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Twitter@revistaconstelaMis hijos no tienen vínculo con ningún negocio del Estado: Santos
BOGOTA, 27 de Abril ¬_RAM_ El presidente de la República, Juan Manuel Santos, aclaró este sábado desde Valledupar que sus familiares no tienen negocios con la Nación, algo que consideró como uno de los problemas que generan corrupción en el país.
Aunque no nombró durante su discurso al expresidente Álvaro Uribe Vélez, el presidente Santos aclaró que ni Martín Santos Rodríguez, ni María Antonia Santos Rodríguez, ni Esteban Santos Rodríguez, tienen negocios con la Nación.
“El único vínculo que tiene uno de mis hijos con el Estado es que está de soldado del Ejército, ese es el vínculo que tiene mi hijo menor”, aclaró Santos.
Tal como lo había anunciado, el Jefe de Estado pernoctó en un apartamento de Valledupar que forma parte de las 100 mil viviendas gratis que construye el Gobierno Nacional.
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Uribe instó a Santos aclarar relación con proveedores de MinDefensa
http://voxpopuli.net/uribe-insto-a-santos-aclarar-relacion-con-proveedores-de-mindefensa/
El expresidente Álvaro Uribe, en respuesta a dicho por el presidente Juan Manuel Santos sobre que ninguno de sus hijos tiene negocios con el
Estado, garantizó que ni Tomás ni Jerónimo tienen negocios en este
sentido.
Además, cuestionó sobre posibles relaciones
del presidente Santos con proveedores del Ministerio de Defensa.
Puntualmente, Uribe Vélez trinó “Presidente
Santos mis hijos no tienen negocios con el Estado ni yo soy socio de
proveedores del ministerio de Defensa. ¿Y usted?”.
Las declaraciones que hizo el
presidente Santos, pese a que no nombró en ningún momento a Uribe o su
familia, si generó que se sintiera aludido el exjefe de Estado.
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En
entrevista con El País, Santos dice que no cederá con las Farc
El presidente de Colombia, Juan Manuel Santos, en entrevista con el diario El País, de España, asegura que su reelección no dependerá de las conversaciones de paz con las Farc y aunque dice que sería "maravilloso" entregar el país en paz al próximo presidente, no va a buscar eso "a cualquier precio".
"Yo
tengo mis líneas rojas, yo sé qué se puede ceder y qué no se puede ceder desde
un principio y desde ahí no me mueve nadie", afirma Santos en una
entrevista que ocupa tres páginas de la edición del viernes del diario español.
En ella, el presidente colombiano señala también que quiere una Venezuela
"distensionada, normalizada. Si allá algo sucede, nos afecta
inmediatamente a nosotros más que a ningún otro país", dice.
Santos
asegura que tiene "grandes diferencias" en materia ideológica con el
presidente de Venezuela, Nicolás Maduro, pero, añade: "Respetando esas
diferencias, tenemos unas magníficas relaciones". Sobre las elecciones en
ese país, muestra su respeto por el ajustado resultado y considera que no le
parece "lo más constructivo" desconocer al Gobierno de Maduro hasta
que haya
recuento. Sobre el conflicto
interno con las Farc y la actual negociación en Cuba, Santos afirma que no
habrá cese al fuego sino cuando se llegue a un acuerdo.
"Desde fuera de Colombia
resulta difícil entender que mientras se negocia en Cuba, aquí se sigan dando
de tiros", pero la experiencia muestra que un cese al fuego “lo que hace
es prolongar el conflicto" y, además, la guerrilla se "aprovecha
mucho" de ello "para volverse a fortalecer y continuar la lucha
armada". "Ya hemos aprendido de las lecciones del pasado y por eso he
tomado esa decisión que sé que genera confusiones pero que a la larga va a ser
más positiva", dice.
“Las Farc nos han engañado muchas
veces, pero por eso mismo estamos negociando de la forma como estamos
negociando", añade el presidente.
Santos se muestra convencido de
que habrá paz porque, según dice, ve que hay voluntad de avanzar, hasta ahora,
pese a lo cual dice que siempre ha obrado con gran dosis de escepticismo y de
cautela “hasta llegar al acuerdo final".
"Yo sé exactamente qué es lo
que se puede entregar y qué es lo que no se puede entregar en la mesa de
negociación, qué es aceptable y qué no sería aceptable para el pueblo
colombiano", afirma.
