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VAYA, VAYA CON LA VALLA
Abril 15 de 2013
A riesgo de que mis amigos lefebvristas (por Marcel, no
por Henri) me retiren de la lista de sus afectos, debo decir que la campaña que
arrancó ya Francisco Santos, y que anunciamos aquí en Periodismo
Sin Fronteras
(http://www.periodismosinfronteras.com/lealtad-me-diferencia.html), promete muchas emociones.
(http://www.periodismosinfronteras.com/lealtad-me-diferencia.html), promete muchas emociones.
Advertíamos, en la entrevista que le hicimos, sobre ese
estilo que enamoró al pueblo de Álvaro Uribe: frentero, atrevido, descomplicado
y sin tapujos. Y así a muchos no nos guste su amistad con el antiguo
guerrillero Carlos Franco, coautor con Suárez Bustamante –la Machaca- de
montajes contra el ejército de Colombia, Pacho Santos se perfila como finalista
en esta carrera para que el uribismo escoja el candidato que le hará frente al
contubernio fariano con el sector procomunista enquistado en la cúpula del gobierno.
En días pasados, la campaña de Francisco Santos sorprendió
a los colombianos con una valla provocadora que pronto desató la ira
narcomasónica del ex presidente Samper, quien escribió un trino diciendo: “¿Por
qué Pacho Santos no mete en las vallas de su campaña a uno de sus paramilitares
amigos y conocidos?”
No solamente el bojote salió a
protestar. También lo hicieron otros profarianos como Clara López, Roy Barreras
y Juan Fernando Cristo, compañero y socio de Samper en el proceso 8.000.
Pacho Santos no se amedrentó ante la emboscada con minas
quiebratas de sus detractores. A Samper le contestó: “Tengo 8.000 razones para no responder a un expresidente que sí tiene
buenos amigos narcos que poner en una valla”. Y a Roy le envió un
contundente mensaje: “No le vamos a
hacer el juego a Roy. Busca desviar atención de sus extorsiones de puestos y la
negociación de su independencia por votos”.
No demora en salir Daniel Coronell, con su camisón
preferido, a escribir alguna cosa contra estas vallas. Le seguirán el
peligroso Dasman Bejarano y tal vez Julito Sánchez los apoye dedicando un
programa completo a analizarlas semióticamente con Alberto Casas Santamaría. Y
seguramente De la Calle o el general Mora dirán cualquier cosa para
descalificar la idea.
Lo cierto es que Pacho Santos se aleja cada vez más de una
reconciliación con su primo, el camarada presidente, quien no se quedará de
manos cruzadas. Ya me imagino al camarada llamando al Fiscal Montealegre a su
despacho para, entre ambos, diseñar la estrategia para acallar a Francisco
Santos, tal y como ordenó hacer el Foro de Sao Paulo con quienes no están de
acuerdo con los diálogos de impunidad adelantados en La Habana (Ver http://www.periodismosinfronteras.com/marcha-del-9-de-abril-foro-de-sao-paulo.html).
Desde aquí pedimos para que esa reconciliación familiar no
se dé, por el bien del país. Sin embargo, es mejor hacer lo que aconsejaba mi
abuela: No hay que intervenir de discordancias de familia. No sea que nos pasé
lo que le pasó a Eduardo Santos, alma bendita.
