martes, 12 de marzo de 2013

NÚMERO 94  MARZO  12 DE  2013 MARTES

Director
Bernardo A. Rendon  Restrepo
bernal.rendon@hotmail.com

Editora y Asesora
Alba Hoyos Botero 
Alhobo2011@hotmail.com 

Enlaces
myberose@hotmail.com 










Cierran la capilla Sixtina y comienza el cónclave para elegir al nuevo papa

Sobre las 11:35, hora de Colombia, cerraron las puertas de la Capilla Sixtina.
En la capilla Sixtina y a puerta cerrada, 115 cardenales elegirán entre ellos al sucesor de Benedicto XVI.
Sobre las 11:35 de la mañana, hora de Colombia, el Maestro de Ceremonias pronunció  la frase "Extra Omnes" (todos fuera), y dio comienzo al cónclave al cerrar con solemnidad las puertas de la Capilla Sixtina.
Minutos antes, los 115 cardenales llamados a elegir al próximo papa juraron, como lo establece la Constitución Apostólica, guardar silencio sobre las deliberaciones que mantendrán. Este es el juramento que pronunciaron poniendo la mano sobre los Evangelios:
“Todos y cada uno de nosotros cardenales electores presentes en esta elección del Sumo Pontífice prometemos, nos obligamos y juramos observar fiel y escrupulosamente todas las prescripciones contenidas en la Constitución Apostólica del Sumo Pontífice Juan Pablo II, Universi Dominici Gregis, emanada el 22 de febrero de 1996.
“Igualmente, prometemos, nos obligamos y juramos que quien quiera de nosotros que, por disposición divina, sea elegido Romano Pontífice, se comprometerá a desempeñar fielmente el "munus petrinum" de Pastor de la Iglesia universal y no dejará de afirmar y defender denodadamente los derechos espirituales y temporales, así como la libertad de la Santa Sede.
“Sobre todo, prometemos y juramos observar con la máxima fidelidad y con todos, tanto clérigos como laicos, el secreto sobre todo lo relacionado de algún modo con la elección del Romano Pontífice y sobre lo que ocurre en el lugar de la elección concerniente directa o indirectamente al escrutinio.
“No violar de ningún modo este secreto tanto durante como después de la elección del nuevo Pontífice, a menos que sea dada autorización explícita por el mismo Pontífice; no apoyar o favorecer ninguna interferencia, oposición o cualquier otra forma de intervención con la cual autoridades seculares de cualquier orden o grado, o cualquier grupo de personas o individuos quisieran inmiscuirse en la elección del Romano Pontífice.
“Y yo, (nombre) Cardenal (apellido) prometo, me obligo y juro.
“Así Dios me ayude y estos Santos Evangelios que toco con mi mano”.
Metodología de la votación
Para votar, cada cardenal rellena primero una papeleta rectangular que lleva impresa la mención “Eligo in Summum Pontificem” (Elijo sumo pontífice) en la parte superior. Tiene que escribir el nombre de su candidato con una caligrafía “lo más irreconocible posible”.
Dobla su papeleta y, siguiendo un orden preestablecido, se levanta y la lleva -de forma que la papeleta esté siempre visible- al altar donde está instalada una urna cubierta con una bandeja. Pronuncia entonces en voz alta el juramento siguiente: “Pongo por testigo a Cristo Señor, el cual me juzgará, de que doy mi voto a quien, en presencia de Dios, creo que debe ser elegido”.
Deposita entonces su papeleta en una bandeja y la deja resbalar por la rendija de la urna, se inclina hacia el altar y regresa a su lugar.
Cuando hayan votado todos, un escrutador agita enérgicamente la urna para mezclar bien las papeletas y otro las cuenta. Si el número de papeletas no corresponde con el número de electores, se queman inmediatamente.
Haya o no un elegido, las papeletas son comprobadas por los revisores. Si ningún nombre obtiene el mínimo de votos necesarios, se lleva a cabo inmediatamente una segunda votación. Luego se queman las papeletas de las dos votaciones juntas con las notas de los cardenales.
El papa debe ser elegido por una mayoría de dos tercios (77 votos) de los candidatos presentes.
Estos votan cuatro veces al día, dos por la mañana y dos por la tarde, hasta que haya una decisión.
Después de tres días sin resultado, sin contar el día del comienzo del ritual, la elección se interrumpe para un día de oración y discusión, antes de llevar a cabo otras siete votaciones.
En caso de que al cabo de 34 votaciones no haya todavía nuevo papa, la elección se limita a los dos candidatos más votados, que para ser elegidos deberán imponerse por la mayoría de dos tercios.
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Elección del Papa, un ritual secreto bajo pena de excomunión.