Aunque Santos no revela si se
presentará o no a la reelección, sí afirma que su futuro puede estar "muy
ligado a qué suceda en el proceso de paz" y en la medida en que se puedan
ir cumpliendo objetivos decidirá si lanzarse a la reelección. "No estoy
pensando todavía en ningún ticket (electoral) porque no he decidido todavía si
voy o no a la reelección", afirma Santos en respuesta a la posibilidad de
que su compañero de fórmula sea el general retirado de la Policía Nacional
Óscar Naranjo.
Para Santos, uno de los mayores
riesgos que afronta Colombia es que "no logre concretarse el proceso de
paz” y que las políticas "tan agresivas en lo social y tan positivas en lo
económico, que ya están comenzando a dar frutos, de pronto venga alguien y las
borre".
"Si hemos logrado tanto sin
haber logrado la paz, imagínese lo que significaría lograr la paz. Si todo lo
que tenemos ha sido en medio del conflicto, este país sería muchísimo mejor si
logramos terminar ese conflicto", razona.
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¿Conoces el sindrome de la rana hervida?
Las fábulas, los
símbolos, las historias, las parábolas, las alegorías, los cuentos han sido
siempre excelentes técnicas para explicar, enseñar y transmitir ideas. He leído
en algún lugar que la distancia más corta entre una persona y la verdad es un
cuento. No sé si este aserto se podrá demostrar científicamente pero, por si
fuera cierto, voy a utilizar para el comentario de hoy una curiosa metáfora.
Olivier Clerc, especialista en bienestar y desarrollo personal nacido en Ginebra y afincado hoy en Borgoña, escribió en el año 2005 un libro titulado “La rana que no sabía que estaba hervida… y otras lecciones de vida”. En la introducción dice el autor que “todo es lenguaje, que todo nos habla”. Entre las historias que plantea una lleva el título del libro. Y a ella me voy a referir. Parece ser que esta alegoría fue propuesta por primera vez en el libro de Marty Rubin “The boiled Frog Syndrome”, publicado en 1987.
Imaginen una cazuela llena de agua, en cuyo interior nada tranquilamente una rana. Se está calentando la cazuela a fuego lento. Al cabo de un rato el agua está tibia. A la rana esto le parece agradable, y sigue nadando. La temperatura empieza a subir. Ahora el agua está caliente. Un poco más de lo que suele gustarle a la rana. Pero ella no se inquieta y además el calor siempre le produce algo de fatiga y somnolencia.
Ahora el agua está caliente de verdad. A la rana empieza a parecerle desagradable. Lo malo es que se encuentra sin fuerzas, así que se limita a aguantar y no hace nada más. Así, la temperatura del agua sigue subiendo poco a poco, nunca de una manera acelerada, hasta el momento en que la rana acaba hervida y muere sin haber realizado el menor esfuerzo para salir de la cazuela.
Si la hubiéramos sumergido de golpe en un recipiente con el agua a cincuenta grados, ella se habría puesto a salvo de un enérgico salto.
“Es un experimento rico en enseñanzas, dice el autor. Nos demuestra que un deterioro, si es muy lento, pasa inadvertido y la mayoría de las veces no suscita reacción, ni oposición, ni rebeldía”.
Pondré varios ejemplos para aplicar esta conclusión que nos ofrece Oliver Clerc. Una de ellas es lo que sucede con el deterioro del amor inicial, tan intenso y emocionante muchas veces. Poquito a poco, detalle a detalle, se va desvaneciendo hasta desaparecer. ¿Cómo es posible, se preguntan los amantes, que hayamos llegado a este punto? Ese punto es la indiferencia más absoluta o la agresión más violenta que uno pueda imaginar. Se han ido acumulando silencios, displicencias, rencores, incomprensibles, malas contestaciones, pequeñas agresiones… hasta llegar a ese momento en que la convivencia resulta imposible. Nadie podría decir que esa pareja empezó a funcionar mal a las tres de la tarde del día 24 de enero.
Pienso algunas veces en el camino que sigue un niño, desde su inicial inocencia, hasta llegar a convertirse en un sanguinario terrorista. ¿Qué ha pasado? No es imaginable siquiera que, de un segundo para otra otro, quien era tierno e ingenuo se convierta en una fiera sin escrúpulos ni sentimientos. El individuo ha ido sufriendo una degradación progresiva, probablemente imperceptible, pero de resultados espectaculares.
Lo mismo sucede en la salud, que llega deteriorarse de forma tan lenta e invisible como segura. La enfermedad es una consecuencia de la alimentación desvitalizada e industrializada, cargada de grasas y tópicos. Lo cual se une a la falta de ejercicio, al estrés y a una gestión desafortunada de las emociones. Qué decir del cáncer de pulmón que sobreviene después de muchos años de fumar de manera continuada.
