesión del cargo de Presidente el diez de enero del primer año de su período constitucional". Luego aclara que si el juramento no se puede hacer en la Asamblea Nacional, podría hacerse ante el Tribunal Superior de Justicia. Pero en ningún momento autoriza al ganador de las elecciones a no tomar el juramento o a pasarlo a otra fecha.
Lo obvio, lo patente, es que Chávez no está en Venezuela. Por lo tanto, había que aplicar el artículo 233 y declararlo en "falta absoluta" o, en su caso, el artículo 234 y reconocer que hay al menos una "falta temporal". Pero los chavistas le tienen tanto miedo a Chávez –el temor es una de las formas clásicas de gobernar de los caudillos– que ni siquiera se atrevieron a establecer lo obvio: que Chávez está ausente.
Los miembros atemorizados del Tribunal Superior de Justicia concluyeron que Chávez podría tomar posesión en otra fecha, no especificada, y declararon olímpicamente que hay "continuidad administrativa" para su gobierno. Nada de eso dice la Constitución. Se lo sacaron de la manga y del miedo. Bueno, ni siquiera se atrevieron a formar una junta médica para determinar si Chávez puede seguir gobernando.
El resultado de esta violación constitucional es una confusión enorme. ¿Tiene Venezuela un presidente legítimo? ¿Quién gobierna? ¿Son válidos los contratos y las decisiones que tomen los ministros en funciones? ¿Por cuánto tiempo se sigue así: meses, años?
Ante la falta del caudillo, la lucha por el poder está a todo lo que da. Los chavistas apuestan a que puede haber chavismo sin Chávez. Los equipos están bien formados. El vicepresidente, Nicolás Maduro –con el apoyo de los hermanos Castro en Cuba y la bendición de Chávez– se quedó, por ahora, al frente del país gracias a la decisión controversial y arbitraria del Tribunal Superior de Justicia. Pero si la enfermedad de Chávez se extiende o se agrava, el presidente de la Asamblea Nacional, Diosdado Cabello, podría tomar el liderazgo del gobierno y hasta quitarle el puesto de vicepresidente a Maduro. No hay sonrisas más falsas en la televisión estatal venezolana que la de los abrazos de estos dos líderes, con Maduro sobándole la cabeza a Cabello.
La oposición se puede quejar todo lo que quiera. Pero está claro que sus opiniones no son tomadas en cuenta. Venezuela sigue siendo un país que controlan los chavistas y, a menos que Chávez salga totalmente del panorama político, las cosas no van a cambiar a corto plazo. Frustrante, sí. Pero es la realidad. Por lo tanto, quizás lo más sabio y prudente sea ver cómo los chavistas salen del enredo legal y constitucional en que se han metido.
Cualquier democracia requiere una clara división de poderes, y ese no es el caso de Venezuela, donde Chávez controla la Asamblea, la Corte Suprema, el Ejército, el organismo electoral y los principales medios de comunicación. Eso no es democracia; eso es caudillismo.
Menos Chávez habría hecho de Venezuela un país más democrático. Pero no es el caso. Chávez, tras el intento de golpe de Estado en el 2002, dejó a un lado cualquier pretensión democrática y empezó a acumular el poder por la fuerza.
El principal problema en Venezuela no es la ausencia de Chávez sino la desenfrenada concentración de la autoridad y de los recursos en una sola persona. Nuestra historia está plagada de hombres fuertes con egos incontrolables en países que se dejan. Si de verdad Chávez hubiera pensado primero en Venezuela, no habría establecido un sistema de gobierno tan vertical y basado en el culto a su personalidad. Pero hoy ya es demasiado tarde. Nadie sabe qué hacer sin él.
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Cuidarlos
para no perderlos
http://noticias.latam.msn.com/co/fotos.aspx?cp-documentid=253659310#image=13
Un tawny boca de rana, o 'Podargus strigoides’
Nada aterrador: el famoso demonio de Tasmania
Un koala bosteza
Los visitantes miran asombrados la paz del animal
Una pitón de cabeza negra, quedan pocas en el mundo
El demonio de Tasmania, arropado y en calma
Una cacatúa de cola roja, con su cuidadora
Un equidna, uno de los pocos mamíferos que ponen huevos
La irresistibe mirada del koala
El pósum de cola de cepillo dorado, come zanahoria
El pósum, casi parece de peluche
Una pogona, muy codiciada por los traficantes de animales
Un cocodrilo americano de pocos meses
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Espero
que hayan disfrutado de su Contenido, hasta pronto…
La información e imágenes publicadas en esta revista están extractadas
de la Internet, principalmente de Google, El Colombiano, El
Barquero de Eje21, El Tiempo, El Campanario, CLARIN
de Argentina, EL UNIVERSO de Ecuador, El Informador desde Santa Marta, LA
VANGUARDIA.COM DE ESPAÑA, EL CENSURADO DE JUAN PAZ DE MEDELLÍN, y
demás prensa y a la vez vía email. Si hay algún error o queja, se
puede contactar con nosotros en avizor2012@gamil.com. Además, los
artículos y opiniones que se publican en cada edición, es de responsabilidad exclusiva
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