El ritual concluye con la famosa proclamación 
'"Habemus Papam".
El cónclave para elegir al sucesor de Benedicto XVI en la Capilla Sixtina se lleva a cabo en absoluto secreto siguiendo un ritual centenario que concluye con la famosa proclamación '"Habemus Papam", una discreción de obligado cumplimiento tanto para los cardenales como para el personal auxiliar, bajo pena de excomunión.

Antes de la entrada de los cardenales en procesión en la Capilla Sixtina el martes, el primer día del cónclave (del latin "cum clavis", bajo llave), la capilla será "limpiada" por especialistas para detectar si hay micrófonos o cámaras ocultas.

Por precaución, la gendarmería del Vaticano ha inhabilitado temporalmente los detectores que controlan de humedad y la temperatura de esta sala histórica, decorada con los famosos frescos de Miguel Ángel.
También se instalarán baños químicos cerca de la capilla para evitar que los prelados tengan que utilizar los del piso inferior y estén obligados a mezclarse con los turistas y los curiosos.
La elección del Papa se llama cónclave en referencia a las puertas cerradas con llave, una tradición que empezó en 1274 cuando, después de tres años de deliberaciones, los cardinales fueron encerrados bajo llave por la población para obligarlos a nombrar un nuevo papa.
En la antigüedad la obligación de conservar el secreto servía para impedir a la nobleza romana o al emperador inmiscuirse en las discusiones entre cardenales. En 1996 Juan Pablo II reforzó el secretismo decretando excomunión para los que contasen las discusiones del cónclave.
El personal auxiliar, que incluye médicos, enfermeras, sacristanes, chóferes o técnicos encargados de mantener en funcionamiento los ascensores, también están obligados a guardar silencio.
"Si en la elección del Romano Pontífice se perpetrase -Dios nos libre- el crimen de simonía [el pecado de negociar con cosas espirituales o religiosas], determino y declaro que todos aquellos que fueran culpables incurrirán en excomunión", dictaminó el Papa polaco en su constitución apostólica.
El texto impone un juramento en el que los cardenales se comprometen a no "hacer uso de cualquier instrumento de grabación, audición o visión de cuanto, durante el período de la elección, se desarrolla dentro del ámbito de la Ciudad del Vaticano, y particularmente de lo que directa o indirectamente de algún modo tiene que ver con las operaciones relacionadas con la elección misma"
El secreto también afecta a internet y a las redes sociales como Twitter o Facebook. De esta manera los teléfonos móviles, tabletas táctiles y otros sistemas de comunicación modernos quedarán inutilizados dentro de la capilla gracias con un sistema de interferencia. También está prohibido leer periódicos o mirar la televisión.
Antes de cada una de las cuatro votaciones diarias en la Capilla Sixtina y hasta que se alcance una mayoría de dos tercios, cada uno de los cardenales tendrá que volver a jurar que guardará secreto absoluto.
Aparte del humo blanco, que anuncia que la Iglesia católica tiene un nuevo Papa, nada se sabrá de su identidad hasta que cerca de una hora más tarde el cardenal protodiácono salga al balcón de la Basílica de San Pedro y anuncie en latín: "Habemus Papam" ("Tenemos Papa").
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El papa que busca la Iglesia
El sucesor de Benedicto XVI deberá solucionar los 

escándalos de corrupción y de encubrimiento de abusos

sexuales contra menores.
 