Esta degradación silenciosa, constante e imperceptible se produce también, a veces, en la vida profesional. Un profesor que comenzó su tarea cargado de ilusión acaba maldiciendo su suerte y aborreciendo lo que hace. ¿Cómo se ha pasado de un inicial comienzo ilusionante a este final pesimista? De forma callada y persistente. Un retraso, una baja fraudulenta,unas situaciones sin resolver, unos días sin esfuerzo, una reacción incontrolada,un desconocimiento al que enfrenta diariamente en el salón las situaciones problemas, unos comentarios desagradables… Y, poco a poco, se acaba en un agujero negro que dista mucho del primer fulgor.
El síndrome de la rana también se puede aplicar al ámbito social. Hay sociedades en las que, en un tiempo, se vivía en función de valores acendrados. Pero, poco a poco, se van perdiendo las referencias éticas y un ciudadano de la primera época no se podría reconocer en la situación a la que sin pensarlo se ha llegado. Año tras año, día tras día, hora tras hora prosigue la degradación. Una creciente proliferación de la vulgaridad, de la grosería, de la falta de respeto,de falta de normas,de búsqueda de culpables hacen que nos sumerjamos en un clima éticamente irrespirable. ¿Cómo se ha pasado en la vida de aquellos pueblos en los que se dejaban las puertas abiertas a esta inseguridad que no eliminan ni los cerrojos, ni las alarmas ni la policía pública y privada?
La falta de reacción se debe a que el deterioro de paso lento es casi imperceptible. Por eso debemos estar siempre en situación de alerta. Oliverc Clerc nos dice en su obra: “Lo que nos enseña la alegoría de la rana es que siempre que existe un deterioro lento, tenue, casi imperceptible, tan solo una conciencia muy aguda o una memoria excelente permiten darse cuenta de ello, o bien un patrón de referencia que haga posible valorar el estado de la situación”.
Tres soluciones complejas, que no es fácil ejercitar de forma permanente y efectiva. La primera consiste en ejercitar la conciencia, sin la cual estaremos dormidos en el sentido estricto o figurado. La segunda es el ejercicio de la memoria. Sin memoria no hay comparación, no hay discernimiento. La tercera es la utilización de termómetros referenciales. La rana que está sumergida en el agua carece de un patrón de referencia. ¿Cuáles son los criterios en los que basamos nuestra salud emocional, nuestro clima ético, nuestro estado de salud? Cuando uno se quiere pesar, lo primero que hace es comprobar que la báscula está a cero. De lo contrario, ¿qué fiabilidad tendría la medida? Pobre rana. Inconsciente, amnésica y embotada, no le queda más que esperar la cocción. Pobres de nosotros si perdemos la capacidad de reaccionar ante el deterioro paulatino e imperceptible.
-----Olivier Clerc, especialista en bienestar y desarrollo personal nacido en Ginebra y afincado hoy en Borgoña, escribió en el año 2005 un libro titulado “La rana que no sabía que estaba hervida… y otras lecciones de vida”. En la introducción dice el autor que “todo es lenguaje, que todo nos habla”. Entre las historias que plantea una lleva el título del libro. Y a ella me voy a referir. Parece ser que esta alegoría fue propuesta por primera vez en el libro de Marty Rubin “The boiled Frog Syndrome”, publicado en 1987.
Imaginen una cazuela llena de agua, en cuyo interior nada tranquilamente una rana. Se está calentando la cazuela a fuego lento. Al cabo de un rato el agua está tibia. A la rana esto le parece agradable, y sigue nadando. La temperatura empieza a subir. Ahora el agua está caliente. Un poco más de lo que suele gustarle a la rana. Pero ella no se inquieta y además el calor siempre le produce algo de fatiga y somnolencia.
Ahora el agua está caliente de verdad. A la rana empieza a parecerle desagradable. Lo malo es que se encuentra sin fuerzas, así que se limita a aguantar y no hace nada más. Así, la temperatura del agua sigue subiendo poco a poco, nunca de una manera acelerada, hasta el momento en que la rana acaba hervida y muere sin haber realizado el menor esfuerzo para salir de la cazuela.
Si la hubiéramos sumergido de golpe en un recipiente con el agua a cincuenta grados, ella se habría puesto a salvo de un enérgico salto.