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LA MARCHA DE LAS FARC EN IMÁGENES
LA MARCHA DE LAS FARC EN IMÁGENES
Un despistado que vino por el tamal (Foto Periodismo Sin Fronteras)
Otros desinteresados (Foto periodismo Sin Fronteras)
Camisetas de las FARC por todo lado (Foto Periodismo Sin Fronteras)
Uno de los amenazados por las FARC si no venía a marchar (Foto Periodismo Sin Fronteras)
Después de un porro, ¡ a dormir..! (Foto Periodismo Sin Fronteras)
Más camisetas de las FARC (Foto Periodismo Sin Fronteras)
La intoxicada con el tamal.. (Foto Periodismo Sin Fronteras)
Y siguen las camisetas farianas (Foto Periodismo Sin Fronteras)
Otra tarima en la carrera Séptima. (Foto Periodismo Sin Fronteras)
El M19 no podía faltar a la marcha de las FARC (Foto Periodismo Sin Fronteras)
La bandera del M19 frente a la Alcaldía desde donde desgobierna el terrorista Petro (Foto Periodismo Sin Fronteras)
Drogadictos e indígenas, marchando juntos a cambio de tamal y marihuana (Foto Periodismo Sin Fronteras)
La pancarta de Maduro. Claro, si confinanció con las FARC la marchita (Foto Periodismo Sin Fronteras)
A la memoria del muerto (Foto Periodismo Sin Fronteras)
Los de la Bogotá Humana del terrorista Petro (Foto Periodismo Sin Fronteras)
Hasta a los niños los obligaron a marchar estos bandidos (Foto Periodismo Sin Frontera
¿Haciendo trueques? (Foto Periodismo Sin Fronteras)
La JUCO, !claro que sí! (Foto Periodismo Sin Fronteras)
Hasta payasos contrataron las FARC para su marcha (Foto Periodismo Sin Fronteras)
Los familiares de los “desaparecidos” del palacio de Justicia también hicieron presencia (Foto Periodismo Sin Fronteras)
JUCO, Poder GAY, Partido Comunista.. Todos invitados de honor (Foto Periodismo Sin Fronteras)
Representantes del Polo (Foto Periodismo Sin Fronteras)
Las negritudes también fueron obligadas a asistir (Foto Periodismo Sin Fronteras)
Indígenas del Cauca (Foto Periodismo Sin Fronteras)
A JUAN MANUEL NO LE SONÓ LA FLAUTA
A Juan Manuel Santos no le sonó la
flauta. Hay un desfase evidente entre la manifestación de ayer “por la paz” en
Bogotá y las “marchas” en las otras ciudades. La de Bogotá fue grande, sin
duda, aunque no mucho, ni como el presidente Santos y los otros organizadores
lo esperaban. Las de las otras ciudades fueron inexistentes, en algunas
ciudades, o esqueléticas, en otras (1).
La marcha de Bogotá llenó a duras
penas la Plaza de Bolívar (2). Se puede decir que fue un caudal rutinario,
habitual. Como las manifestaciones convocadas en años recientes por la
izquierda y los sindicatos controlados, en los 1 de mayo, por ejemplo, o al
final de los procesos electorales.
Esta vez había un elemento nuevo, muy
particular, que debía pesar mucho sobre la opinión pública: el llamado del jefe
del ejecutivo, y de funcionarios como el Fiscal General (3), a salir a
manifestar. Lo mismo hicieron el polémico alcalde de Bogotá, Gustavo
Petro, un cardenal politiquero, Rubén Salazar Gómez, y los jefes de
las Farc. Nunca se había visto en Colombia un ramillete de convocantes tan
heterogéneo. Sin embargo, no hubo avalancha. Y hubo otra cosa rarísima: Santos
ordenó que una parte de la fuerza pública fuera utilizada como masa de maniobra
de la manifestación en Bogotá. Eso no se había visto en Colombia hacía décadas.
Ni siquiera la dictadura del general Gustavo Rojas Pinilla se atrevió a cometer
semejante abuso.
El uso de la fuerza pública en una
manifestación política sí es un rasgo de la tiranía de Hugo Chávez. Ese
elemento es central, en mi opinión, al momento de hacer el análisis de lo que
ocurrió ayer en Colombia. Ese hecho afectará sin duda la trayectoria política
de JM Santos y afectará la credibilidad de la presidencia de la República.
Compromete sin duda su afán reeleccionista. Lo hecho por el jefe del ejecutivo
en ese sentido es inusitado y ominoso. Esa decisión podría cambiar la
definición que hasta ahora los colombianos tenían del actual gobierno. Lo de
ayer confirma que hay cambios en la configuración de las fuerzas políticas
sobre las que descansa el gobierno de Juan Manuel Santos.
Éste fue elegido gracias a un
programa de restauración de la autoridad del Estado que las mayorías
respaldaban. Una vez elegido, JM Santos traicionó esa agenda y se rodeó de las
fuerzas minoritarias que habían perdido las elecciones. El acto de ayer fue un
paso más en esa errática y antidemocrática dirección.
La pregunta es: ¿Lo de ayer confirmó
el hecho de que los grupúsculos que le hacen el juego a las Farc, la Marcha
Patriótica y el PCC, entre otros, y las mismas Farc, hacen parte de
la unidad nacional de Santos? Me parece que las cosas van en esa dirección. Lo
de ayer habría sido como la confirmación pública, y en los hechos, de un
protocolo secreto. Eso es nuevo y muy grave. ¿Qué consecuencias tiene ese
destape de Santos hacia esas formaciones extremistas? ¿Qué responderán ante eso
el partido conservador y las facciones liberales y verdes? ¿Qué puede anunciar
eso a corto y mediano plazo sobre el ejercicio del poder?