Durante la semana pasada, los 115 cardenales electores y aquellos que, por ser mayores de 80 años, no podrán entrar a partir de hoy en la Capilla Sixtina, se dedicaron a definir los retos que habrá de afrontar el nuevo papa. Según lo tratado en las congregaciones generales, cuya última sesión ocurrió ayer, tendrá que ser un pontífice capaz de reformar la curia, organizar los dicasterios (ministerios) del Vaticano para hacerlos más eficaces, limpiar la podredumbre puesta al descubierto por el caso Vatileaks (filtración de documentos), impulsar el diálogo con el islam, afrontar de una manera valiente el papel de la mujer en la Iglesia y la postura oficial ante la bioética.
Tantos y tan importantes retos requieren de un papa fuerte, carismático, capaz de hablar un lenguaje moderno, que sepa estar al lado de los pobres y a la vez devuelva al Vaticano su influencia perdida. ¿Italiano? ¿Tal vez norteamericano? ¿O un brasileño? “Dios ya ha decidido quién debe ser el nuevo papa. Ahora nos toca a nosotros descubrirlo”.
La frase es del cardenal nigeriano John Olorunfemi Onaiyekan, de 69 años, quien el domingo, como el resto de los 115 cardenales electores, celebró misa en una parroquia de Roma. Aunque Olorunfemi no forma parte de ninguna quiniela como posible papable, sus palabras —como las del cardenal Carlos Amigo Vallejo, arzobispo emérito de Sevilla, y las de tantos otros— fueron recogidas por el aluvión de periodistas de todo el mundo que, a la espera del cónclave, tratan de afinar los pronósticos.
Al cardenal Amigo Vallejo, por ejemplo, le preguntaron si ha llegado el momento de un papa americano o uno africano. “Dios —respondió el cardenal franciscano— entiende todos los idiomas y conoce todos los colores de las caras, por lo que la procedencia no tiene importancia”. Luego añadió: “La Iglesia no debe repetir los errores, pero tampoco exagerarlos. La Iglesia no está en retirada. Tiene deseos de renovación”.
Pero la máxima atención se centró en los principales favoritos según los medios italianos: el cardenal italiano Angelo Scola, arzobispo de Milán, y el brasileño Pedro Odilo Scherer, de São Paulo. Según las quinielas, Scola y Scherer aglutinarían el mayor número de votos, pero sin llegar a los dos tercios necesarios para ser elegidos. De ahí que no se descarte ni mucho menos el factor estadounidense. Desde su llegada a Roma, hace una semana, han brillado de una manera especial, abriéndose como ninguno a los medios de comunicación, dejando claro su interés por conocer hasta el último detalle de la situación de la Iglesia. Entre ellos, los que se consideran papables son el fraile capuchino Sean O'Malley, cardenal de Boston, y el cardenal de Nueva York, Timothy Dolan. Siempre de buen humor, el cardenal O'Malley descartó cualquier posibilidad de vestirse de blanco: “Yo vuelvo a Boston”.
Hace ocho años sólo se necesitaron dos días para elegir al candidato favorito, Joseph Ratzinger, pero ahora la situación es muy distinta. La renuncia de Benedicto XVI, acosado por la vejez y sobre todo por los escándalos en el Vaticano, ha puesto un potente foco sobre la situación de la Iglesia. Aunque todos los cardenales juraron guardar el secreto sobre el contenido de las congregaciones generales —hasta el momento se han celebrado ocho desde el pasado lunes—, lo cierto es que la prensa italiana —y en especial el diario La Stampa— ha estado publicando cada día puntual información de lo que estaba sucediendo. No se trata de cuestiones escandalosas, pero sí de indicios de por dónde van las preocupaciones de los cardenales y sus posiciones ante los debates suscitados. Y, entre todas ellas, la postura ante la pederastia.
Hubo un tiempo muy largo y muy doloroso en que los abusos no fueron considerados por la Iglesia una “situación grave”, y ahora aquellos silencios, aquellas complicidades, se han presentado a las puertas del cónclave.
Durante décadas, como denunció el propio Benedicto XVI en los últimos años de su papado, la Iglesia practicó el “silencio cómplice”. En vez de ponerse al lado de las víctimas, protegió a los agresores. Era la manera de actuar. Nadie en la jerarquía hizo lo contrario. Como dijo hace unos días el cardenal Theodore Edgar McCarrick, de 82 años, arzobispo emérito de Washington, “todos cometemos errores. A veces no comprendemos completamente la gravedad de ciertas situaciones...”. Ahora, los 115 electores se tienen que asegurar de que el papa fuerte también sea un papa con un pasado impoluto. Porque, una vez elegido, tendrá que hacer frente de manera rápida y eficaz a todos aquellos retos que Benedicto XVI no se sintió con fuerzas de asumir.