“Es un experimento rico en enseñanzas, dice el autor. Nos demuestra que un deterioro, si es muy lento, pasa inadvertido y la mayoría de las veces no suscita reacción, ni oposición, ni rebeldía”.
Pondré varios ejemplos para aplicar esta conclusión que nos ofrece Oliver Clerc. Una de ellas es lo que sucede con el deterioro del amor inicial, tan intenso y emocionante muchas veces. Poquito a poco, detalle a detalle, se va desvaneciendo hasta desaparecer. ¿Cómo es posible, se preguntan los amantes, que hayamos llegado a este punto? Ese punto es la indiferencia más absoluta o la agresión más violenta que uno pueda imaginar. Se han ido acumulando silencios, displicencias, rencores, incomprensibles, malas contestaciones, pequeñas agresiones… hasta llegar a ese momento en que la convivencia resulta imposible. Nadie podría decir que esa pareja empezó a funcionar mal a las tres de la tarde del día 24 de enero.
Pienso algunas veces en el camino que sigue un niño, desde su inicial inocencia, hasta llegar a convertirse en un sanguinario terrorista. ¿Qué ha pasado? No es imaginable siquiera que, de un segundo para otra otro, quien era tierno e ingenuo se convierta en una fiera sin escrúpulos ni sentimientos. El individuo ha ido sufriendo una degradación progresiva, probablemente imperceptible, pero de resultados espectaculares.
Lo mismo sucede en la salud, que llega deteriorarse de forma tan lenta e invisible como segura. La enfermedad es una consecuencia de la alimentación desvitalizada e industrializada, cargada de grasas y tópicos. Lo cual se une a la falta de ejercicio, al estrés y a una gestión desafortunada de las emociones. Qué decir del cáncer de pulmón que sobreviene después de muchos años de fumar de manera continuada.
Esta degradación silenciosa, constante e imperceptible se produce también, a veces, en la vida profesional. Un profesor que comenzó su tarea cargado de ilusión acaba maldiciendo su suerte y aborreciendo lo que hace. ¿Cómo se ha pasado de un inicial comienzo ilusionante a este final pesimista? De forma callada y persistente. Un retraso, una baja fraudulenta,unas situaciones sin resolver, unos días sin esfuerzo, una reacción incontrolada,un desconocimiento al que enfrenta diariamente en el salón las situaciones problemas, unos comentarios desagradables… Y, poco a poco, se acaba en un agujero negro que dista mucho del primer fulgor.
El síndrome de la rana también se puede aplicar al ámbito social. Hay sociedades en las que, en un tiempo, se vivía en función de valores acendrados. Pero, poco a poco, se van perdiendo las referencias éticas y un ciudadano de la primera época no se podría reconocer en la situación a la que sin pensarlo se ha llegado. Año tras año, día tras día, hora tras hora prosigue la degradación. Una creciente proliferación de la vulgaridad, de la grosería, de la falta de respeto,de falta de normas,de búsqueda de culpables hacen que nos sumerjamos en un clima éticamente irrespirable. ¿Cómo se ha pasado en la vida de aquellos pueblos en los que se dejaban las puertas abiertas a esta inseguridad que no eliminan ni los cerrojos, ni las alarmas ni la policía pública y privada?
La falta de reacción se debe a que el deterioro de paso lento es casi imperceptible. Por eso debemos estar siempre en situación de alerta. Oliverc Clerc nos dice en su obra: “Lo que nos enseña la alegoría de la rana es que siempre que existe un deterioro lento, tenue, casi imperceptible, tan solo una conciencia muy aguda o una memoria excelente permiten darse cuenta de ello, o bien un patrón de referencia que haga posible valorar el estado de la situación”.
Tres soluciones complejas, que no es fácil ejercitar de forma permanente y efectiva. La primera consiste en ejercitar la conciencia, sin la cual estaremos dormidos en el sentido estricto o figurado. La segunda es el ejercicio de la memoria. Sin memoria no hay comparación, no hay discernimiento. La tercera es la utilización de termómetros referenciales. La rana que está sumergida en el agua carece de un patrón de referencia. ¿Cuáles son los criterios en los que basamos nuestra salud emocional, nuestro clima ético, nuestro estado de salud? Cuando uno se quiere pesar, lo primero que hace es comprobar que la báscula está a cero. De lo contrario, ¿qué fiabilidad tendría la medida? Pobre rana. Inconsciente, amnésica y embotada, no le queda más que esperar la cocción. Pobres de nosotros si perdemos la capacidad de reaccionar ante el deterioro paulatino e imperceptible.
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