Santos y Petro, unidos en la marcha del 9 de Abril de 2013
Otra pregunta: ¿No violó el presidente Santos la ley y la Constitución al hacer una utilización política de la fuerza pública? El artículo 219 de la Constitución nacional dice: “La fuerza pública no es deliberante”. ¿Esa norma no fue violada ayer? “¿Cuál es la sinceridad de un Gobierno que llama a una formación militar para participar en un desfile de civiles, con el pretexto que es un homenaje a las víctimas? Quien ha sido indulgente, quien ha dado impunidad a los victimarios, no tiene autoridad moral para convocar a un homenaje a las víctimas”, declaró el ex presidente Álvaro Uribe en la radio. “Qué tristeza que 5000 uniformados del Ejército tengan que cumplir una orden presidencial de estar en marcha para apoyar las Farc”, subrayó el precandidato presidencial, Oscar Iván Zuluaga.
A pesar de la masiva propaganda oficial santista y
de los aparatos farianos, los organizadores de la marcha en
Bogotá no movilizaron tantas personas como querían. Eso es evidente. En eso
ellos fracasaron. Ellos querían hacer algo idéntico o superior a las históricas
manifestaciones contra las Farc del 4 de febrero de 2008 (entre 12 y
14 millones de colombianos salieron a las calles en 45 ciudades colombianas y
en 125 ciudades del extranjero). Sin embargo, ayer el país le dio la espalda a
ese escenario. Los colombianos ayer no salieron en masa a las calles, no le dijeron
sí a Santos. No le firmaron el cheque en blanco que les había pedido. Y, sobre
todo, rechazaron la hipócrita invitación de las Farc. El pueblo colombiano
mostró así, ayer, con ese magnífico gesto, cuán inteligente puede ser en medio
de una crisis y cuán lúcido se muestra ante los espejismos que las
Farc están improvisando a las carreras para engañarlo una vez más.
El fracaso de las manifestaciones “de paz” de ayer
es un triunfo de la oposición, sobre todo del campo uribista, que supo explicar
lo que estaba en juego.
¿La manifestación de Bogotá fue construida con
recursos financieros y materiales de las Farc? Según el secretario de Gobierno
de Bogotá llegaron a la capital más de mil buses y chivas con manifestantes.
Estos venían sobre todo del sur del país. ¿Quién pagó esa enorme operación? La
Marcha Patriótica es muda al respecto. Luego es legítimo suponer que el dinero
del narcotráfico de las Farc fue movilizado para el traslado
de esas personas.
A pesar de las consignas neutras y abstractas, como
“por la paz”, “por las víctimas”, las manifestaciones de ayer
tuvieron otro aspecto obscuro. Hubo manifestantes encapuchados en Bogotá. Hubo
gente que gritaba vivas a Chávez y a Maduro. Un estudiante que
portaba una camiseta con la frase “No más Farc” fue agredido por manifestantes.
Al lado de ellos había una mayoría sincera que estaba en el cortejo por razones
diferentes. Una parte de ellos asistían a una manifestación en favor de la
paz. Otros lo hicieron porque querían respaldar las negociaciones
en Cuba (4). Otros porque querían manifestar en favor de las víctimas del
conflicto. En realidad, la franja más minoritaria, la extrema izquierda,
inventó esa jornada para “ponerle gente” a su meta: fortalecer el proyecto de
las Farc, las exigencias de éstas en La Habana y reforzar lo que
ellos llaman en estos días el “bloque popular revolucionario”.
Eso cambia la naturaleza de esa jornada. No fue una
marcha por la paz sino una para perpetuar el conflicto. Colombia no aceptará
jamás que las Farc lleguen al gobierno sin haber desmontado su aparato de
muerte y sin haber pagado por sus crímenes. Lo de ayer fue sólo un episodio más
de las gesticulaciones de las Farc para construir su hegemonía. Por eso el
pueblo lo repudió. Lo inquietante es que el jefe de Estado colombiano ha
cruzado una línea roja que nunca debió haber cruzado.