Los favoritos
Odilo Scherer
Lo llaman ‘Don Odilo’. Desde 2007 es el arzobispo de São Paulo, una de las mayores diócesis del mundo y de las más complejas. Tiene 63 años y trabajó en el estado de Paraná durante 25 años como rector de los seminarios de Cascavel y de Toledo. Habla portugués, alemán, italiano, francés e inglés, y siempre ha estado entre los favoritos.
Angelo Scola
El favorito de las casas de apuestas británicas. Nació en Malgrate el 7 de noviembre de 1941, en la arquidiócesis de Milán, en Italia. Estudió filosofía y luego ingresó al sacerdocio. Dicen que es de la línea de Tarcisio Bertone, actual secretario de Estado. Habla francés y alemán. Es el fundador de un centro de estudios y de una revista en varias lenguas, entre las que cuales están el árabe y el urdu.
Timothy Dolan
Su nombre ha cobrado fuerza en los últimos días. El cardenal de Nueva York es famoso por haber desafiado a la Casa Blanca sobre el control de la natalidad. En 2004 difundió los nombres de sacerdotes que habían abusado de niños en Milwaukee. Dolan habla un poco de italiano y español, pero desconoce el francés o el latín, algo que no gusta.
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Publicado eneje 21 EN Marzo 12-2013 Martes –

http://www.eje21.com.co/opinin-secciones-55/68871-el-centro-de-la-ciudad-un-infierno-urbano.html

luis perez
Luis Pérez Gutiérrez
Ex alcalde de Medellín
El orden público urbano se ha deteriorado de una manera dramática. Los ilegales se mueven a sus anchas en medio de la muchedumbre. Los gobernantes más que autoridad parecen comentaristas de las fechorías de los bandidos; no solucionan el conflicto, solo lo comentan. La mano del Estado se ha vuelto débil y discapacitada.

Y la agonía de la legalidad se detecta primero en el Centro de la Ciudad. Como ningún otro espacio urbano, es el más importante y es el punto de encuentro de toda la ciudadanía no importando su condición social. Y por eso debe cuidarse con esmero.

Pero por aquí, el imperio urbano de los ilegales en el Centro de la Ciudad da escalofrío.

Todos los comerciantes pagan vacunas. Y hay tanta impunidad, que los ilegales dan recibos numerados. Y Como en Medicina, pagan vacuna por el día y pagan vacuna por la noche. Hay más de 42 subbandas empresarias de las vacunas.

Visitar el Centro es exponerse. O lo atracan, o lo lastiman. Es una odisea salir victorioso de una visita al Centro de la Ciudad!

Por el Parque Berríos, hay bandas de mujeres, Las Machurrias, que atracan a diario en la cara de las autoridades. Cerca, otra banda de hombres atraca a quienes toman el Metro, a la luz de todos. En la Avenida Oriental está la banda de los Retrovisores. Cuando un conductor para en un semáforo le arrancan de un manotazo los espejos. Si un ilegal comete una fechoría a ojos vistos y huye despacio y tranquilo, es porque tenemos autoridad decadente.

Tiene el Centro sus espeluznantes Casas de Terror.  Según la Corporación C3, a las Casas del Terror llevan a quienes no pagan vacunas o no pagan el uso del espacio público o a quienes tienen deudas pendientes con particulares. Allí los torturan hasta que cedan. Qué horror!

El espacio público del Centro está bajo propiedad y control de ilegales. Y lo alquilan. Cada semáforo tiene dueño y precio. Los más congestionados valen más que otros. Cada Ventero ambulante paga, y ese pago es el permiso para operar como Ventero, no importa si la Alcaldía está de acuerdo o no.  Ventero que no pague no puede trabajar así tenga permiso oficial. Las bahías de los taxis tienen precio y dueños, los taxis que no pagan deben seguir derecho.

Las prostitutas de La Veracruz y de otros lugares pagan por metro cuadrado de espacio público utilizado para promocionarse y encontrar su necesitado amor callejero. La venta de droga es escandalosa, con plena libertad.

En el bello Parque Botero atracan fácil a los extranjeros, muchos no querrán volver. En la Plaza de la Luz han violado mujeres al salir de su trabajo. Allí, en la noche viven rufianes que, a diferencia de Pedro Navaja, a ellos si se ve les brillar el arma por la poca luz que queda de la Plaza de la Luz.

Hay zonas del Centro donde no roban, no atracan, hay paz aparente. La razón es muy sencilla: son zonas controladas por particulares en ausencia de autoridad. Aterrador!..

El Centro se ve sucio. Ante la mugre urbana, particulares hacen brigadas de aseo; hasta en eso falla la institucionalidad de la alcaldía. Muchas personas tristemente durmiendo en las calles, lo cual es el coctel de pobreza extrema mezclado con falta de gobierno.