Notas
(1). Manifestaciones en otras ciudades: Medellín
500 personas; Cali: 300; Cúcuta: 200; Bucaramanga: 700; Neiva: 800;
Pereira: 50; Pasto: 100; Barranquilla: ninguna; Manizales: ninguna.
(2). En la Plaza de Bolívar caben 30 000
personas. Esa plaza, donde hubo todo el día conciertos de música
rock, nunca estuvo llena completamente.
(3). El Fiscal General, Eduardo Montealegre
Lynett, jefe del ente investigador, escandalizó al país cuando
declaró, durante la manifestación del 9 de abril de 2013, que en la Fiscalía
“no existe ninguna condena contra miembros del secretariado de las Farc por
crímenes de lesa humanidad”, y que las condenas que se han producido
en el pasado han sido “por delitos de rebelión, homicidio agravado y algunas
violaciones al Derecho Internacional Humanitario (DIH)”. Por lo tanto, los
jefes de las Farc “no tienen por qué terminar en la cárcel”. Sin embargo, el
Estatuto de Roma (Corte Penal Internacional), firmado por el
Gobierno de Colombia en 1998 y en 2002, establece que los crímenes de lesa
humanidad, los crímenes de guerra y el crimen de agresión son imprescriptibles.
Estos no pueden ser objeto de amnistías ni de indultos. Para la justicia
colombiana algunos de los actos y decisiones de la cúpula de las Farc
constituyen crímenes de lesa humanidad y crímenes de guerra.
(4). Esas “negociaciones de paz” entre el gobierno
de Juan Manuel Santos y las Farc comenzaron el 19 de noviembre de 2012. Han
sido interrumpidas varias veces. Serán reanudadas el 15 de abril de 2013. El
conflicto en Colombia ha provocado la muerte de más de 600 000 personas y el
desplazamiento de 3,7 millones de personas. Quince mil personas han desaparecido.
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EL 9 DE ABRIL DE LA
DUPLETA PETRO – CÓRDOBA
EL 9 DE ABRIL DE LA
DUPLETA PETRO – CÓRDOBA
Para la izquierda colombiana, sobre
todo para el sector más dogmático de ésta, el grupo comunista (PCC), el 9 de
abril de 1948 no es la fecha del asesinato de Jorge Eliécer Gaitán. Es otra
cosa. Es la fecha en que “la-oligarquía-colombiana-asesinó-a-Gaitán”. Para
ellos lo importante no es el hecho en sí, ni sus verdaderos orígenes y autores,
ni el conjunto de fenómenos verificables que están ligados a esa tragedia. Lo
que les interesa es la interpretación del hecho, la leyenda construida en torno y
las ventajas políticas que ellos pueden sacar de ese “escenario”.
Ellos creen haber resuelto todos los
enigmas de ese atentado. A Gaitán lo mató, dicen, la “oligarquía”.
Pero como la “oligarquía” está aliada, según ellos, “al imperialismo”, esa
muerte, agregan, es un “crimen de la oligarquía y del imperialismo”.
Y ahí termina toda su introspección, todo su análisis. Y ahí comienza la falsa
leyenda.
El atentado que le costó la vida a
Jorge Eliécer Gaitán fue uno de los primeros golpes del mundo soviético contra las
sociedades abiertas al comienzo de la guerra fría, en la fase más agresiva de
la expansión mundial del sistema comunista.
El 9 de abril en Colombia comenzó
unos días antes: con las ruidosas manifestaciones “antiimperialistas” de marzo
de 1948 contra Estados Unidos y la IX Conferencia Panamericana que se iba a
reunir en abril en Bogotá. El “Bogotazo” estalló con el asesinato de Gaitán en
pleno centro de la capital y con la violenta asonada destinada a defenestrar al
presidente Mariano Ospina Pérez. Terminó meses después con el segundo intento
de golpe de Estado contra el presidente Mariano Ospina Pérez, en noviembre de
1949. Fue una ofensiva sanguinaria, larga y muy sofisticada.
La URSS quería sabotear la
Conferencia Panamericana pues ésta iba a consolidar la construcción de la
Organización de Estados Americanos y poner en movimiento el plan
Marshall para la América Latina, como Estados Unidos lo estaba haciendo
también en esos días respecto de Europa. Nada de eso favorecía los
planes expansionistas de Stalin.
Al rechazar el pedido que le hacían
de malograr la Conferencia Panamericana, pues él alcanzó a vislumbrar los
planes siniestros que estaban en marcha, Gaitán pagó con su vida su sentido
patriótico.
Piedad Córdoba Gustavo Petro
Con la brutal liquidación de Gaitán,
los comunistas no solo trataron de derribar el gobierno conservador. Barrieron
el mayor obstáculo que tenían a mediano plazo para infiltrar los sindicatos y
recuperar la influencia que habían tenido gracias al primer gobierno del
presidente López Pumarejo. Gaitán y su corriente los habían barrido de los
sindicatos y hasta de la vida política general pues el caudillo liberal, un
anticomunista convencido, los había dejado sin banderas y sin clientelas
electorales.
Pero esa no fue la mayor ventaja
sacada del 9 de abril, y del hecho de que hayan podido ocultar durante años su
papel decisivo en ese magnicidio y desplazar la culpa hacia otros. La cruel
muerte de Gaitán siempre tuvo una utilidad operativa: con él justificaron su
ideología de la lucha de clases y su aplicación teórica más próxima: la
“imposibilidad” que había de una reconciliación entre los colombianos.
Consecuencia: las atrocidades de todo género que ocurrieron el 9 de abril y las
que ellos desataron poco después en casi todo el país, incluyendo la creación de
las “repúblicas independientes” y las organizaciones armadas y
terroristas dispuestas a tomarse el poder por la fuerza, eran parte de la
“violencia fundadora” de un nuevo poder y de una “Colombia nueva”.
Hoy, en 2013, la falsa versión del 9
de abril vuelve a ser explotada. Ante la crisis en que se encuentran los
pretendidos diálogos “de paz” entre el gobierno de Juan Manuel Santos y las
Farc, y ante el mar de dudas que genera esa aventura en la opinión pública, la
izquierda dura, liderada por Piedad Córdoba y su grupúsculo Marcha Patriótica,
y el alcalde de Bogotá, Gustavo Petro, proponen realizar, el próximo 9 de
abril, una “marcha de apoyo a los diálogos de La Habana”. Pero hay mucha
confusión respecto de los objetivos reales de esa marcha. A la Iglesia católica
le han hecho creer que esa marcha es “contra la violencia”. A otros les dicen
que ese 9 de abril sera el día “de las víctimas”, sin precisar de qué víctimas
se habla, lo cual es muy favorable a las Farc, la mayor entidad generadora de
violencia y de víctimas en el país durante los últimos 50 años.
Obviamente, el objetivo real de esa
marcha es diferente: no es el “apoyo a los diálogos”, ni hacer de
esa jornada un día “contra la violencia”. Uno de los organizadores lo ha
revelado, la marcha pretende “apoyar la posición ‘programática’ de
los delegados de las Farc en La Habana”. Lo que es totalmente distinto.
Es decir, esa marcha será para
respaldar las exigencias absurdas que los jefes de las Farc están haciéndole a
Santos: obtener la impunidad total para sus crímenes,
alcanzar, al mismo tiempo, numerosos escaños en el Congreso (sin someterse al
voto popular) y poder controlar varios ministerios. Ellos están exigiendo,
sobre todo, quedarse con la mayor parte de las tierras cultivables del país para
montar allá nuevas republiquetas “independientes”, es decir inmensos goulags sin
Dios ni ley donde la población inerme quede prisionera de las Farc.
La “posición programática” de las Farc es eso, incluyendo su amenaza, tantas
veces proclamada públicamente en La Habana, de conservar para siempre sus
aspiraciones totalitarias, sus armas, sus redes operativas y sus
narco-cultivos.
Por eso las declaraciones del
presidente Santos y de monseñor Rubén Salazar, en el sentido de que marcharán
el 9 de abril con esa gente ha generado una ola de sorpresa y malestar en el
país, incluyendo sectores del partido liberal que apoyan al gobierno y del
partido conservador.
Al tener tales objetivos, la “marcha”
que proponen la dupleta Petro/Córdoba será, objetivamente, una manifestación
política en favor de la opresión del pueblo colombiano y de la destrucción de
las libertades democráticas. Será un acto reaccionario y antireligioso,
disfrazado de acto “contra la violencia”. Los que están tentados a ir a eso
deberían pensarlo dos veces, sobre todo deberían imaginar qué diria Jorge
Eliécer Gaitán de semejante engaño y de objetivos tan grotescos.
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