Y hay mucho más. La ineptitud del gobernante está convirtiendo el Centro de la Ciudad en un Infierno Urbano. Hasta al Alcalde lo pusieron a correr.
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Dale, Señor, el descanso eterno

Por: SAÚL HERNÁNDEZ BOLÍVAR 6:10 p.m. | 11 de Marzo del 2013  EL TIEMPO -


Es patético hacer ver a Chávez como un protohombre solo por dárselas de antinorteamericano, cuando cumplidamente le vendía casi todo su petróleo al
"imperio", o por alejarse de la influencia gringa para abrazarse al régimen castrista.
Aunque toda muerte representa una gran pérdida, no puede considerarse como tal -al margen de lo humano- la de un dictador que destruyó la democracia de su país y dejó, por donde se le mire, un legado tan "macabro" como lo será el espectáculo de su cadáver insepulto.
¿Qué deja Chávez? Algunos pretenden eximirlo ante la Historia por un supuesto interés en los pobres que, en realidad, no fue otra cosa que la mayor artimaña de la que se pudo valer para atornillarse en el poder de manera vitalicia. Pobres que son ahora tan dependientes del Estado como un adicto lo es de la droga; sin iniciativa y con sus capacidades cercenadas, vueltos unos mantenidos que solo saben estirar la mano.
En contraprestación, las masas devinieron en autómatas que votaban por Chávez a ojo ciego, que lo idolatran y que matarán o se harán matar por mantener la revolución, que no es otra cosa que mantener sus prebendas. Nada de eso representa bondad ni interés por los más necesitados. El que lo sigan con fervor solo pone de manifiesto una gratitud mal entendida y el grado de dependencia de los más necesitados.
A Pablo Escobar aún lo idolatran los beneficiarios de esa falsa filantropía que le sirvió para ganar adeptos, aunque él, por lo menos, lo hacía con su dinero. Porque la 'magnanimidad' de Chávez se ejecutó con la plata de todos los venezolanos y con ella no solo se hizo a un ejército de incondicionales sino también al falaz liderazgo regional que ostentaba, y que compró repartiendo billete a diestra y siniestra. ¡Hasta le dio por subsidiar el combustible de los buses de Londres! Sotto voce, en todas partes lo tildaban de payaso, pero ni cortos ni perezosos recibían sus dólares.
Valga decir que sin la para él afortunada coincidencia de haber visto pasar el precio del barril de crudo de unos 10 dólares, cuando llegó a la presidencia, en 1999, hasta un techo de 146 dólares en el 2008, a Chávez le habría sido imposible hacerse a sus perfiles de redentor de los desamparados y líder regional. Por sus manos pasó casi un billón de dólares (un millón de millones) de ingresos petroleros que se esfumaron sin dejar nada a la vista: no hay industrias, no hay infraestructura, no hay avances científicos... Su principal refinería se incendió por falta de mantenimiento y su mayor hidroeléctrica opera a la mitad de su capacidad.
Es patético hacer ver a Chávez como un protohombre solo por dárselas de antinorteamericano, cuando cumplidamente le vendía casi todo su petróleo al "imperio", o por alejarse de la influencia gringa para abrazarse al régimen castrista, como un romántico suicida. Ningún botafuegos como este chafarote podría ser considerado digno de imitación: Chávez hizo del odio su marca registrada; desde su atril de telepredicador insultó, amenazó, denigró, calumnió, maldijo y provocó a todos los que no estaban con él.
Ejecutó un sangriento golpe que quedó impune, hizo redactar una constitución a su medida, concentrando en cabeza suya a todos los poderes del Estado, elevó la corrupción a niveles nunca vistos con una boliburguesía encabezada por su familia, convirtió a Venezuela en uno de los países más inseguros del mundo, fue amigo y patrocinador de dictadores y terroristas, se armó hasta los dientes y amedrentó a sus vecinos con sus Sukhois y sus batallones, silenció a la prensa, creó una milicia de sicarios guardianes de la revolución...
Nada de eso es de admirar, todo a su alrededor no fue más que farsa. Tanto que para salvarse de la debacle que se avecina -el derrumbe económico-, hay que montar su momia al caballo para que gane las batallas, como el Cid Campeador. Lo cual, parafraseando al mismo Chávez, "es un signo de la descomposición moral" de su socialismo del siglo XXI, esa entelequia que se pudrirá antes que su cuerpo embalsamado. Y que brille para él, la luz perpetua.

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Espero que hayan disfrutado de su Contenido, hasta pronto… 


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